lunes, 31 de octubre de 2011

La tentación


La tentación de citar a otros para adornar el blog. La tentación de ir a lo seguro, no sé, Cortázar, el capítulo siete de Rayuela para calentarnos en la cama, un fragmento de la carta de Pablo a los Corintios (hoy vemos confusamente como en un espejo), Safo de Lesbos, Pizarnik, Lispector, García Lorca, Pavese, es decir, los que no pueden fallar y no fallan. Tomar sus palabras y ponerlas acá como hacen tantos blogueros cultos. Para encantar con el perfume de los muertos este campo seco y tonto y vacío. Pero no. Vencer esa tentación. Adorar el campo seco, reseco y hueco. No citar a nadie. Decir simplemente que ya es de noche en otro día inútil. Y que sin embargo hay silencio en el mundo y que todo está por decirse porque en literatura, como se sabe y se recuerda, nada ha sido escrito.
L.

Danza que danza

Ir de putas


Kafka padecía el problema de no poder gozar sexualmente con las mujeres que amaba. Sólo podía hacerlo con prostitutas. No era ni es el único. El consumo de prostitución es una religión laica que un porcentaje de varones usa para reforzar su identidad de machos. Lo dice el autor de Ir de putas, un libro recién aparecido. Es cierto que hay prostitución masculina. Pero la otra pesa más. Basta ver los papelitos pegados en las paredes de Buenos Aires. Por veinte pesos una mujer traga todo "sin globito". Qué triste. Sigue siendo frecuente ver que, como le pasaba a Kafka, los hombres aman a quien no desean y desean a quien no aman. Los clientes no son inocentes. Disfrutan de la mujer que se abre de piernas para ellos por monedas. Se trata de cuerpos arrasados por una serie de habilidades denigrantes. Simular placer, fingir orgasmos, tolerar casi todas las formas posibles de violencia, de dominio y abuso de poder. Esas mujeres, además, están despojadas de la capacidad de resisitir. Algunos hombres dicen que a ellas les gusta. No estoy seguro. Primero el Estado debería asegurar a esas trabajadoras vivienda digna, salario, alimentos, cobertura social, educación, etc. Luego veremos si siguen en el oficio. Diferente el caso de las que lo hacen sin dinero de por medio. En esa situación nada puede decirse y no soy quién para juzgar. El resto es denigrante. En 1999 Suecia aprobó una ley que penaliza la compra de servicios sexuales y despenaliza la venta de esos servicios. La prostitución es considerada en ese país un aspecto de la violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. En la Argentina no rige una ley similar pero al menos el gobierno prohibió a los medios publicitar oferta sexual (rubro 59 de Clarín) como forma de controlar la trata. Otra ley, la 26.364, sanciona cualquier forma de comercio sexual. Un poco antes de morir, Kafka aprendió a gozar al menos con Dora Diamant, su última mujer. Me gustaría imaginar un mundo donde ir de putas resulte un acto borrado del mapa para siempre. ¿Será posible soñar con eso antes de que se cumpla la anunciada profecía de los mayas?
L.

Frases desechas


La mayoría de la gente no habla sino que es hablada, es decir, otros deciden cómo debe expresarse, con qué términos y hasta el momento exacto de usarlos. No hace falta hacer una gran investigación sobre el tema. Basta encender la radio o la televisión. O escuchar al pasar una conversación por blackberry en el colectivo o el subte. O entrar a twitter o a cualquier perfil de facebook. Las mismas frases, las mismas opiniones, las mismas declaraciones de afecto y hasta los mismos jajaja. Es algo asombroso. Yo pago mis impuestos, dice alguien quejándose de un piquete de protesta en la calle. Pago mis impuestos y no puedo circular por la ciudad. Los derechos de los otros terminan donde empiezan los míos, dice y confirma otro señor. Te quiero más que a nada en el mundo, escribe una chica por sms. Siempre que me necesites voy a estar ahí, repite el coro aún sabiendo o sospechando que el destinatario no estará ahí jamás. No es la idea proponer originalidad total o algún tipo de creatividad. Bastaría con estar dispuestos a pensar un poco y hablar con verdad. Bastaría con negarse a ser hablados y hablar con voz propia pase lo que pase y le guste a quien le guste. Otra forma de resumir la idea. Cambiar las frases hechas por las frases desechas.
L.

Viaje en piano

Teoría del amor

El amor es la palabra más convocada y reiterada y la menos entendida de todas. Tanto uso y abuso lleva por lo menos a sospechar de ella. ¿Será todo eso que dicen? O por el contrario, ¿no se tratará de una estafa universal en la que nadie cree pero todos adoran hasta el límite de la locura y la muerte? Imposible responder en un modesto espacio como éste a semejantes preguntas. Todo se relajaría un poco si el amor fuera considerado una praxis, es decir, un acto cotidiano que prueba su validez a cada instante, y no una receta o una teoría a desarrollar. El verbo amar no tiene declinaciones posibles. Más que un nudo es un hueco que cada cual llena como quiere, donde quiere y, sobre todo, cuando puede.
L.

Teoría literaria

Lo importante de un cuento, una novela o un poema no radica en su significado. Una buena historia mal contada carece de toda relevancia. Si alguien se propone salvar a las ballenas o a los glaciares mediante un poema está frito. Si alguien quiere hacer una revolución social debería tratar de hacerla pero no escribir una novela con ese divino objetivo. Los mensajes edificantes no componen buenos libros. El arte es forma. En última instancia es un juego astuto de luces y sombras. Pero si la forma no está cuidada, labrada y pulida con esmero no habrá arte. Habrá otra cosa. Lo dicho no significa renunciar a los contenidos o a las interpretaciones de cualquier tipo. Escribir es asumir un durísimo trabajo con el lenguaje dirigido, básicamente, hacia la conquista de lo inútil. 
L.

domingo, 30 de octubre de 2011

Teoría del mañana empiezo


Mañana voy a escribirlo. Mañana empiezo la dieta. Mañana me anoto en un curso. Mañana te digo lo que pienso. Mañana dejo el cigarrillo. Basta ya. Mañana no existe ni existirá jamás. Porque mañana, al despertar, la situación será la misma que en este instante. Y todo lo planeado será postergando para pasado mañana y después para 2012. La consigna es una sola... o tres. Ahora. ¡Ahora! AHORA.
L.

Teoría del accidente


Todo lo que nos pasa es accidental. Nacer o no, viajar o no, ser amado o no, fracasar o tener éxito. Conocemos a alguien por azar. No lo conocemos, también, por una causa similar. Nos llaman para un trabajo importante debido a un accidente banal. No nos llaman por lo mismo. Estudiamos carreras que pudieron ser otras. Amamos a personas que podrían ser otras. Caemos de montañas o edificios por un desliz imprevisible. Nos salvamos de ahogarnos por un error. Y hasta los hijos nacen por casualidad. Ojalá no lea esto mi analista lacaniana. Diría, seguramente, que el accidente no existe.
L.

Teoría del agua

Teoría binaria


Todo es doble. En el cuerpo y en la vida reina el orden binario. Si empezamos por el cuerpo ya se sabe. Dos piernas, dos ovarios, dos brazos, dos testículos, dos tetillas o pechos según el caso, dos ojos, dos orejas, dos nalgas, dos pulmones, dos riñones, dos pies, dos hemisferios cerebrales, etcétera. Las excepciones físicas son pocas e incluyen una sola vagina, un solo pene, una sola nariz, un solo ombligo, una sola boca, un solo corazón. Pero la dualidad, como se sabe, se extiende al universo espiritual. Y entonces aparecen los opuestos, también, dobles. Tristeza/alegría, amor/odio, dulce/amargo, seco/húmedo, frío/calor, lento/veloz, vida/muerte, padre/madre y muchos más. Pero ni siquiera acá termina la evidencia. Porque asimismo es común entre nosotros el doble discurso, los sentimientos dobles, las relaciones paralelas, los dos trabajos, el bazar Dos Mundos, todo por dos pesos y así. En resumen. Nuestra existencia se desenvuelve siempre entre dos posibilidades, dos polos, dos caminos, dos teorías, dos materias. Y habrá que elegir, maldición, entre cualquiera de las dos opciones.
L.     

Teoria de la pareja

La voluntad I


Leo un reportaje al director teatral argentino Javier Daulte donde de alguna manera se confirma y amplía el post de abajo. Dice Daulte que lo principal es disfrutar de lo que se hace. Pero yo no disfruto con cualquier cosa -aclara por si acaso-. No me hago pajas. Con la metáfora sexual el entrevistado pretende subrayar acaso que cree en la posibilidad de un disfrute más profundo, es decir, en una auténtica experiencia humana que además involucre a otro. Las pajas, para seguir con la imagen elocuente, no son difíciles de concretar. Dan incluso placer. La cópula, en cambio, requiere de esfuerzo, palabras, deseo y, por encima de todo, o por debajo de todo, poner el cuerpo. Conclusión. No hay voluntad sin cuerpo.
L.

sábado, 29 de octubre de 2011

La voluntad II


Cuando se tienen ganas de algo hacen falta obstáculos. Cuando lo deseado se obtiene fácil la voluntad se torna impotente. Si uno camina todo el tiempo sobre un suelo plano los músculos necesarios para subir montañas se atrofian. La voluntad se pierde por falta de ejercicio. O por desear apenas lo que está al alcance de la mano. La clave está en el esfuerzo. A la larga lo que da trabajo da resultados. Y vale oro. Lo que no cuesta nada, finalmente, no vale nada.
L.

viernes, 28 de octubre de 2011

Astiz y la escarapela


Mientras era sentenciado a cadena perpetua, el miércoles último, el soldado heroico Alfredo Astiz acarició ostentosamente la escarapela que lucía en un doblez bien planchado de su traje. Como los zorros del campo el ángel rubio es astuto. Y como las hienas del bosque sonreía provocadoramente ante las cámaras. Me quedé pensando en su acto simbólico, casi erótico, de frotar la escarapela, es decir, el símbolo patrio, el mismo que los subversivos French y Beruti repartieron a la población, también subversiva, en mayo de 1810. Recordé unas pocas cosas más. La dictadura que alumbró a gente como Astiz, alias Gustavo Niño, no se limitó a los símbolos. Tomó el poder básicamente para que pueda aplicarse en la Argentina un programa económico antinacional y antipopular. Todas nuestras riquezas fueron entregadas patrióticamente a los capitales extranjeros por orden de José Alfredo Martínez de Hoz, ministro económico de la dictadura. Luego, esto lo sabe todo el mundo, el soldado rubio se rindió heroicamente ante los ingleses en Malvinas sin disparar un solo tiro. Es cierto que entre los militares suele rondar un espíritu nazionalista que incluye escarapelas, banderas celestes y blancas, escudos, himnos, cañones y otros signos de la argentinidad como el tango, las empanadas, el fútbol y el asado. Pero en los hechos esos uniformados no defienden a los argentinos. ¿Hace falta recordar que la patria es un conjunto de hombres, mujeres y niños con derecho a disfrutar de la tierra, la justicia, su historia y el trabajo? Defienden sí a sus jefes, todos ellos fieles a un imperio ávido por apropiarse de nuestros recursos. Para completarla Astiz glorificó la argentinidad, es decir, la escarapela, mediante secuestros, torturas y traiciones derechas y humanas. Deberían meditar sobre estas cosas los que aún hablan en nombre de la patria, los que cuelgan banderas de Radio 10 en los taxis y en los balcones, los heroicos patriotas de cartón que sueñan con viajar a Miami así sea en un avión lleno de cadáveres... subversivos.
L.

Poligamia en Polinesia


Tema de debate en un taller de escritura universitario. Ocurrió esta mañana. Hacía calor y nadie quería escribir o comentar algunos cuentos de lectura obligatoria. Surgió, no sé cómo, el tema de la infidelidad y sus consecuencias para la pareja. Traté de darle nivel intelectual al intercambio y mencioné el malestar en la cultura. Se trata de un libro clave de Sigmund Freud donde el fundador del psicoanálisis desliza la idea de que existe algo del orden de lo instintivo o del deseo que interfiere en el mundo civilizado. Es una especie de mosquito cuyo zumbido no deja nunca de sonar. A todos nos gustaría portarnos bien, no derramar vino en la mesa, ser obedientes, sanitos y buenas personas. Pero hay un malestar de fondo que conspira secretamente contra las mejores intenciones. Un alumno admitió que podría serle infiel a su novia pero que no quiere hacerlo. Son dos temas resumidos en formas verbales. Podría. No quiero. Entre ambos polos se dirime la cuestión. Una participante mencionó un proverbio conocido. Ojos que no ven/ corazón que no siente. La idea sería cometer el acto pero garantizar que no se difunda. Alguien no estuvo de acuerdo. Dijo que de todos modos la culpa, o la responsabilidad, genera angustia en la pareja. No nos poníamos de acuerdo. Cuando el debate parecía llegar a su fin Lucila, otra integrante del taller, dijo que el hombre es polígamo por naturaleza. Sí, dije yo guardando las carpetas y los libros en la mochila. Pero ninguna poligamia es tan polígama como la de las islas de Polinesia. Allá nadie es de nadie y todos son de todos.
L.  

Lo imposible I


Dar clase es apostar a algo irrealizable. Ese algo está relacionado con una vaga esperanza de modificar actitudes, compartir descubrimientos personales, enriquecer el alma de los alumnos en un sentido virtuoso. Esa fue la utopía tradicional del acto educativo. Hoy el sueño está negado o, al menos, puesto en duda. Los maestros entienden que no pueden cambiar a nadie ni siquiera un poco. Asumen resignados que el mensaje no llega al otro lado por una multiplicidad de razones. Una de ellas puede ser generacional. Incomprensión mutua de etapas diferentes. La otra se relaciona con una grave desconexión tecnológica. Es un triunfo admirable del capitalismo universal haber logrado la ruptura definitiva del puente que alguna vez unió así sea parcialmente a las personas. La pizarra blanca de las aulas ya no tiene poder de seducción. Nada se compara a la oferta infinita de una pantalla de blackberry. Pero el problema trasciende a las prótesis electrónicas. El desinterés enciclopédico que reina en las aulas es ilimitado y deben existir otras razones para generar un cambio tan extraordinario. ¿Qué queda entonces de la pedagogía, de las divinas ciencias de la educación, del sentido sagrado de la transmisión oral? ¿Cómo reconstruir la escuela que ha sido y es bombardeada justamente por quienes dicen defenderla y amarla? Retomando. Dar clase es una apuesta a algo irrealizable. Por ahora no hay opción. Habrá que seguir apostando a lo imposible porque -dice el poeta- de lo posible se sabe demasiado.
L.

Lo imposible II

jueves, 27 de octubre de 2011

Para las principales cosas de la vida hay que poner el cuerpo. Eso duele. Eso da miedo. Eso compromete. Para las otras cosas alcanza una manito levantada, una fotito, una promesa que jamás será cumplida, una frase hecha. Pero es inútil. Tarde o temprano hay que poner el cuerpo. Y jugarnos enteros por algo o por alguien.

Sexo como descarga


Leo un diario íntimo demasiado íntimo de una alumna de taller literario que, en el primer ejercicio, admite cierta adicción al sexo como forma de descarga. Dice que si bien es algo pasajero, no relacionado con la idea de amor o algo en esa línea, se alivia un poco haciéndolo a los saltos, es decir, de manera indiscriminada. La chica no se jacta de eso. Al contrario. Lo ve como un problema, un grave error o algo así. Pero dice que por el momento no encuentra otro modo de amortiguar su angustia. Pensé en la cuestión y decidí escribirle diciéndole que el sexo es algo casi sagrado. Que no es un delivery o una bebida que se toma y chau. Le dije que no somos tanques de agua o mangueras que necesitan descargarse. Al contrario. El sexo bien entendido no es una descarga sino una carga oscura y luminosa a la vez. No nos vacía sino que en realidad nos llena. Pero que incluso el acto en sí no está aislado de las palabras, de sentimientos, de complicaciones. Le dije a esta alumna que se calme. Hasta cité a Silvio Rodríguez cuando en su tema Paladar se pregunta qué negocio es éste donde hasta el deseo es un consumo. Hasta ahí fue todo. La chica no respondió aún al aburrido sermón.
L.
Pasamos rápidamente de la euforia a la caída. Es algo parecido a lo que pasa con el orgasmo o con un partido de fútbol. Entusiasmo sin límites, depresión, alegría, desesperación, felicidad. Y todo así. Lo ideal sería encontrar un punto intermedio. Calma. Algo más equilibrado que nos permita vivir sin altibajos. Pero qué difícil, maldición, cómo cuesta alcanzar ese maldito punto medio.
L.

Me quiere

Amor eterno


Discutimos con Andrea sobre amor y temas afines. Ella dice que la conquista de alguien es fácil y aún banal. Cualquiera conquista a alguien. Lo que cuesta es construir lo que Andrea llama el amor verdadero. Le digo que tal cosa no existe. Ella se enoja. Finalmente nos ponemos de acuerdo en un punto. Una pareja construye una historia que se compone de cosas vividas, coitos experimentados, músicas, códigos, bromas secretas. Esa historia no tiene remplazo. A mí me puede gustar una mujer que veo en la calle pero con ella no tengo historia. Me gusta su cuerpo, su estilo de vestir un poco hippie o intelectual, tonterías perfectas. Pero no tengo pasado con esa mujer casual. No tengo códigos, no tengo coitos, no tengo lo que Andrea llama amor verdadero. Quizás exista algo así llamado. Pero hay que ganarse el derecho a conquistarlo y sostenerlo. ¿Amor eterno? Eso es difícil de asegurar y garantizar. Pero qué lindo sería.
L.

Sin besos

miércoles, 26 de octubre de 2011

La sentencia


No volverán los muertos ni los hijos robados, torturados o asesinados. No volverán ex compañeros como el negrito Avellaneda o Eleonora del Nacional Vicente López. Ellos fueron aplastados, drogados y arrojados al agua. Una mujer fue violada siete veces por un uniformado que en una audiencia se dijo amante de la familia y se mostró católico practicante y fervoroso. La marea no traerá de vuelta a las víctimas. Pero aún así. Para los culpables llegó la hora de pagar. Esa ley, la del precio, ya fue anticipada por Anaximandro seis siglos antes de Cristo. Hay una justicia que rige la mecánica universal. Tarde o temprano se hace notar. Llega la hora para todos. No se salva nadie. Que lo vayan sabiendo los genocidas del mundo entero. La sentencia tarda, desarma y cansa. Pero llega.
L.
Esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues

¿Lloverá mañana?


Leo una entrevista a una prestigiosa meteoróloga argentina. Su título completo es directora del centro de investigaciones del mar y la atmósfera. Se llama Carolina Vera. Dice que es difícil predecir el clima porque no hay herramientas lo suficientemente desarrolladas. El clima varía mucho y es una combinatoria difícil de entender. La entrevistada no acepta, como se decía antes, que la atmósfera es totalmente caótica. Algo puede hacerse en medio del azar. En 1998, por ejemplo, llovió dos veces más que lo normal. El equipo que dirige Carolina había establecido que llovería tres veces más, o sea, no estuvo tan mal. Pero más que eso no se puede anticipar. Tampoco la vida es predecible. No sabemos qué será de nosotros, si seremos amados o abandonados, si viviremos o moriremos, si viajaremos o nos quedaremos, etcétera. Ojalá todo se redujera a saber si lloverá en tal día dos o tres veces más que lo normal.
L.

martes, 25 de octubre de 2011

Mujeres desesperadas


¿Por qué las mujeres le dan tanta importancia a la pareja, al hombre, a los hijos? Son capaces de mantener dos o más relaciones con tal de no quedarse solas. ¿Por qué tanta preocupación? ¿Tendrán miedo a morirse solas? Creo que los hombres no nos tomamos el tema tan a pecho. Se puede vivir bien sin pareja. Es posible encarar 10 mil proyectos en soledad. Pero las mujeres...No las entiendo. Para ellas el tema de los hombres es central. Pero, ¿por qué?
L.

Sostener


La palabra clave del yoga y de la vida es sostener. En yoga sostener la postura aunque duela. Si duele atravesar el dolor. No negarlo ni desviarlo. Atravesarlo. En la vida igual. Sostener aquello que empezamos. No interrumpir la construcción del puente en la mitad del río. Puede caerse alguien al cruzar. Madera con madera. Clavo con clavo. Hasta que el puente alcance la otra orilla. Y recién ahí, en caso de ser necesario, cada uno por su lado. Pero antes...sostener.
L.
Ni Andrea ni yo usamos este blog con fines confesionales. Esto no es facebook. No hay acá ninguna historia verdadera. Nada que nos haya ocurrido tal cual se cuenta. No nos interesa compartir lo que vulgarmente se conoce como realidad. Hacemos un trabajo con el lenguaje obviamente limitado por nuestras propias limitaciones en ese sentido. Estamos más atentos a la música de las palabras, al ritmo y a algunas cuestiones técnicas que al supuesto "contenido" de los posteos. Aclaramos el punto para evitar odiosas confusiones.
L.

No todo fue naufragar

Cables


Por aburrimiento cuento la cantidad de pasajeros del colectivo 132. La suma da alrededor de cuarenta. Treinta y nueve de ellos tienen cables colgando desde sus orejas. Los cables salen de las mochilas, de las carteras, de los bolsillos, no sé de dónde más. Recuerdo la última vez que vi a mi padre en la sala de terapia intensiva del Hospital Italiano. Iba a morir de un momento a otro y estaba rodeado de cables. Me pregunto si algo parecido les ocurrirá a los pasajeros del 132. ¿Se estarán por morir? Ninguno está donde está. Las caras alienadas, algunas sonrisas idiotas, conversaciones, a veces, del tipo ahora estoy en Pueyrredón y Corrientes. La situación es rara. Ningún pasajero está donde está. Sería inútil que alguien pidiera ayuda en el caso de que se sienta mal. Nadie lo escucharía porque están todos enchufados a otro mundo. Es una lástima. En otros tiempos me gustaba mirar las orejas de las mujeres, el hueco profundo, las vueltas internas en forma de espiral, los aros, el perfume. Todo eso me excitaba. También los escotes. Pero algo se aferra al borde de las blusas e impide ver las tetas. Hay cables que cuelgan como falos y aparatos, igualmente fálicos, ocupando las manos de las pasajeras. Sorpresa. También el conductor del colectivo lleva cables en sus oídos. Ocurrirá un accidente muy pronto pero nadie va a enterarse. Hay algo a favor. Los cables comunican directo al otro mundo. Eso facilitará las cosas después del desastre.
L.

Palabramor


La palabra amor está sobrevaluada. Se abusa de ella. Se la usa hasta para lavarse los dientes y en los discursos políticos. Algunas canciones hacen del amor una tragicomedia que roza lo patético. Admito que se trata de un buen tema ya sea para conversar, para ejercer en los días de frío o calor, o para componer lindos cuadros y poemas. Llevado el amor a la convivencia cotidiana, en cambio, la situación o la escena penden de un hilo. Alcanza a veces una mirada, una palabra de más, una distracción o una acción poco meditada para que todo se vaya al diablo. Si tanta gente habla del asunto, además, debe ser porque existe algo sospechoso ahí, un fondo raro, tal o cual aspecto no demasiado transparente. Pero no habría que asustarse por eso. Quizás un camino sencillo consista en no ponerle nombre a esa divinidad incomprensible. Quizás haya que dejarse llevar, día tras día, como quien camina bajo la lluvia o el sol, y goza o sufre de eso...y no sabe por qué ni por quién ni para qué.
L.

Más allá del horizonte

Periodismo impotente


Más allá de consideraciones políticas los resultados de las recientes elecciones presidenciales en la Argentina mostraron y demostraron la inutilidad del periodismo. Lamento decir esto por mis colegas que viven de ese oficio y también por mis alumnos que lo estudian con la idea de que a partir de ahí van a cambiar el mundo o algo parecido. En las redacciones de los grandes diarios se vive también de la ilusión de ejercer cierto dominio sobre la gente. Los editores creen conocer las necesidades del lector y suponen que tienen poder sobre la opinión pública. No hacen falta demasiados argumentos para demostrar que esa idea carece de todo fundamento. Cristina no debió haber arrasado en los últimos comicios a juzgar por la campaña sistemática ejercida contra ella por diarios, radios y canales poderosos. Cada semana se le atribuía a la presidenta un crimen mayor. Sólo faltaba que la acusaran de puta, montonera y mafiosa. Paralalemente se publicaron decenas de libros periodísticos muy vendidos que acompañaron fielmente la fábrica de mentiras parciales o totales. Sus autores deben sentirse hoy desconcertados. En los diarios no sabrán donde esconderse. Acaso ignoran que el receptor de los mensajes no es un ser amorfo y neutro como imaginan. No es una tábula rasa. Al contrario. Se trata de una persona que piensa, experimenta, observa, duda y decide como cualquier ser humano. El periodismo no cambia la historia y ni siquiera puede influir ligeramente en ella. Tarde o temprano el castillo de arena se derrumba por acción de las olas. Hay lindas definiciones del periodismo ejercidas con ironía aguda. Una es de Chesterton. El periodismo consiste esencialmente en decir Lord Jones ha muerto a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo. Y una más corrrespondiente al genio filoso de Oscar Wilde. La diferencia entre literatura y periodismo consiste en que el periodismo es ilegible y la literatura no se lee. Por ahí va la cosa.
L.

lunes, 24 de octubre de 2011

Parte de la religión


La autodenominada izquierda, al menos en la Argentina, poco tiene que ver con el profundo significado de ese término si se lo entiende como subversión de las normas, espíritu revolucionario, análisis riguroso de los hechos para poder modificarlos. A cambio de eso se ha convertido en un grupo amorfo de ideólogos que hablan en nombre de la "clase obrera" siendo que casi todos ellos son estudiantes de clase media y alta que pasan sus horas en Starbucks escribiendo comunicados altisonantes. No eran así Marx, Engels, Lenin o Trotsky. Los clásicos analizaban situaciones concretas y sacaban de ahí conclusiones también concretas. Un pensamiento justo llevado a sus últimas consecuencias deja de ser un pensamiento para convertirse en una religión, o, peor aún, en una ilusión. Y el porvenir de una ilusión, como advirtió Freud, es el fracaso. La izquierda fundacional fue reflexiva y sólida. La actual llega a ser cómica o patética. La historia se repite dos veces, decía un tal Marx. La primera como tragedia y la segunda como comedia. En eso estamos en tiempos del presunto fin/comienzo de la historia.
L.

Escribir el sexo


No es fácil escribir sobre sexo. Quien lo probó lo sabe. Es difícil evitar los lugares comunes, encontrar el tono, dar con las palabras justas. A veces vagina está bien. Pero a veces no. A veces pene es mejor que pija pero a veces pija es mejor que pene. Pero ni siquiera acertar en ese punto garantiza nada. Muchas veces necesité la palabra concha más que los cigarrillos, escribió Cortázar cuando tocó el tema. Pero también juega el pudor. Y no siempre es necesario lo explícito. La palabra culo es perfecta. Pero en ocasiones quiebra la música. A veces el lenguaje se vuelve anatómico, infantil, médico, sórdido y excesivamente vulgar. La solución quizás sea tomar distancia y considerar que hablar de sexo es tan difícil o tan fácil como describir un paisaje o una escena común. No hace falta la solemnidad ni la brutalidad. Hace falta, apenas, precisión, verosimilitud, convicción, y, por encima de todo, buena escritura.
L.

Color azul

País modelo I


El gobierno estadounidense está satisfecho porque encontró, por fin, la manera de hacer la guerra sin pérdidas de ningún tipo. O con pérdidas mínimas. El modelo triunfante tiene nombre y todo. Modelo de guerra con compromiso compartido. El ejemplo más a mano es Libia. La guerra costó apenas dos mil millones de dólares y no se perdió una sola vida entre los buenos. Apenas murieron unos cuatro mil civiles libios pero ya se sabe que se trata de gente rara, hablan raro, comen raro y en la guerra siempre alguno se muere. Es verdad que esos civiles murieron víctimas de los bombardeos humanitarios de la Otán. Pero bueno. Fue inevitable. Distintas fueron las cosas en Irak donde Estados Unidos invirtió un billón de dólares y perdió a 4.400 soldados. Pero el dolor fue ampliamente compensado con el asesinato de un millón de iraquíes inocentes. Quedaron a mano. También en Afganistán Estados Unidos invirtió un billón de dólares aunque perdió a 1.880 soldados. Pero nada se compara con el prestigio internacional obtenido, McDonald's, Coca Cola, Disneyworld y lindas películas para ver por cable. Olvidemos la guerra. Estados Unidos es un país civilizado y líder ejemplar que no puede ser subestimado y donde la felicidad es, como se sabe, total y completa.
L.

País modelo II


En Estados Unidos muere un niño cada cinco horas. Eso no ocurre por culpa del terrorismo musulmán sino por abuso o negligencia familiar, estatal y social. La información no ha sido brindada por los herederos de Gadafi o Sadam Hussein sino por la BBC de Londres. Un niño cada cinco horas. En 2009 perdieron la vida 1.770 chicos debido a malos tratos. Pero un informe del Congreso estadounidense señala que el número real podría acercarse a los 2.500. Es la peor tasa que registra el mundo industrializado donde mueren cada semana 66 niños menores de 15 años a causa de daños físicos, sexuales o por negligencia. Del total 27 mueren en Estados Unidos. Ni México le gana. El récord avergüenza al país y no es fácil entender por qué. Se trata de una nación avanzada, hacen lindas películas para ver por cable, inventaron McDonald's, Coca Cola y Disneyworld y se trata de un país libre. Hay lindas chicas, y, niños más/niños menos, la felicidad en ese país modelo es, como se sabe, total y completa.
L.

domingo, 23 de octubre de 2011

El optimismo



A diferencia de la tristeza el optimismo está de moda y es bien visto por las agencias publicitarias. La cocacola destapa el éxtasis a cada instante. Hay que ponerle onda a la vida, reírse siempre incluso ante el cadáver destrozado de Khadafi o un bombardeo humanitario sobre poblaciones inermes. Que se jodan. Eso es cosa de amargados. Diversión todo el tiempo. Orgasmo sin caída. Ola de mar siempre espumosa como la cerveza que da alegría para todos.  Leo en un libro de autoayuda un mensaje bien optimista. Por cada minuto de rabia te perdés sesenta segundos de alegría. Es cierto. Siempre podríamos estar peor. Debemos celebrar a toda costa. La experiencia interior no importa. Las farmacias del alma están cerradas para siempre. Igual el efecto de la droga, qué pena, dura poco. Lo ha dicho Chesterton mejor que yo. La humanidad sólo produce optimistas cuando ha dejado de producir seres felices.
L.

sábado, 22 de octubre de 2011

Derecho a la tristeza


Un anónimo o anónima escribe más abajo acerca de su actual estado de tristeza o algo así. Lo dice con pudor, tímidamente, como pidiendo disculpas. Conozco poca gente capaz de admitir que no está diez puntos. La angustia, por menor que sea, suele ser mal vista. Si alguien quiere ser percibido y escuchado debe estar divino y maravilloso todo el tiempo. Por momentos parece que la melancolía fuera un tema obsceno, prohibido, inconveniente desde cualquier punto de vista. Tocarlo sería como desnudarse en público o peor aún. Pero la tristeza, como la alegría, es un derecho que toda persona debería defender hasta las últimas consecuencias. Ejercerlo no significa elogiar la depresión y el dolor. Hay algo dulce en la tristeza aunque el sabor parezca amargo. Hay algo dulce en el lado oscuro de la luna y también en el luminoso. Es un placer que sólo disfrutan los que aman todos los colores. Y todos quiere decir todos.
L.

Corazón de mujer

Intercambio de sueños


Mejor que intercambiar parejas es el intercambio de sueños de una única pareja al despertar. El primero que se levanta medita sobre lo que ha soñado. Pudo ser una pesadilla o incluso una escena erótica o policial. Da igual. Un viaje en tren muestra a dos chicas jóvenes que padecen una grave dolencia. Una de ellas habla alemán. Su espalda está llena de marcas. La otra pide, me pide, que le cante una canción. La situación es rara. Elijo un tema de Fito Páez cuya letra recuerdo mal. La segunda mujer me abraza. La otra se queda con Andrea y le muestra fotos de un álbum mojado. Andrea despierta y cuenta, a su vez, un sueño. Su amiga le ha pedido que dibuje helechos sobre una piedra. Las plantas están junto a una iglesia donde Andrea encuentra a su familia confesándose de espaldas al cura de la parroquia. Los helechos parecen salir de la boca de las jóvenes del tren y el sacerdote canta de pronto una canción de Fito Páez cuya letra recuerda mal. Los sueños también hacen el amor. Y del acto nacen las aves que tarde o temprano llenarán el mundo.
L.

viernes, 21 de octubre de 2011

Los asesinos


El reciente asesinato de Gadafi (O Khadafy según la notación más correcta) y varios de sus  hijos, debe ser rechazado con la mayor firmeza por la humanidad que aún cree en alguna forma de justicia, marco jurídico o como se llame a eso. Es curioso como tanta gente que se dice amante de la vida festeja el crimen con alegría inocultable. Obama anuncia que ahora, gracias a este nuevo cadáver, empieza un mundo mejor. La gran prensa entusiasmada y cebada muestra fotos espantosas del cuerpo ensangrentado y acabado. De aceptarse esta lógica, es decir, la del crimen glorificado y santificado por los podridos poderes y hasta por la opinión pública, el mundo que viene no sólo no será mejor sino que se abismará en la barbarie. Podría decirse lo mismo de todos los demás asesinatos. Bin Laden en Paquistán, el Mono Jojoy y Raúl Reyes en Colombia, tantos otros. Hasta la persona más vil de la tierra merece un juicio justo donde se cumplan los procedimientos establecidos internacionalmente. El otro camino, el asesinato discriminado e indiscriminado, es indigno y, además, infructuoso. Los procesos históricos trascienden a los hombres. La eliminación del otro es una ilusión más y, también, una trampa mortal. Hay un otro siempre. Es conocido el grito viva la muerte del general franquista Millán-Astray en la Guerra Civil Española. Miguel de Unamuno se opuso con firmeza y valentía a ese lema tan caro al fascismo de todos los tiempos. Gadafi fue asesinado por hombres sedientos de sangre y petróleo. Pero no será de ellos el futuro. La vida vale mucho más. 
L.

La oficina


La oficina queda en el puerto y desde los ventanales de vidrio o acrílico se ven los buques enormes que salen rumbo a países lejanos y seguramente hermosos. Mis compañeros no quieren distraerse de sus computadoras, las cuentas, los mails, los celulares, etcétera. Le temen a la posibilidad cierta de realizar sus deseos más añorados y reprimidos. Por eso apagan el aire acondicionado y cierran las ventanas herméticamente. Le temen sobre todo a los barcos. Le temen a la vida. Alguien propuso poner cortinas para que el río no se vea y tampoco florezcan los sueños de playas exóticas con hombres y mujeres desnudos, tambores rítmicos, frutas deliciosas y noches de encanto bajo las estrellas mudas. Ayer hubo dos desmayos. Pronto habrá muertos. Pero mis compañeros persisten en el encierro y la rara fascinación por el ahogo. A veces me canso de esos buzos vocacionales y voy al baño a manera de escape. Descubrí que subiendo a un inodoro y alzando un poco la cabeza puedo ver los barcos desde una ventanita. El vidrio está sucio pero algo se ve. Lo hago en secreto. Casi como un gesto de autoerotismo. Pero nadie se da cuenta y yo disfruto, por unos instantes, de los buques enormes que salen rumbo a las islas flotantes, divinas y desiertas.
L.

Línea de fuga

Mujeres al borde


Suelo escuchar historias de amor vividas por compañeras de trabajo, alumnas, amigas. Me interesan esos relatos de mujeres porque en ellas, no se por qué, daría la impresión de que el mundo afectivo es primordial. Por momentos parece que la relación con los hombres ocupa todo el espacio y que ninguna otra cosa, para ellas, parece tener un verdadero interés...salvo el tema hijos. Eso me atrae no tanto por curiosidad sino por la riqueza que se desprende de cada episodio relatado. Los hombres, no sé por qué, o somos menos intensos o disimulamos mejor el estado de grieta. Pero las historias de amor que cuentan o contamos raramente van más allá de conquistas o jactancias banales y meramente higiénicas. El término es horrible pero elocuente. Son más bien relatos de vestuario y carecen del tono trágico y desesperante que prefiero en las mujeres. Estas últimas parecen colocarse siempre al borde de un abismo (ellas mismas son abismo) y por eso me gusta escucharlas. Por lo menos tres de ellas mantienen relaciones a distancia, algo que las llena de angustia y deseo anticipado. Por alguna razón sostienen en el tiempo esos vínculos sin cuerpo, en parte frustrantes, donde la palabra actúa como un falo poderoso. Una amiga desiste de un chico que conoció por feisbuc cuyo programa con ella consistía, para usar sus palabras, en coger durante aproximadamente dos horas y luego tomarse un taxi a su casa, es decir, ni siquiera cambiar el escenario del acto. Ella se resistió a ser usada como una puta que encima no cobra por sus servicios. Me pareció buena decisión. Una compañera de trabajo sigue ligada a su ex de una manera casi patológica. Dice que la intimidad alcanzada con él fue única y que no cree que algo así vuelva a repetirse con otra persona. Por eso insiste. Lo llama. Le escribe. Intimidad, afinidad, fatalidad, ensoñación. Las mujeres entran fácilmente en estados críticos. Viven al borde del llanto o la explosión. En la mayoría de los casos no sé qué decirles. Tengo la tentación de sugerirles que no se pongan en riesgo. ¿Pero qué cosa es o sería una vida sin riesgo? ¿Acaso no estamos todos en peligro por el solo hecho de nacer, vivir, conocer a alguien, respirar?
L.   

jueves, 20 de octubre de 2011

Las olas

Perfil de Facebook


Román, mi mejor amigo, me metió sin consultarme en Facebook. Detesto a Facebook y a las redes sociales en general. Me gusta la gente de verdad, con cuerpo, olor, sudor, tetas, ombligo y todo eso. Pero a Román no le importó y me registró igual. Ahora estoy recibiendo todo tipo de peticiones de "amistad" y decidí aceptarlas a todas para que nadie se sienta mal. No voy a hacer nada con eso. Apenas me gustaría escribir mi perfil y estoy practicando acá. Nací en Lisboa en febrero de 2046. Me casé en Turquía hace varios años con una vendedora de alfombras pero nos separamos por diferencias religiosas y aún sexuales. Ahora mi novia es colombiana, es decir, nacida en Portugal, en pleno valle del Cauca. Con ella planeamos tener dos hijos por inseminación natural. Me gusta mucho viajar sin salir de casa. Hay un montón de lugares que no conozco y me encantan justamente por eso. Los que conozco me parecen horribles. Pienso que el mundo se está suicidando luego de una meditada decisión y la respeto. Predico una vida sin esperanzas ni desesperación y espero grandes cambios en el último minuto. Así sería, más o menos, mi perfil de Facebook, un lugar donde, como quedó bien aclarado, no tengo nada, pero nada, que decirle a nadie.
L.

Cambiar la vida


¿Se puede convertir la vida en obra de arte, poema o danza de los pájaros? La tarea no parece fácil. Hubo muchos intentos en ese sentido y ninguno tuvo resultados óptimos. El programa del surrealismo consistía en transformar la vida en poema y operar una revolución en los espíritus, las costumbres y la vida social. También el romanticismo buscaba algo en esa línea. Volver poética la existencia y cambiar la sociedad. Para lograrlo unos y otros apelaron a la subjetividad, a cierta disgregación de la realidad objetiva y a una especie de fusión entre sujeto y objeto. La ironía surrealista y el humor sentimental de los románticos iban juntos. En ambos movimientos el amor y la mujer ocupan un lugar central. La plena libertad erótica aliada a la creencia en el amor único y definitivo. La mujer abre las puertas de la noche y la verdad. La unión amorosa vista y vivida como una de las experiencias más altas del hombre que así toca, al mismo tiempo, las dos grandes vertientes del ser, es decir, la muerte y la vida, el día y la noche. Son hermosas ideas pronunciadas en medio de tristes realidades. No por ello resultan descartables como sueño o proyecto. No del todo al menos.
L.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Hay tiempo que perder


Andrea me dice que no tiene tiempo para escribir en el blog. Mi amigo Marcelo no puede encontrarse conmigo el martes a tomar algo y charlar porque la semana viene complicada. Guadalupe me dice que no tiene tiempo de ir a yoga o leer o ir al cine o ver a su novio porque se imponen el trabajo y el estudio y etcétera. Yo no tengo tiempo ya ni de ir al baño y cuando voy en bicicleta por las calles y a toda velocidad ni siquiera me puedo detener a saludar a alguien que aparece casualmente, maldición, por qué habrá aparecido ese inoportuno. Se diría que veo como una desgracia frenar la carrera que no me lleva, en realidad, a ningún lado. En resumen. Nadie tiene tiempo ni para soñar ni para cantar ni para amar ni para ocuparse del alma o de su cuerpo. ¿Y para qué tenemos tiempo entonces? Repito. ¿Para qué sí tenemos tiempo todos si no es para lo que importa? ¿No será hora de inventarnos una burbuja en el desierto de los ruidos para perder el tiempo sin culpa y con el mayor placer?
L.

Cuando pasé por ahí

Es poco, muy poco, lo que podemos hacer para cambiar la vida, nuestra vida y la de algunos más. Pero justamente por ser tan poco, y ser lo único, y ser tan mínimo, no deberíamos dejar de hacerlo.
L.

Ilusiones


Siempre nos quejamos de alguien. Cambió, decimos. Ya no lo reconozco. La gente y las cosas nos desilusionan una y otra vez. La gente y también los lugares. Y hasta los libros que ayer nos encantaron hoy no nos producen lo mismo. Alguien me escribe para decir que está desencantado del trabajo, de la carrera elegida, de su pareja. En esos y otros casos parecidos supongo que la persona en cuestión debería revisar mejor sus ilusiones. O, más aún, vivir la vida en sí misma sin alucinar todo el tiempo con tal o cual objeto de deseo. Vivir la vida significa hacerse cargo de las carencias. Alimentarse de esperanzas no resulta buena dieta. Por algo dice, decía o dijo Freud que el porvenir de toda ilusión es el fracaso.
L.

No es fácil ser libres


La tristeza es todo aquello que disminuye nuestra potencia de obrar. Los poderes establecidos necesitan de eso para convertirnos en sus esclavos. Los poderes tienen más necesidad de angustiarnos que de reprimirnos. No es fácil ser un hombre libre, huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, dejarse afectar por la alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación. Convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo. Convertir el pensamiento en una fuerza que no se reduzca solamente a la conciencia.

Toallas


Cuando ella se va todo vuelve a ser lo que no era. La vieja cama desecha, las toallas mojadas en el piso del baño, algunas revistas abiertas, perfume francés del bueno impregnando parte del aire. Todo eso cuando ella se va. Trato de hablar con el gato o con las plantas pero no es igual. Las plantas y el gato no entienden las bromas. Además, después de la visita, empiezo a ver las cosas con los ojos de ella. Y entonces no sé qué pensar, qué nombre darle al universo, cómo continuar el día sin desvanecerme o estallar como el volcán del sur de Chile. Quedan algunas cenizas que blanquean el patio por donde ella acaba de pasar. Alcanzo a ver todavía las huellas de sus pies desnudos y me quedo mirándolas un rato. Casi como si fuera un arqueólogo que lee los rollos del mar muerto. Conclusión. Cuando ella se va todo vuelve a ser lo que no era. 
L.

Con ánimo de amar

martes, 18 de octubre de 2011

Los otros


Somos a veces muy exigentes con los otros. Lo de a veces es falso. Casi siempre lo somos. Lo de casi es falso. Somos exigentes con los otros. Muy exigentes. Como si nosotros fuéramos unos genios. No aceptamos a la gente como es. Los machistas suelen decir que si una mujer es linda no podemos exigirle que también sea inteligente y luchadora por las buenas causas. Algunas mujeres dicen algo parecido de los hombres. Julio Ramón Ribeyro, el escritor peruano, opina en un libro que una única virtud alcanza para apreciar a alguien. Dice que no debemos pedirle más. Y tiene razón. Mientras se cumplan los requisitos básicos no es justo exigirle a otro/a un gran despliegue de virtudes. Así no hay convivencia posible. Por eso decidí, a partir de hoy, ser tolerante y aceptar a la gente como no es.
L.