jueves, 20 de octubre de 2011

Cambiar la vida


¿Se puede convertir la vida en obra de arte, poema o danza de los pájaros? La tarea no parece fácil. Hubo muchos intentos en ese sentido y ninguno tuvo resultados óptimos. El programa del surrealismo consistía en transformar la vida en poema y operar una revolución en los espíritus, las costumbres y la vida social. También el romanticismo buscaba algo en esa línea. Volver poética la existencia y cambiar la sociedad. Para lograrlo unos y otros apelaron a la subjetividad, a cierta disgregación de la realidad objetiva y a una especie de fusión entre sujeto y objeto. La ironía surrealista y el humor sentimental de los románticos iban juntos. En ambos movimientos el amor y la mujer ocupan un lugar central. La plena libertad erótica aliada a la creencia en el amor único y definitivo. La mujer abre las puertas de la noche y la verdad. La unión amorosa vista y vivida como una de las experiencias más altas del hombre que así toca, al mismo tiempo, las dos grandes vertientes del ser, es decir, la muerte y la vida, el día y la noche. Son hermosas ideas pronunciadas en medio de tristes realidades. No por ello resultan descartables como sueño o proyecto. No del todo al menos.
L.

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