miércoles, 6 de marzo de 2013

Autocensura


Inicialmente este posteo iba a estar dedicado al sexo explícito. Mi intención era detallar algunas posiciones cómodas, otras incómodas y algunas que no son ni una cosa ni la otra. Pero de pronto me dio miedo. No sé por qué. Alguien podía ofenderse. Una seguidora o visitante eventual, acaso vinculada a mis jefes en cualquiera de los trabajos que hago, podía ir con el cuento y capaz, quién sabe, perdía yo mi trabajo por semejante tontería. Entonces decidí hablar de poesía, un tema culto y, en el fondo, anodino. Pero no soy imbécil. De inmediato pensé que bien considerada la poesía puede ser peligrosa. Tal o cual verso puede tocar alguna tecla secreta y promover el llanto o incluso la desesperación en los lectores y lectoras demasiado sensibles. Entonces nuevamente me autocensuré y volví a cambiar de idea. Pensé esta vez en tratar temas neutros como, por ejemplo, el sentido de la vida. A continuación recordé que la pregunta por el sentido podía inducir al suicidio o al crimen. Decidí, entonces, atarme los dedos y coserme la boca para siempre.
L.

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