sábado, 31 de julio de 2010

Puerto Amor


Dicen que fue la mejor época. Cuando la abuela vivía mis hermanos eran todavía niños y en la finca sólo crecían unas pocas matas de algodón. Lo único que podía pasar en esos tiempos era cualquier cosa. Por ejemplo un lago que papá construyó para almacenar el agua que caía en temporada de lluvias. Puerto Amor, así lo bautizaron, se convirtió en centro de reunión de la familia. Ahí se preparaba el asado y el sancocho de gallina cocinado a leña. Bajo la sombra de los samanes colgaban hamacas en las que descansábamos luego de largas caminatas. Lo que más me gustaba de Puerto Amor era la canoa que usábamos con mi padre para cruzar el lago. No sé de qué hablábamos en esos viajes. Quizás de la casa en el árbol con la que soñaba de chica. Ahí, papá, le decía. Y señalaba el ceibo sembrado en medio del agua. ¿Qué queda hoy de todo aquello? La abuela murió. Mis hermanos crecieron. La finca es ahora un terreno fragmentado. Y Puerto Amor, si es que alguna vez existió, fue absorbido por la tierra tras una larga sequía.
Andrea

Guevara en otro mundo


En agosto de 1967 la columna guerrillera de Ernesto Guevara ingresa en su etapa más negra. Los hombres que lo acompañan en Bolivia están enfermos y exhaustos. Y yo con un caso de asma que no puedo controlar, escribe el Che en su diario. Se abren paso a golpes de machete por la brutal maleza del sudeste avanzando bajo la lluvia y el viento helado. En un breve descanso Guevara es fotografiado en un árbol leyendo un libro. Luego se lo ve llenando cuadernos sobre economía socialista. El 10 de septiembre apunta un suceso que, en su habitual tono irónico, califica de récord. Casi olvido mencionar que hoy me bañé por primera vez en seis meses. No había más comida y (escribe entonces) entramos en la era de los pájaros. La opción que resta es cazar aves para alimentarse. Dos meses después, detenido por el ejército, da consejos a una maestra (visitante ocasional en la escuela donde será ultimado) sobre lucha y educación. Parecía ajeno, distante, superior. Diez años antes ya había exhibido esa actitud sorprendente. El pequeño grupo de desembarco del Granma había caído en una emboscada y Guevara, pensando en la muerte inminente, evocó una lectura de otros tiempos. Lo anota más tarde en un texto doctrinario. Recordé un viejo cuento de Jack London donde el protagonista, apoyado en el tronco de un árbol, se dispone a acabar con dignidad su vida.
L.

La felicidad


Un movimiento político de Brasil pretende elevar la felicidad a derecho constitucional. Mais feliz, liderado por un tal Mauro Motoryn, dice que el Estado debería crear las condiciones para que las personas sean felices. La iniciativa quizás se inspire en la experiencia del pequeño estado de Bután, uno de los países más pobres del mundo. En 1972 al entonces rey de esa tierra condenada se le ocurrió la brillante idea de suplantar el clásico PBI por algo llamado Felicidad Interna Bruta, índice compuesto por 73 variables diferentes que comparan el bienestar y la satisfacción con la vida miserable de los habitantes. Brasil, según una reciente encuesta de Gallup, ocupa el puesto doce en el ranking de los países más felices del planeta. Uno de los primeros es o era Colombia, país hermoso pero gobernado por el crimen institucional, las mafias del narcotráfico, la violencia indiscriminada y las siniestras bandas paramilitares. Al margen de esto y aquello la idea de elevar la felicidad a derecho constitucional resulta por lo menos absurda. La alegría de la gente no depende de ningún índice económico, social o político. ¿Qué cara habría puesto el filósofo irlandés Bernard Shaw ante la propuesta del movimiento Mais Feliz? El cáustico Shaw solía decir que nadie podría soportar una vida llena de felicidad. Semejante cosa (dijo) sería algo demasiado parecido al infierno.
L.

viernes, 30 de julio de 2010

La gran devoradora


Y me veo caminando ebria, dirigiendo a los que he convocado e invocado. Avanzo como si hiciera el amor. Sin duda bebo mucho en esos días, hablo mucho, bailo, canto, cuento, beso, toco, me dejo, me la dejo, me dejo por todas partes, estoy receptiva, disponible, abierta como una herida, aceptando todo lo que venga (dedos, sal, semen, alcohol). Hacia la gran devoradora que no examina, no discierne, no identifica.
Alejandra Pizarnik

¿La verdad desnuda?


María (ex alumna de Tea y amiga desde siempre) leyó mi blog hoy, recién, por primera vez. Dice que le gustó pero que a veces siente, ante tal o cual posteo, que me paso de rosca con el sincericidio, es decir, con esa “verdad” al desnudo que no siempre tenemos ganas de leer o de tragar. Entiendo de qué habla. Esa actitud suele ser una de mis taras y, sí, puede llegar a hacer daño. Me lo han criticado más de una vez. De eso habla justamente Llegar hasta el fondo, un texto de hace pocas horas que se puede leer abajo. Pero, ¿podré cambiar a esta altura? Esa es la primera pregunta que me hago. La segunda es, ¿debo pensar en ganar lectores a la hora de escribir acá? Antes pensaba que sí. Ahora lo dudo y trato de adoptar una postura cada menos demagógica. En lo personal este blog me sirve para entrenar escritura y pensamiento hasta tres o cuatro veces por día. Si eso causa efectos buenos, regulares o malos entre eventuales lectores, si interesa a alguien o no interesa a nadie en absoluto, deja de ser mi problema. No soy un monje tibetano. Trato, eso sí, de compensar la pesadez frecuente con temáticas más universales o literarias en el buen sentido. Pero a veces, María, ni eso.
L.

Lluvia y tristeza


Esta tarde en Lima llueve como nunca/Y no tengo ganas de vivir, corazón. Así empieza un poema de César Vallejo. El texto es hermoso. Pero más allá de eso no hay razón aceptable que vincule lluvia con tristeza. Sin embargo (quién sabe por qué) la idea está misteriosamente instalada en nosotros. Lluvia igual tristeza. Sol igual felicidad. La relación entre ambos elementos no deja de ser absurda. El clima nada tiene que ver con lo anímico. Ni el clima ni nada exterior. La procesión va por dentro en todos los casos. Alguien puede asociar la lluvia, también, con un encuentro sexual especialmente intenso, un llamado inesperado, una gotera mágica o un mate amargo y bien caliente. También con buena música, un libro de aquellos, una linda boca para besar. Quizás debamos desembarazarnos de las convenciones maceradas desde siempre en la literatura y la canción romántica. Dicho de otro modo. Quizás debamos aprender a sentir la vida sin ideas previas sobre nada. Sentirla y verla siempre con inocencia y como si fuera la primera vez.
L.


La foto fue tomada por Andrea en las cataratas del Iguazú.

Llegar hasta el fondo


Fui criado en la idea de ser profundo. Mi madre decía que yo debía conocer las primeras causas. Decía que el origen de la guerra, la miseria y la explotación es el capitalismo. Por eso había que hacer la revolución. Cuando abordó la cuestión sexual traicionó esa lógica. Me dijo que si uno se enamora fuerte de una mujer la dejará embarazada. Creo que de ese modo quiso eludir el coito como acto necesario y placentero. ¿Amor sin cuerpo? El dato me preocupó. Lo último que recuerdo de sus lecciones es que yo debía alcanzar el fondo de todas las cosas. Recién leí algo en el diario íntimo de Alejandra Pizarnik relacionado a esos mensajes. A pesar del miedo, el más grande que sentí hasta hoy, debo llegar al fondo. La gran poeta se suicidó a los 36 años en 1972. Su error, quién sabe, fue escuchar los consejos de mi madre. Quizás convenga no ser tan profundo, no buscar las primeras causas, ser un poco superficial, aceptar el dolor, vivir el placer, no llegar al fondo sino a la mitad.
L.

Lección del viento


El viento no se deja fotografiar. Eriza la piel. Es invisible. Se revela en hojas, cortinas, veletas o papeles sueltos. El viento es impúdico. Despeina a las mujeres. Se mete adentro de sus polleras. Besa y toca. El viento llega más lejos que nadie. Empuja los barcos. Pero también los hunde. El viento es aire en movimiento, zumbido nocturno, golpes de muerte en la ventana. No hay barrilete sin viento. No hay veleros ni semillas ni sueños ni banderas.
Y nada más lindo que el viento cuando juega con el mar.
L.

La foto es de Andrea.

Lección del agua


El agua fluye como el tiempo. Remite a un punto indeterminado del espacio. Es flexible, callada, blanda. Se impone sin gritar. Vive alto y busca lo bajo. No confronta. No tiene forma. Se adapta al recipiente que la contiene. Es deriva incierta. El agua es equilibrio. El nadador supone que puede alterarlo. Se tira de cabeza en un clavado espectacular. Por un momento piensa que ha ganado. Llegó hasta el fondo. Luego aprende que el agua es invencible.
L.
La foto fue tomada por Andrea en las cataratas del río Iguazú.

jueves, 29 de julio de 2010

Los que se aman


Los que se aman no piensan el amor. Lo ejercen. No precisan viajar ni quedarse en casa. Tampoco necesitan casa. La llevan puesta como los caracoles. Los que se aman no se sacan fotos, no mandan mails en cadena para anunciar que se quieren, no alquilan videos porno para excitarse. Viven calientes que es mejor. Los que se aman saben que un día terminará el amor, la vida, el deseo. Esa conciencia no los aleja. Al contrario. Los une todavía más. El mundo es ciego y sordo. Dos que se aman son dos que se miran.
L.

miércoles, 28 de julio de 2010

Sobre qué escribir


Para todo narrador o poeta la duda es frecuente. Sobrevuela también, como un fantasma, en los talleres literarios. ¿Sobre qué escribir? Mal comienzo. O la pregunta está mal hecha o directamente debería ser abandonada. Lo que importa no es el qué sino el cómo. La elección de un buen tema es conflictiva tal vez para un periodista. No lo es (o no debería serlo) para un escritor serio. Para este último, como para un músico o un pintor, el problema es dar con la forma adecuada. También Pizarnik se pregunta lo mismo en sus diarios. Y en el acto alumbra un postulado razonable y lúcido. Voy a decir lo que puedo para escribir un día sobre lo que quiero.
L.

Alejandra y el sexo


Si algo sorprende en el diario íntimo de Alejandra Pizarnik es la obsesión por el sexo. El punto es doblemente llamativo para quien se presenta como la enamorada del viento y lo imposible. También aquí la irradiación del absoluto no deja lugar para lo común, lo de todos los días, es decir, para lo que salva. Pizarnik dice que en lo sexual odia las posturas "naturales" tanto como las palabras tiernas y ya conocidas. Y dice. Sin una vida sexual extraña y peligrosa no puedo vivir. Y dice. Una vez terminado el acto de amor hay una tristeza de deseos apagados, un desorden mudo, un arrepentimiento absurdo. Esto ya no sorprende. La enamorada del viento abomina de la luz amortiguada. El orgasmo, qué pena, no es eterno. Y entonces claro. Entonces el suicidio es el coito perfecto. El acto realizado.
L.

Por costumbre


Aquí encierran a putas y locas, dice la mujer de blanco. De aquí no sale nadie, ordena y se pinta las uñas y quiere que trague esa porquería que con rima insoportable llaman leche con pan y tinieblas de azafrán. Vómito de perro. No hace muchas horas me ataron al molino del hospicio. Lo hacen por costumbre. Esto es un asco, le digo a la mujer de blanco. Esta mañana me ataron a un molino. Ella huele como los árboles después de la lluvia, decía M cuando el mundo no era inmundo y la vida no era eso en que se convirtió. Ahora huelo como los troncos mojados donde permanezco atada en las mañanas. Puta y loca, dice la mujer de blanco. El viento y el río se abrazan como dos borrachos que vuelven de la feria. Los árboles huelen a incienso. Los que aún viven morirán arrepentidos de no haber enloquecido al menos una vez, o creado una frase hermosa, una luz, un desafío y la canción de los ángeles caídos, puta y loca, remacha la mujer de blanco y me arroja a la cara esa porquería que, con rima insoportable, llaman leche con pan y tinieblas de azafrán.
L.

Por si acaso


Por si acaso convendría no mirarse demasiado al espejo. No pensar tanto en yo y yo y yo. Por si acaso no confiar en las ideas, en el blog, en las grandes frases. Por si acaso dudar de la palabra, el acto, la sabiduría. Por si acaso ponernos a prueba como si nada hubiera ocurrido. Escuchar otras voces y mancharnos con la vida. Aceptar que hay alguien más. Debe ser por eso que amamos. Por si acaso.
L.

Por ahora


Una modelo famosa de la que soy amigo hace años me dice que por ahora seguirá siendo un producto a la venta. Me dice que es triste pero es así. Me dice que no le tiene miedo a la tristeza. Me dice que el supuesto amor de su vida la dejó por eso. Porque no soportaba que ella arruinara su careta perfecta y ciega a los verdaderos sentimientos. Me dice que ha resuelto fingir. Me dice que a veces conviene que la procesión vaya por dentro. Me dice que de esa forma se ahorrará la mirada reprobatoria de personas que viven aceitadas contra la verdad. Cuidado, le advertí citando a un poeta.
La gente de por aquí se ha convertido en la gente que finge ser.
L.

Brasil y piano

Elogio de la moderación


No se puede vivir cada día como si fuera el último. O levantarse a la mañana pensando que vamos a morir. No es para nada aconsejable hacer del amor (cualquier amor) un acto heroico y sacrificial. Por más que nos guste una persona no sería bueno entregarnos a ella de una manera total y absoluta. La obsesión no es aconsejable en ninguna de sus formas. Ni siquiera en la artística. Por más inspirado que esté un hombre (por más valiente y trascendental) en algún momento debe ir al baño, tomar agua, visitar amigos, ir al cine, comprar manzanas en el coto, salir de la caparazón. Los extremos se tocan y a la larga se vuelven intolerables. Mejor es buscar la mitad de la mitad de todas las cosas. El punto es la mezcla.
L.

Elogio del extremismo


En la vida hay que radicalizarse. El punto medio es una estafa. O una mediocridad. Radicalizarse. Agua fría o caliente. Jamás tibia. Son pocos y breves los años como para malgastarlos en una existencia resignada, seca, obediente, oficinista. En la vida hay que desobedecer. No digo actuar irresponsablemente. Al contrario. Una persona responsable y atenta debe conocer el árbol por sus raíces más profundas y por las hojas más altas y lejanas. Elijo la subversión de ideas, pasiones y costumbres. Y si existiera una cosa llamada epitafio me gustaría leer, en el mío, algo habrá hecho.
L.

martes, 27 de julio de 2010

Mundo incompleto


Ningún acto de la vida se realiza por completo. Sólo una parte. La mitad o menos. En el desajuste está el secreto. Ningún amor se realiza por completo. Sólo una parte. La mitad o menos. En lo que le falta está el secreto. Ningún viaje llega a destino. Sólo a un lugar. A la mitad o menos. En los sitios perdidos está el secreto. Ninguna idea se realiza total y completamente. Sólo una parte. La mitad o menos. Todas las cosas quedan siempre a medio hacer. Ahí está el motor principal de la existencia. Ahí y en ninguna otra parte.
L.

Escribir con el cuerpo


Mi lectura del diario íntimo de Alejandra Pizarnik está haciendo estragos. Cada párrafo es un abismo sin fondo. Y eso que voy apenas por las primeras cien de las 500 páginas del libro. Llama la atención ahí el suicidio largamente anunciado y cierto egocentrismo enfermizo. Demasiado enamoramiento del yo. Por momentos, aún así, Alejandra entiende que poesía, vida y mundo no están divorciados. La preocupación casi obsesiva por el contacto físico parece un camino posible. La palabra poética, dice, debe estar llena de polvo, de cielo, de amor, de orín, de sexo, de violetas, de sudor, de miedo. Es una lástima que Alejandra no haya profundizado en la visión del lenguaje como instrumento fallido y alejado de la noción de absoluto. De haberlo hecho, quién sabe, no se hubiera matado.
L.

¿Internet embrutece?


Un reconocido experto en literatura y lenguaje de Harvard afirma en un libro reciente que navegar por la red genera un tipo de pensamiento superficial, rápido y disperso. Nicholas Carr (así se llama el autor) escribió algo que podría traducirse como Lo que Internet le está haciendo a nuestro cerebro. Ahí sostiene que el actual sistema de procesamiento de datos privilegia las interrupciones y las nuevas informaciones por encima de las antiguas y no por eso menos valiosas. Cuando la gente busca algo en Google (ejemplifica) no ve el bosque ni los árboles sino apenas las hojas y las ramas. Los contenidos que se obtienen de fuentes simultáneas (más el efecto de fragmentación mental y cotidiana que aporta el celular) no colaboran a la concentración ni a la lectura reflexiva. El chat y el email (con sus alarmas) son distractores notables. Se calcula que un trabajador promedio chequea su buzón de correo entre 30 y 40 veces por hora. Se ha demostrado que los alumnos que tienen computadoras en las aulas (como sucede en varias universidades privadas argentinas) aprenden cada vez menos. Hasta el uso del hipervínculo ayuda a la confusión generalizada. Los que polemizan con el investigador sostienen (como es habitual) que no se puede satanizar a la tecnología sino al uso. El argumento es por lo menos tramposo. Las endiosadas maravillas aportadas por las prótesis electrónicas no pueden ser desligadas del uso masivo y descontrolado. El medio es el mensaje, decía Mc Luhan. Y el mensaje que el náufrago arroja hoy a la red oceánica se ha convertido en mil millones de pedacitos ilegibles.
L.

lunes, 26 de julio de 2010

Diario íntimo


¿Es el blog un diario íntimo? No parece buena idea convertirlo en espectáculo del yo. ¿Para qué desnudarse en un lugar donde ni siquiera hay buenas duchas? ¿Por que justamente aquí? Un diario personal apuesta en parte a una posteridad imaginaria. Pero también al registro minucioso de lo cotidiano, a la revelación prohibida, a una evacuación banal y fisiológica. ¿Qué pueden valer para un lector este día, esa descripción, aquella frase? ¿A quién le importa que yo o cualquier otro confiese aquí lo inconfesable? El yo multiplicado y egocéntrico acaba siendo aburridísimo. El blog no puede transformarse en un espejo donde el autor mira su ombligo todo el día. Mejor es concebirlo como una caminata, o, mejor, como el descubrimiento de una cueva secreta con salida al mar.
L.

Los miedos de Ana


¿Por qué se mata Ana Karenina? La protagonista de la novela de León Tostói se siente sola. Sufre por estar separada de su hijo Serguéi. Teme por la continuidad del amor de su marido Vronski. Está muy cansada, vive sobreexitada, se vuelve enfermiza e injustamente celosa. Cree que alguien le ha tendido una trampa. ¿Puede ser ese el motivo del suicidio? ¡Tanta gente se acostumbra a vivir en una trampa! No resulta fácil entender los motivos de la extrema decisión de Ana Karenina. Pero, claro, no es lo único difícil de entender.
L.

Las dudas de Pizarnik


¿Quién no cree en esto o en aquello? ¿Quién no se desangra en la lucha? ¿Quién no llora pensando en el mar? ¿Quién no duerme en un lecho de amapolas? ¿Quién no posee un silencio, un tiempo, una música? ¿Quién no baila su propio ritmo? ¿Quién no tiene un sexo para alegrarse, una palabra en que sentarse, una manía para tener vergüenza? ¿Quién no tiene vergüenza de ser?
¿Quién no está enojado con la muerte?
Yo.

Fragmento del diario íntimo de Alejandra Pizarnik.

Las tretas de Emma


La escena erótica más intensa de la literatura no muestra ninguna de esas cosas que solemos ver en las películas. Emma Bovary (la heroína de Flaubert) va temprano a la iglesia. Ahí se encuentra con León, su amante hasta entonces platónico. La mujer adúltera no está segura de acceder. Para evitar lo inevitable Emma se suma a una visita guiada. El autor de la novela frena en ese punto y detalla hasta el hartazgo las explicaciones del guía. Furioso e impaciente León arrastra a Emma hasta el pórtico, llama a un carruaje y empieza la célebre escena de la que no vemos ni oímos nada. Lo único sería que, de tanto en tanto, una voz de hombre suena desde el interior del carruaje (cuyas cortinas han sido bajadas) ordenando al cochero que tome cada vez una dirección distinta para que la sesión amorosa se dilate. Los escritores y estudiantes del oficio tienen mucho que aprender del procedimiento empleado. Con elementos banales y cotidianos (y sin contar un solo detalle del encuentro sexual) Flaubert armó una secuencia inolvidable.
L.

Las tetas de Camila


Visité recién a Maximiliano (nuevo amigo en el barrio) y entre otras cosas me mostró fotos de Camila, su ex novia. Viendo el álbum pude comprobar que la chica es preciosa y además (le dije a Maxi) tiene tetas que es algo fundamental. En ese punto coincidimos. Pasado el momento de las risas llegamos a la conclusión de que una novia, pareja o como se llame tiene que gustarnos en todo sentido. Nos referíamos a la totalidad y no a las partes consideradas por separado. La inteligencia y la sensibilidad son puntos centrales. Pero también las tetas. Y algo más. La mujer que amamos debe ser encantadora hasta en la forma de hablar, de caminar o de reírse.
Si no hay encanto lo demás se cae. ¿O debí escribir se caen?
L.

La isla desierta


Escribir en un blog es como buscar pareja por internet. Un emprendimiento vano cuando no una gigantesca pérdida de tiempo. No niego que alguién pueda encontrar al amor de su vida en la red. De hecho ha pasado. Las revistas cuentan lindísimas historias al respecto. Tampoco digo que el sostenimiento de un blog como Suspendelviaje o cualquier otro no deje satisfacciones, contactos, intercambios enriquecedores, algunos textos valiosos. ¿Pero con qué objetivo encarar un monólogo sin fin ni destinatario visible? ¿Tiene razón el náufrago en arrojar su única botella sana a un mar incierto y plagado de amenazas? La respuesta (si es que existe) encierra una incógnita fundamental. Uno se sigue preguntando por qué hay tantos rostros anónimos y desesperados de hombres y mujeres en lugares patéticos como te busco o en los sitios de encuentro en msn, linkedin y similares. Alguna razón debe haber para que los mal llamados bloggers nos asociemos, entre escépticos e irónicos, al club de los corazones solitarios. Unos y otros somos náufragos que, aún dudando seriamente del acto y su sentido, arrojan al agua y en botella cerrada el mensaje que alumbraron en la isla desierta.
L.

domingo, 25 de julio de 2010

Malditos libros


No es fácil dormir rodeado de libros. Las paredes de mi cuarto están forradas de bibliotecas. Nunca me puse a contar cuántos ejemplares hay en los estantes. Pero supongo que serán miles. A veces (por ejemplo ahora) siento sobre mí la mirada burlona de Yourcenar, Pavese, Kafka, Pessoa, Rulfo, Duras, Flaubert, Sontag y Kawabata. Escucho claramente sus carcajadas mientras me ven escribir unas pocas líneas mediocres para el blog. Murieron hace tiempo. No sé de qué se ríen. Pero ahí están sus palabras como pájaros más fuertes que todas las jaulas. Ellos aprendieron a soñar mejor que yo. Y en la conquista del cielo o el infierno ya ganaron. Una de estas noches les prendo fuego a todos para hacerlos callar. Malditos muertos. Me quedaría la opción de trabajar como ellos hasta las cuatro o cinco de la madrugada. Hoy, mañana y todos los putos días que me quedan. Escribir y hacerlo bien es la única manera de sentir la vida para siempre. No hay fósforo que los queme ni estante que los obligue a dormirse en paz. Pero, por favor, que me digan cuándo y cómo.
L.

Primera vez


Para todo hay una primera vez. Y existen muchas posibilidades de que ese comienzo sea inolvidable por varias razones. Lo será porque fue bueno o, también, porque fue un desastre. Después vendrán segundas, terceras, cuartas, quintas, infinitas veces. La que supera a las demás no ocurre nunca. O sí. Pero -como dice Spinetta- no todo tiempo pasado por pasado fue mejor. Mañana es mejor.
L.

Segunda vez


No existe un ver las cosas por primera vez. Si algo (una mujer, un hombre, una playa, un bosque, una canción) nos conmueve es porque ya nos había conmovido, de manera inconsciente, en un pasado remoto situado necesariamente en la infancia. Sobre la base de una mirada inicial e ingenua se produce un ver los objetos, los paisajes, las personas, siempre, por segunda vez. Es un reconocimiento que se nutre de memoria y no de novedad. Cada uno de nosotros tiene un fondo originario que hunde sus raíces en los primeros años para terminar gobernando todos o casi todos los comportamientos vitales y existenciales. Eso ocurre dentro y fuera del tiempo cronológico hasta alcanzar la rara categoría de eternidad.
L.

Altri tempi

No tomes decisiones los domingos


Hay un grafitti cerca de mi casa donde se lee eso. No tomes decisiones los domingos. Trataré de seguir el sano consejo pintado en la pared de una calle cualquiera. Voy a esperar que acabe la puta lluvia. Voy a poner todos los papeles en sobres grandes. Voy a leer un cuento que me espera desde ayer. Voy a enchufar la estufa eléctrica y voy a hablar muy seriamente con el gato. Ya es hora de que entienda que él tampoco debe tomar decisiones los domingos.
L.

Carta desde lejos


No. No te amo. No puedo amarte porque aún no te he besado ni me acosté contigo. Anoche me quedé completamente dormida frente al computador. Esperaba la palabra mágica. No escribirte y no leerte es añadir un año más a mi vida. O dos. O cien. No quiero eso. Pero muero por tus palabras. También muero cuando soy besada.
Te he dicho que no te amo.
A.

Veinte muertos en la fiesta del amor


Leo en el diario que por lo menos veinte personas perdieron la vida ayer en el festival de música tecno Loveparade (en Duisburgo/Alemania) más conocido como fiesta del amor. La tragedia se produjo en un túnel que conduce a la entrada del recinto cuando cientos de personas furiosas por haber quedado afuera trataron de colarse saltando algunas vallas. Después se enojan conmigo (o me tratan de amargado) cuando digo que el amor no debe ser celebrado con nada ni con nadie salvo los dos únicos interesados. Ni con festivales tecno Loveparade en Duisburgo ni con fiestas de casamiento ni con despedidas de soltero ni con día de los enamorados. La verdadera ceremonia del amor es íntima y secreta y no genera peligro alguno para la vida humana. Al contrario.
L.

Sin estrategias


Una revista dominical presenta una serie de ideas útiles para enamorarse. Tal es el título de la nota. Ideas para enamorarse. Una consistiría en no fijarnos mucho en el aspecto físico de la persona buscada. Esto lo veo imposible. Nadie puede amar a una persona que le parezca horrible o no deseable. La otra idea es buscar algo llamado media naranja que, por extensión, podría también ser llamado media banana (evitar chistes obvios sobre esto), medio kiwi o media manzana deliciosa. La revista aclara sin embargo que tanta complementariedad podría llevar a la dependencia. Eso es verdad. Podría llevar a eso. El último consejo de la revista es tonto pero no por eso menos aprovechable. Dice que lo ideal es empezar por querernos a nosotros mismos. Si lo hacemos tendremos más posibilidades de que se enamoren de nosotros. Perfecto. Todo solucionado. Pero (hablando en serio) cada vez que se toca el tema recuerdo algo que escribe el italiano Cesare Pavese en su diario íntimo. El enamorado no sabe de estrategias. Una vez lo leí en una traducción diferente. El enamorado no sabe de astucias.
L.

Clase de flotación I


El problema está en querer decirlo todo. La pretensión sería equivalente a mostrar todo a la manera del actual show de intimidad que parece ser un signo de nuestra época. Pero justamente en ese mundo sobresaturado de palabras e imágenes el exhibicionismo se vuelve menos efectivo. Por lo demás resulta imposible decir y mostrar la totalidad de algo. En medio de tanto palabrerío uno desearía recuperar el lenguaje puro (virgen) de Adán y Eva. Hablar en una lengua casi gutural como la de los animales. Una forma de flotación posible sería volver al arte de nombrar las cosas nuevamente para llamar la atención sobre ellas. Decía Wilde que la gente no había visto la niebla hasta que determinados poetas y pintores del siglo XIX le enseñaron a verla. De igual modo podría decirse que nadie tuvo jamás una visión completa de la variedad y sutileza del cuerpo humano (desnudo o vestido) antes del cine y la fotografía. Aprender a flotar (en conclusión) sería no hundirse en frases e imágenes vulgares, altisonantes y pretenciosas. Por el contrario se aconseja alivianar el peso muscular, extender los brazos hacia los costados, cerrar los ojos y dejarse llevar a donde sea por la corriente. El agua (que es sorda y muda) nunca se equivoca.
L.

Clase de flotación II


Cuando estamos muy enamorados (contentos) o muy tristes por haber sido abandonados, o, más en general, con ganas de matarnos porque nos sentimos solos o por la razón que sea, convendría no hablar demasiado, no escribir mucho, no hacer alarde sino más bien optar por la discreción. Lo digo por experiencia y no en el afán de dar buenos consejos. En esos estados de exaltación o de grieta recuerdo haber escrito fabulosas tonterías. Hablo, pienso y escribo mejor en los momentos neutros que podríamos llamar de flotación. Cuando hago la plancha con la mente en blanco en el agua y en la vida. Lo ideal es no tratar de expresar nada importante o solemne. Tampoco dar lecciones. La estrategia consiste en hablar por hablar, distraídamente, dejándose guiar por el deseo de seguir flotando y permanecer quietos en la superficie. Entonces sí. Ninguna duda. En situaciones como esa debemos llevar la palabra a la cama y fecundarla sin miedo, con ganas y, sobre todo, con verdad.
L.

sábado, 24 de julio de 2010

Felicidad obligatoria


No está de moda la verdad. Sentirse mal es algo que debe ser cuidadosamente ocultado. Debemos parecer felices a toda hora como si formáramos parte de una publicidad de cerveza. Nos venden un mundo donde la gente ríe constantemente. Es un mundo sin nostalgia, sin dolores, sin rabia ni miedo. Pero no es así la vida. No lo es de ninguna manera. Ciertos árboles sólo fructifican una vez cada veinticinco años. Las golondrinas copulan en vuelo si no hay tormenta. El mundo no siempre es lo que pensamos. La tristeza dejó de ser un derecho para convertirse en una enfermedad. Pero no hay salud posible en las muecas forzadas e impuestas. La rebelión está en ser exactamente eso que somos. Con todo y contra todos. Quién sabe. Quizás la felicidad verdadera empiece justamente por ahí.
L.

Histeria moderna


Cuando uno quiere estar solo abundan las ofertas para salir. Pero si es uno el que tiende la mano (el que llama) nadie quiere saber nada. Es la mecánica social. Tú eres para las mujeres que amas -escribió Pavese en su diario- lo mismo que son para ti las que te pesan. Mecánica social, histeria, jugar a las escondidas. Que cada cual llame como quiera a ese mecanismo perverso y agotador.
L.

Clase de natación I


El psicoanálisis podría ser comparado al arte de la natación. Visto así el trabajo del analista consistiría en mantener a flote (en el mar del lenguaje) a gente que trata de hundirse en el mar de la vida. Ningún ser humano sabe si finalmente aprenderá a flotar y desplazarse por el agua. Resulta difícil comprobar si lo que alguna vez funcionó podrá ser intentado nuevamente. Ni la mejor medicina ni la fe más poderosa garantizan la salvación de nadie. Los bañeros lo saben.
Ahí donde unos nadan otros, inevitablemente, se ahogan.
L.

Clase de natación II


Debe ser en el mar, de noche, nadando sin mirar a los costados. La mente en calma. Usar apenas la energía que haga falta. No molestar a los peces dormidos en el fondo. Atender solamente a las brazadas. Cualquier estilo está bien. Debe ser de noche y sin pensar. El cuerpo alerta y en tensión leve. No perder nunca el nivel de flotación. Respiración rítmica y sueño vertical. Cuidar la posición, el gesto,
el impulso claro hacia adelante. Debe ser en el mar y sin mirar a los costados. Debe ser de noche y sin esperar nada de la vida.
L.

viernes, 23 de julio de 2010

Adiós twitter adiós


Para que nadie diga que soy un cerrado entré a un lugar llamado twitter. Enseguida tuve varios seguidores y enseguida, también, decidí no regresar a ese lugar. Sé que no debo hablar de ésto en público. Me lo dijo mi analista la última vez que la vi. Me dijo que reemplazara el alegato por la propuesta. Entendí lo que quiso decirme. Mi discurso de queja y protesta no es escuchado. Lo peor es que impide que mis otros mensajes (acaso más ricos e inspiradores) lleguen a los demás. De acuerdo. Pero mi decisión de abandonar ese no lugar llamado twitter es irrevocable. Seré un cerrado y caeré en el más sombrío aislamiento. Pero cuando vi a un grupo de seis o siete solitarios monologando alocadamente sobre una infinita variedad de temas sentí mucha pena por ellos. Pensé que quizás no tengan con quién hablar. O que prefieren escribir boludeces en 140 caracteres como ejercicio minimalista. No sé. No voy a pensar en los problemas de esa gente. Me retiro de twitter pero sigo en el blog...para que nadie diga que soy un cerrado.
L.

La nube en pantalones


El título del más famoso poema de Vladimir Maiakovsky, poeta de la revolución rusa, surgió en un tranvía de Moscú. El escritor intentaba levantarse a una chica y, para seducirla sin que se asustara demasiado, le dijo que él no era un hombre sino una nube en pantalones. Cuando se oyó decir esa metáfora perfecta abandonó el cortejo de inmediato. Empezó a hablar de cualquier cosa con tal de asegurarse de que ella olvidara todo lo que había escuchado recién. Después se bajó y anotó nube en pantalones en un boleto. Corrió a su departamento (el mismo donde días más tarde se pegaría un tiro) y escribió el mejor poema de su historia. Hace poco relaté el episodio en un taller literario y Claudia (alumna de armas llevar) se mató de la risa. ¿A qué mujer puede interesarle un hombre que adentro de los pantalones sólo tiene una nube?, preguntó sin parar de reír. Al oír la pregunta entendí, en una especie de iluminación repentina, por qué se había matado el poeta de la revolución.
L.

Manuscrito rescatado en la calle


Van trozos de mensajes y otras cosas que ya no recuerdo. Fueron palabras intensas en su momento que ahora prefiero no releer. Van dos elementos que había sobre un lugar que no es todos los lugares y una lluvia que no es todas las lluvias. Este es el quinto mensaje que escribo. Es el quinto intento de enviarte algo hecho en parte por mí y en parte a pesar mío. Cuando llegue habrá cambiado lo que tengo adentro. Esa es una muestra de que no sólo navegamos por un río. También lo observamos desde la orilla. Frente al constante devenir nada puedo hacer. Va también el beso imprescindible.
¿?

Libros para pasar el invierno


Haciendo orden en mi biblioteca (ya era hora) decidí poner en un estante especial y bien a la vista los libros que quiero leer o releer cien veces más. Para el que le interese comparto la lista de títulos. Kafka en la orilla (de Murakami) cuenta la historia de un joven de 15 años que se relaciona con la misteriosa señora Saeki y con la vida más en general. La mujer justa (de Sandor Marai). Se compone de tres monólogos. En uno de ellos la protagonista descubre que su marido está entregado de cuerpo y alma a un amor secreto que lo consume. Todos nosotros (de Raymond Carver), antología bilingüe del gran narrador estadounidense. Los diarios íntimos de Kafka, John Cheever y Julio Ramón Ribeyro. Nadie encendía las lámparas (del uruguayo Felisberto Hernández), los cuentos más hermosos que pueden leerse para curarse de todos los males. Por último seleccioné la novela que el italiano Cesare Pavese escribió antes de matarse. Se titula La luna y las fogatas y voy a leerla (creo) por tercera vez. Si consigo mi objetivo en una semana será una proeza. Para hacerlo tendré que abandonar este blog por ese lapso. Pero valdrá la pena.
L.

La vida está aquí


Solemos desear lo que se nos escapa al tiempo que despreciamos lo accesible. ¿La vida está en otra parte? ¿Por qué nos cuesta tanto admirar lo cercano? Hasta cuando lo aceptamos creemos que en otro lugar y con otras personas estaríamos mejor. Ese razonamiento suele estar en el origen de las infidelidades y de la generalizada pasión por viajar a cualquier parte. Queremos escapar de lo que está y salir a la caza de maravillosas lejanías. Pero la vida (la única posible) está aquí. En esta parte. Acaso debamos aprender a amarla justamente en su elocuente proximidad. No por estar cerca y presente será menos enigmática, encantadora y deseable.
L.

Suicidio planetario


Una sociedad se define no sólo por lo que crea sino también por lo que decide destruir. Cuando se habla de esto en ambientes progresistas se oyen risas irónicas y perdonavidas. Ocuparse hoy del cambio climático, del destino de nuestros bosques nativos y glaciares o del crimen a cielo abierto que cometen las mineras, es visto como un infantilismo ingenuo. Eso explica que gobiernos autodenominados de izquierda como los de Brasil, Uruguay y Argentina desprecien el cuidado del medioambiente. El Brasil de Lula acepta las queimadas terratenientes en la Amazonia. El Uruguay del Frente Amplio instala ante nuestras costas papeleras que envenenan el agua y el paisaje. Cristina Kirchner permite que los glaciares sean cortados en pedacitos y que la empresa canadiense Barrick Gold arrase con la salud de Abra Pampa, Purmamarca y Tilcara entre otras poblaciones elegidas. Los que piensan distinto son acorralados con la falsa alternativa de ecología o desarrollo. El automóvil contaminante es rey en las ciudades colapsadas. Los peatones y cliclistas somos enemigos a combatir. El mundo de izquierda o de derecha resolvió suicidarse sin pensar en su futuro. Los pobres supuestamente para sobrevivir y los ricos porque se creen a salvo. Estos deberían pensarlo mejor. Todos estamos embarcados en el Titanic.
También los que viajan en primera y en segunda clase.
L.

Amor y revolución


El amor no es algo natural. Es una creación o construcción histórica no visible en la naturaleza. Tampoco es eterno. Lo hacemos todos los días y todos los días lo deshacemos. Dos grandes prohibiciones conspiran contra él. La interdicción social y la idea cristiana del pecado. Para realizarse el amor necesita quebrantar la ley del mundo. En la actualidad el amor es desorden, escándalo, transgresión. Se trata de dos astros o partículas que rompen la fatalidad de sus órbitas y se encuentran en el espacio. Después la familia, la sociedad, la costumbre, la iglesia, el poder tratarán de convertir el accidente en norma y la norma en triste obligación. Defender el amor ha sido siempre una actividad antisocial y peligrosa hasta convertirse en un acto esencialmente revolucionario.
L.

jueves, 22 de julio de 2010

Nuestro jardín


Parece que alguien dio la orden. Disparen sobre Suspendelviaje. En los últimos días recibimos dos o tres mensajes insultantes y obviamente anónimos cuya gramática sofisticada y tenebrosa es sólo concebible en mentes desquiciadas y (lo peor) sin cura posible. Consultamos a especialistas y el diagnóstico fue definitivo. No hay futuro para los envenenadores. Están condenados por siempre a la soledad y el fracaso. Nos duele por ellos pero no vamos a permitir que los cuervos aniden en nuestro jardín. Hemos tomado medidas en salvaguarda de la salud de nuestros lectores (cien por día) y de los casi 150 seguidores estables. Lo ocurrido nos obliga por primera vez en la historia del blog (lanzado en junio de 2009) a poner freno a los psicópatas. A partir de ahora sólo publicaremos comentarios previamente observados. A favor o en contra pero sanos. Invitamos a nuestros amigos a seguir comentando como siempre lo hicieron. O más que antes aún. La aparición de sus opiniones al pie de los posteos demorará como mucho algunos minutos o unas horas. El resto irá directo a la papelera de reciclaje. Ya verán. Haremos maravillas increíbles con la pestilencia. Hace tiempo aprendimos que construir una pequeña flor demanda siglos de duro trabajo.
Andrea y Luis

¡Libertad para los torturadores y asesinos!


La iglesia chilena acaba de pedir al presidente Piñera (cuyo hermano fue ministro de Pinochet) que indulte a los militares encarcelados por violaciones de los derechos humanos en ese país. Me parece un pedido justo y y misericordioso. Después de todo el único delito que cometieron los militares trasandinos fue secuestrar, torturar y asesinar a unos dos mil quinientos hombres, mujeres y niños. Poca gente si se la compara con la cifra de población mundial. Ese pequeño grupo incluía al cantautor Víctor Jara a quien los bravos uniformados le cortaron las manos antes de matarlo. Tampoco es grave. Hay gente que ha sufrido cosas peores. Ninguno de estos hechos justifica el martirio. Tampoco el bombardeo de la Casa de la Moneda donde resistía un socialista viejo y anticuado llamado Salvador Allende junto a sus ministros. Estos últimos, como se sabe, fueron luego asesinados en su mayoría por la policía política del régimen en connivencia con la CIA. La central de inteligencia estadounidense aportó miles de millones de dólares para concretar el golpe de Estado de setiembre de 1973. El dato fue admitido y confirmado por el entonces embajador de Estados Unidos en Santiago. Dadas así las cosas considero justa la posición adoptada por los respetables cardenales y obispos chilenos. Hay un solo problema. Con este pedido la iglesia (que ha sido uno de los pilares de la resistencia a la dictadura) entierra para siempre su propia historia. Un indulto de Piñera sería coherente (en cambio) con el silencio eclesiástico universal frente a la esclavitud en Brasil, su complicidad con el nazismo y el videlismo en Argentina, y, yendo más atrás en el tiempo, la inquisición medieval. Pero a quién le importa eso en una sociedad moderna. ¡Libertad a los torturadores y asesinos! Miremos hacia adelante...y feliz día del amigo para todos.
L.

miércoles, 21 de julio de 2010

Hacer el amor no es fácil


Leyendo un extenso cuento de Abelardo Castillo (La fornicación es un pájaro lúgubre) encontré una especie de pequeño tratado sobre la expresión hacer el amor. Se dice ahí que mientras somos chicos eso significa básicamente cortejar. Pero que luego la frase alude brutalmente al hecho de acostarse con una mujer. Con el tiempo decimos coger, fifar, copular, encamarse, agarrar, transar, culear y muchas otras expresiones que cambian según la edad y los hábitos de quien las dice. Llegando al final Castillo dice que hacer el amor es armarlo, levantarlo piedra sobre piedra, arco a arco, columna a columna, y dejarlo instalado sobre el mundo como si se tratara de un nuevo desafío a la autoridad divina. El amor (visto como bien sagrado) ya no puede hacerse en unas pocas horas. Ni siquiera en semanas. A veces se demora años. Hay millones de hombres y mujeres que mueren sin saber de qué se trata. Hacer el amor (concluye el escritor argentino) es robarle la mujer a Dios.
L.

¿Es real el mundo real?


Por todas partes veo una obsesión casi enfermiza por la realidad. En los talleres literarios que tengo a mi cargo ese punto es crítico. Hay una desesperante sed de hechos cantantes y sonantes. Nadie o casi nadie quiere saber de la escritura de ficción. Interesan en cambio las historias llamadas reales o, peor, verídicas. ¿Pero qué historia es verídica y real? Y en el caso de que lo fuera, ¿cómo puedo estar tan seguro? Lo más triste es que todo lo que se relaciona con imaginacion, creación, sueños, fantasías (también las eróticas) y turbulencias del mundo es arrojado al desván de lo inútil y lo viejo. Si seguimos así lo único cierto y aceptable será un lavarropas o un local de McDonad's. Pero no me resigno. Seguiré hablando en mis talleres de la creación y la magia como un objetivo central a alcanzar en el arte y en la vida. El poeta es un pequeño dios, decía Rilke. Y lo poético no debería asustar a nadie. Además, al margen del sueño y de las brujas, resulta imposible articular una sola palabra que no sea espejo o símbolo del mundo real. Pero aún esa palabra cierta se derrama peligrosamente en las orillas. Y el espejo (cuidado) tiembla.
L.