miércoles, 4 de diciembre de 2013

Todo preso es político

Según datos brindados por el último informe de la Comisión Provincial de la Memoria, confirmados por el Servicio Penitenciario Bonaerense, en 2012 murieron 123 presos en las distintas dependencias. En total en las cárceles de la provincia de Buenos Aires hay actualmente 28.297 personas privadas de su libertad. Menos de un tercio de ellos, 8.800 detenidos, tiene condena y sólo el 3 por ciento (929) tiene sentencia firme. O sea que resultaría imposible confirmar si casi treinta mil personas detenidas en condiciones de grave hacinamiento y tortura cotidiana son culpables. Los números confirman el perfil represivo del sistema penitenciario. Más del 50 por ciento está encerrado bajo la figura de la prisión preventiva, lo que debería constituir una excepción y no la norma. Así lo determina la Constitución Nacional aunque en los hechos eso no se cumple.El informe precisa la cantidad de muertes en 2012: 123. De ellas 77 fueron “muertes no traumáticas”. Cuarenta “muertes traumáticas” (el 32 por ciento). Dieciséis “suicidios” y seis “sin especificar”. Las comillas dan cuenta de una categorización utilizada por el propio Servicio Penitenciario para distinguir las defunciones. En los penales de mujeres están alojadas 1431 personas. Con ellas conviven ciento treinta chicos que pasan sus días junto a sus madres detenidas. La Comisión por la Memoria fue creada en 1999. Entre ese año y la actualidad el número de detenidos pasó de 15 mil a casi 30 mil personas. La aplastante mayoría de presos, dice el informe, son jóvenes y pobres. ¿Y qué dice la gente buena sobre esto? Nada. O sí. En las calles se reclama que aumente el castigo todavía más. El fervor punitivo de las mayorías no repara en detalles. Ni siquiera importa si el detenido ha sido culpable. El castigo ciego produce goce. La acusación es casi un disfrute personal. No es costumbre de este blog hablar de hechos reales. Es tiempo de ocuparnos. Porque hasta ahora, como dice un famoso y olvidado manifiesto, hemos mantenido un silencio demasiado parecido a la estupidez.
L.

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