Naufragios es el nombre de una de las mejores crónicas de viaje, si no la mejor, compuesta en estas tierras sin alma. Su autor fue el primer gran aventurero llegado al continente desde la lejana y cristiana península. Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, de él se trata, se negó a participar en la masacre social, política y económica realizada en América por la conquista española. Fue entonces uno más entre los pueblos originarios. Con un grupo de compañeros desarrapados y descalzos abandonó los barcos, caminó sin descanso más de ocho mil kilómetros, descubrió las cataratas del Iguazú -que en realidad ya estaban habitadas por los aborígenes de la zona- adoptó los oficios de los antiguos dueños de las flechas, se vistió como ellos y se desnudó como ellos. En el camino se hizo curandero y escritor. Su ejemplo debería ser retomado en tiempos como los actuales donde los cronistas de viaje se hospedan en hoteles cinco estrellas y raramente se internan en la pura selva y la pura vida. Jamás se ensucian con los olores y sudores de los que no tienen voz, de los invisibles, de los vencidos. Cabeza de Vaca tenia el cuerpo de un toro y los sueños de un ángel, o, por qué no, de un demonio valiente, bello y justiciero.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario