Los otros no son lo que esperábamos de ellos. ¡Nos habíamos hecho tantas ilusiones! Pero tarde o temprano nos defraudan. Son mucho menos que lo mínimo imaginado. Nunca están a la altura de nuestros sueños. Confrontar luego expectativa y realidad nos lleva a un estado de permanente desencanto. Malditos otros. Nos engañaron y, ahora, metidos en el baile, tenemos que bailar con ellos. Y lo más grave es descubrir -un día cualquiera- que los otros somos nosotros.
L.
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