Un millón de personas tomando plazas y calles de mil ciudades del mundo no es poco. Mezcla de asambleístas a la porteña, hippies recuperados para la causa, desocupados o parados como dicen en España, jóvenes sin rumbo, rebeldes de cualquier tipo, gente que se cansó de pensar la democracia solamente como un voto cada cuatro o cinco años, en fin, eso son los indignados que se propagan por el planeta. Se trata de una protesta global y amorosa contra el capitalismo y a favor de una democracia directa y efectiva. Todavía es temprano para evaluar la profundidad del movimiento y su futuro. Pero no es tarde para alegrarse por las multitudes que ocupan mil ciudades con un reclamo que también es una advertencia. Lo dice un graffiti. Si no nos dejan soñar... no los vamos a dejar dormir.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario