Pasamos rápidamente de la euforia a la caída. Es algo parecido a lo que pasa con el orgasmo o con un partido de fútbol. Entusiasmo sin límites, depresión, alegría, desesperación, felicidad. Y todo así. Lo ideal sería encontrar un punto intermedio. Calma. Algo más equilibrado que nos permita vivir sin altibajos. Pero qué difícil, maldición, cómo cuesta alcanzar ese maldito punto medio.
L.
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