domingo, 16 de octubre de 2011

Ni hablar


Abro los ojos y de pronto es octubre. Primavera, pajaritos y esas cosas. No voy a ponerme a hablar de lo rápido que pasa el tiempo y que no me doy cuenta. Pero me asusta un poco eso. Me asusta que la vida pase silbando a mi lado y yo esté demasiado ocupada. Hoy el sol amaneció tapado de cenizas. Las calles con una neblina gris y pesada que, con el correr del día, se fue disipando. Los peces que viven en mi estanque se asoman tímidamente esperando que los venteveos no los descubran. Los escucho gritar cerca y lejos todo el tiempo. Bichofeo, bichofeo, bichofeo. Así les decía cuando era chica. Cuando cae el sol se convierten en lechuzas blancas y enormes bajo las estrellas. Yo espero. Mientras tanto cubro mi escritorio con expedientes y libros de Derecho, pongo la mesa, barro el piso, doy vuelta el cartel de abierto en el negocio, cubro mi mesa de luz con Bukowski, Lispector y John Fante, tomo pastillas contra el colesterol, escribo unas pocas líneas y miro los peces. De coger ni hablar.
Celes

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