Suele decirse del huracán que es la anarquía del viento. Es un viento sin forma que además añade lluvias, nubes y tormentas eléctricas. Una tormenta se convierte en huracán cuando el viento supera los 118 kilómetros por hora. Antes se lo considera una depresión tropical. Sobre cien tormentas anuales 35 se convierten en huracanes. No en todos los océanos denominan a estos fenómenos de igual modo. En el Índico son ciclones. En el Pacífico tifones y sólo en el Atlántico adoptan el nombre de huracanes. De acuerdo a las características presentadas los meteorólogos prefieren usar nombres de mujer. Los vendavales más célebres se llaman Katrina, Paula, Katia, Yolanda, Celia, Ana y Amatista. La razón de estos bautismos es sencilla. Nunca olvidarás el huracán que lleva el nombre de tu novia, ironizan los científicos. Quizás el tema se relacione con otra dimensión. Toda mujer puede ser vista como aire en movimiento. Es como si fuera un viento sin forma o, también, como formas demasiado sensibles y perturbadoras, es decir, anarquías del viento.
L.
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