domingo, 31 de agosto de 2014

Tono


Me empieza a molestar el tono impostado y dogmático que adopto en este blog. Escribo a veces como si fuera dueño de verdades últimas y definitivas. Como si supiera realmente algo de algo. No me quiero hacer ni el salvador ni el humilde. Nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión nuestra tarea. Pero no estoy seguro de si lo que digo tiene valor ante mí mismo y los demás. Quiero dar y no sé qué. Quisiera cambiar el mundo que veo en caída libre y no se me ocurre cómo dar el primer paso. Y el que sigue. No quiero estancarme en la queja. Tampoco voy a dar indicaciones sobre un rumbo que ignoro por completo. Antes sabía todo. Decía una palabra y asunto arreglado. Ahora me faltan la voz y la acción que le da cuerpo. Estoy agazapado como un tigre justo antes del asalto final. Sé que llegó la hora de actuar. Pero, ¿contra quién? ¿cómo? ¿buscando qué? Y mientras, claro, el blog como depósito de bellos desperdicios.
L.

Lunes


Impertinente y peligrosa

Es difícil, para no decir imposible, encontrar un libro de la chilena María Luisa Bombal (1910-1980) en las librerías porteñas. Ayer vi uno por casualidad. No lo podía creer. Se titula La útima niebla/La amortajada y fue publicado hace años por Seix Barral. María Luisa escribía tan bien como Virginia Woolf, Marguerite Duras y Clarice Lispector juntas. Pero pocos la conocen. Se la recuerda como una mujer peligrosa e impertinente. En su escueta biografía se lee que por el amor de un hombre la autora intentó suicidarse y luego matar al hombre, sin éxito en ambos planes. Bombal es la primera escritora latinoamericana que se atrevió a describir un acto sexual con detalles que hoy, tiempos de ignorancia y mojigatería, serían vistos como pornografía barata. Bombal era, además, la autora preferida de Borges. En el prólogo a uno de sus libros dijo nuestro autor mayor que ella compuso una prosa de triste magia, deliberadamente oculta y eficaz. Los que aman la buena literatura deberían buscar libros de la autora chilena en cualquier parte. Búsquenla a ella misma si pueden. Me han dicho que es, o acaso era, muy hermosa.
L.

En retirada

Mujeres que uno conoció o creyó conocer. Mujeres que se van y ya no vuelven. Ya no. Uno trata de evocar sus caras, sus cuerpos magníficos, el tono exacto de la voz. Uno intenta reconstruir escenas donde ellas fueron compañeras de camino, locura y pensamientos. Con algunas uno llegó a la máxima intimidad imaginable. Acogió con placer sus olores más secretos y prohibidos. Lo más profundo de lo más húmedo y oscuro. Escuchó confesiones que no volverán a repetirse jamás. Contempló la desnudez en estado crudo. Pero llega un día en que esa mujer conocida hasta en el baño no está más. Tanta ausencia y vigencia duele al principio. Después se convierte en casual disparador de palabras, sueños inoportunos, deseos que se vuelcan luego en otras pasajeras que también se irán. Daría para pensar que nadie termina de irse totalmente. Y eso, que podría ser considerado un triunfo, termina siendo la mayor de las desgracias.
L. 

Caballero andante y anhelante


Antes de convertirse en caballero andante y anhelante Don Quijote de la Mancha consideró fundamental enamorarse. Detrás de esa pretensión no había nada carnal, erótico o sexual sino una visión idealizada y lírica de lo femenino. Además, pensó el mismo, un caballero sin amor es como un árbol sin hojas y sin fruto, o, también, como un cuerpo sin alma. Guiado por esa imagen divinizada el hombre se topó con una campesina del lugar llamada Aldonza Lorenzo, un nombre inadecuado por donde se lo mire. Hasta él se dio cuenta del problema y de inmediato la re-bautizó como Dulcinea del Toboso, ahora sí, la dama perfecta para ser objeto de un amor tan puro y cortés como imposible. Una vez resuelta la cuestión el caballero andante y anhelante se cruzó con dos rameras en plena actividad que confundió con dos hermosas doncellas que retozaban alegremente en un castillo. Las chicas reían de ese hombre ya viejo y sumido en un estado enfermizo y desastroso, aunque dotado de un discurso poético que no dejó de asombrarlas. Luego del cruce con las damas endiosadas Don Quijote sólo pensó en lanzarse a la aventura para después, quién sabe cuándo, poder arrodillarse frente a Dulcinea con la adarga en el suelo y la mano en el pecho como corresponde a la alta investidura de un caballero errante, anhelante y derrotado.  
L.

Kafka y las chicas


Hubo y hay un gran malentendido en torno a la vida y la obra de Franz Kafka (1883-1924). Al autor de El proceso y América se lo supuso y aún se lo imagina amargado, oscuro, lunático, incapaz de gozar, una especie de monstruoso insecto como el de La metamorfosis. No fue así. Quien se tome el trabajo de acercarse a Kafka sin anteojeras descubrirá a un hombre erótico y activo, buen nadador, fino conversador, nudista por convicción, vegetariano, y, por sobre todo, mujeriego incurable. En este punto, la relación con las mujeres, se presenta un aspecto nada fácil de entender. Kafka padecía la dificultad de no poder disfrutar del sexo con las mujeres que verdaderamente amaba. Podía sí entregarse a pleno con las putas de ocasión. El paseo preferido del escritor consistía en salir de ronda por los prostíbulos de Praga. En carta escrita a Milena, una de sus chicas más queridas, deslizó, ante la insistencia de su amante por llevarlo a la cama con la mayor urgencia, que sólo aceptaría el coito como un precio a pagar por la alegría de estar juntos. Es una historia encerrada -diría Silvio-. Es sobre un ser de la nada. La sonrisa de Kafka fue tan amplia y profunda como su obra. Esa luz se apagó apenas con su muerte precoz, por tuberculosis, justo cuando el mundo afilaba con esmero las armas del nazismo y la desgracia.
L.

Seguir en mí mismo

Abandono


Un poco antes de ducharse, pero ya desnuda, Paula me anunció el inesperado plan de tomarse una temporada de tres meses en Sierra Leona, su país de origen. ¿Sierra Leona?, me sorprendí. ¿Justo en un país tomado por el ébola y con más de veinte mil afectados? Paula entró y salió de la ducha. Yo no sabía qué hacer ni qué decir. ¿Y nosotros?, pregunté. ¿Qué será de nosotros como pareja? Paula me pidió que no dramatizara, que una temporada para ella significaba apenas tres o cuatro meses, que su viaje no afectaría a la relación. ¿Y qué harás en Sierra Leona?, insistí mientras me vestía para irme. La respuesta llegó veloz. Viviré con mi familia, ayudaré a los enfermos en los hospitales, me encontraré con mis amigas de la facultad. Enmudecido y serio abrí un cuaderno y comencé a armar un acróstico asociando las palabras que acaba de escuchar y que encolumné ordenadamente usando lápices de colores. La palabra que quedó escrita en el margen izquierdo de la hoja fue, sí, abandono.
L.    

Viajando se conoce gente


No debe haber libro más interesante y terrible que el diario de a bordo de Cristóbal Colón. La historia es conocida. El llamado descubridor de América, un lugar que los habitantes originarios habían descubierto hace tiempo y sin tanto trámite, se las arregló para lanzarse a la aventura. El 3 de agosto de 1492, luego de hacer todo tipo de promesas a los reyes de España, inició el viaje en tres carabelas pensando que se dirigía a un lugar que en su delirio denominó Isla de Cipango. La mayoría de los tripulantes eran ex delincuentes y el genovés sólo tenía claro al menos que debía rumbear hacia el oeste. Cuando las cosas se pusieron difíciles un grupo de marinos se amotinó y le dio un plazo de tres días para llegar a las indias. Con la ayuda de los vientos el almirante se las ingenió y llegaron todos, por fin, a destino. Lo que ahí encontraron, según se lee en el diario compilado por Bartolomé de las Casas, fue "la tierra más hermosa que ojos hayan visto". Lo que más sorprendió a todos fue la desnudez total y completa del comité de recepción. Los hombres ("con cuerpos bien hechos", observó el almirante) se movían "como su madre los parió" y las mujeres apenas cubrían  su "natura" con un bollito de algodón. Los locales, bondadosos e ingenuos, le ofrecieron a Colón el oro y el moro. A cambio los navegantes los contentaron con bonetes rojos -este dato sorprende especialmente- con anzuelos partidos al medio y pedacitos de vasos y tazas de fina loza. Los indios pensaban que los viajeros venían del cielo y los conquistadores aprovecharon la confusión para prenderle fuego a las chozas, violar a las mujeres, detener indios y llevarlos a "la nao" como se conocía a cada carabela. La intención era mostrarlos a los reyes como si se tratara de iguanas o piedras de talco. La alegría de los inicios se trocó, para los naturales desnudos, en un miedo atroz. Muy pronto entendieron que serían expulsados del paraíso y sin contemplaciones. La sospecha fue confirmada el domingo 13 de enero. Ese día fatídico un grupo de indios se negó a venderles a "los cristianos" sus arcos y flechas y tornaron con sogas para atar a los que ya denominaban enemigos. Colón dio órdenes estrictas. Un español dio a un indio una gran cuchillada en las nalgas y a otro en el pecho "mediante una saetada". Los cristianos no eran más de siete. Los indios como cincuenta. Lo cierto es que Colón y sus muchachos mataron a todo el grupo bajo el argumento de que eran "comedores de hombres". Y así comenzó el genocidio ahora celebrado como día de la raza, un crimen inenarrable que continúa hasta hoy. El objetivo de los reyes fue concretado (aunque el oro obtenido fue escaso). El de Don Cristóbal no. Murió sin saber adónde diablos había llegado.
L

sábado, 30 de agosto de 2014


El sol es verde

El cielo no es azul sino negro. El sol es verde. No sale ni se pone. Se mueve en el espacio a una velocidad de 220 kilómetros por segundo. Las nubes no contienen vapor sino ligeras gotas de agua. No hay agujero de ozono sino un adelgazamiento creciente de la capa formada por ese gas. La niebla no se levanta. El rocío no cae. Ni siquiera es blanca la nieve. El 80 por ciento del universo está compuesto por materia oscura y los científicos no saben de qué está hecha. Habitamos un mundo desconocido. No vemos átomos por ningún lado. Tampoco neutrinos. Pero es casi todo lo que hay. Átomos. Neutrinos. Añoramos algo sin nombre ni lugar. Vivimos y no sabemos qué es la vida. Amamos y no sabemos qué es el amor.
L.  

El que desea y no obra

El que desea y no obra -dice William Blake- genera pestilencia. El río que no fluye se estanca y se convierte en un pantano. Agua que no desemboca. Aire envasado. Podredumbre. Mal olor. De ahí la importancia de actuar y dejarse tomar por el deseo. Dejarse tomar y observar con atención lo que sucede. De igual modo el que obra y no desea genera, también, pestilencia, culpa, hastío. Conclusión. El que obra y permanece como sujeto deseante va, sí, por buen camino.
L.

Con rostro de fría indiferencia

Un dios inmoral

Dioniso, o Dionisio como también se lo conoce en el barrio, es el dios más inmoral de la mitología griega y romana. Figura a veces como hijo de Zeus pero el dato es dudoso. Se dice que ha venido del norte o del sur pero Dioniso, en verdad, vino de todas partes. Se le atribuye la fundación del carnaval, las bacanales, se lo asocia también con el vino, las mujeres y el reino de la muerte. Las ninfas lo buscaban desde sus columpios. Consideraban que estaba demasiado bien hecho para ser un hombre. Una versión supone que nació cocido al muslo de Zeus y que en ese acto fue portador de dos antorchas. Por eso se lo conoce como dios de la luz y la oscuridad. Una verdadera fiesta, para Dioniso, debía ser orgiástica. Las mujeres asistían apenas cubiertas con pieles de cabra. Los varones estaban desnudos o casi. Circulaban el alcohol, la sangre y el fuego. Todos comían carne cruda de cabritos previamente degollados. Entre sombrío y luminoso Dioniso rechazaba el matrimonio como forma de cohabitación. A cambio de esa institución defendida inicialmente por Platón y Aristóteles, esta mezcla de dios y demonio habilitaba intercambios efímeros y ardientes con las ninfas, muchachas situadas en la flor de la edad, como se dice, o en el momento de una actividad sexual especialmente intensa y sensible. El Dioniso de los romanos es Baco. El de la docta Grecia fue un dios ilimitado, procaz, obsceno y necesario, sobre todo, para los fines de semana.
L.

No se oye nada

¿Vivir o escribir?

La pregunta ya encierra una obvia provocación. ¿Por qué se debería elegir entre una cosa y la otra? ¿Acaso existe algo superior a entregarse sin filtro a la pura experiencia? ¿No es mejor entrar a un mar de verdad que escribir un relato acerca de las olas, el agua salada, los remolinos, las corrientes y la piel erizada y erótica del océano? Navegar es necesario -recordaba Pessoa citando a antiguos navegantes-. Vivir no es necesario. La pregunta inicial plantea una contradicción que en realidad no existe. Pero aun así. Hay personas para las cuales la literatura es una actividad complementaria o decorativa. La ven como una especie de coquetería que complementa una vida dedicada a las cosas reales, materiales y concretas que verdaderamente importan. Otros conciben el oficio literario y también poético como un medio de ganar prestigio y poder. Quedan finalmente los que escriben porque no pueden hacer otra cosa. Quedan finalmente los que entienden, con Kafka, que la escritura es más pobre pero más clara que la vida. ¿Vivir o escribir? No hay respuesta definitiva. O sí. Vivir y escribir, o, también, escrivivir.
L.

viernes, 29 de agosto de 2014

Por una vida menos banal


Por una vida menos banal. Es el título de un ensayo breve escrito por María Rita Kehl, una psicoanalista brasileña. Resignada pero consciente del mundo en que vivimos la autora lamenta que tanta gente busque resolver sus conflictos a través de terapias breves, pastillas milagrosas o guías de autoayuda. Cualquier cosa suena mejor que el método psicoanalítico que -además de ser lento, difícil y sufrido- no destapa la felicidad como sí puede hacerlo una botella de Coca Cola. El analista no da consejos, no levanta el ego de nadie, no alivia casi nada. El método, aun así, tiene sus ventajas. La principal es que autoriza al paciente a no gozar y a mantenerse deseante. Para empezar no es poco. El psicoanálisis nada contra la corriente del sentido común y es, además, el último refugio de la verdad. La sociedad del consumo y la satisfacción inmediata promete una fiesta que en realidad no existe. Cuando la gente se entera de tan horrible noticia se siente estúpida, discriminada, expulsada de un baile que prometía ser fabuloso. ¿El psicoanálisis sería entonces la cura de los imbéciles? Tal vez sí. Porque si la vida está en otra parte el analista no conoce la dirección de ese hermoso lugar. Peor aún. Si lo apuran aclara que no hay fiesta ni lugar. A lo sumo sabe que la celebración soñada es irrealizable. Pero esto último deberá descubrirlo el paciente por sus propios medios...a favor de una vida menos banal.
L.

La chica de la bici

La cara de la desgracia. Así se titula un misterioso cuento de Juan Carlos Onetti. Contar lo que sucede no viene al caso pero sería poco amable no decir nada. Un cuarentón desdichado, personaje onettiano clásico, padece el reciente suicidio de un hermano. En parte el protagonista se siente culpable por lo ocurrido. El hombre se aloja en un hotel y cuando sale a caminar por un bosque cercano conoce a la muchacha de la bicicleta, una joven muy joven ("siempre sin senos" se describe en el cuento) y con nalgas escasas. La joven de la bicicleta representa quizás la inocencia limpia de toda impureza, un ángel que pronto entrará en contraste con la figura de Betty, prostituta ya devastada, y con el mundo en general. La muchacha de la bicicleta muere en circunstancias que no se aclaran. Pero con ella se va la última opción de belleza y encanto que ofrece la vida al cuarentón desdichado, acusado injustamente, en las últimas líneas, por la muerte de la chica. Nada se sabe sobre lo que verdaderamente ocurre en el relato. Pero el lector astuto alcanza a adivinar que en un cuento como ése respira la literatura de verdad, el erotismo más erótico de todos, la tristeza más triste de todas. Es como si el relato fuese la otra cara de Las 50 sombras de Grey o libros similares que representan, vale decirlo una vez más, la muerte de la literatura.
L.

Vento solar e estrelas do mar

Señales de vida

Alguien, probablemente un niño, juega con un espejito desviando rayos solares en dirección a los departamentos vecinos. Cierro mis ojos y observo los reflejos desde la ventana. El espejo cabe en una mano y alcanza para reinventar el mundo y arrojar viento solar entre las sombras del día. Señales de vida. Inesperados fuegos que alumbran el mensaje escrito en una servilleta de papel, te amo de repente, no sé si recordarte aunque estés a siglos de distancia. No sé si lo que hago es un acto de elegancia o desesperación. Señales de vida en el pantano. Ríos de luz. Tal vez habría que cambiar la palanca de cruce para que descarrilen los trenes o despierten los pájaros dormidos. Las nubes, el niño, el espejo. Algo habrá que hacer.
L. 

miércoles, 27 de agosto de 2014

Para qué sirve recordar


Las cosas no son como las vemos sino como las recordamos. A tal punto es así que no es posible olvidar aquello que no ha sido recordado, esto es, elaborado, digerido, pensado con cierto grado de compromiso personal. Las consecuencias de semejante "distracción" son nefastas. El recuerdo no elaborado se repite como acto, no como idea, de una manera casi infinita y por lo general nociva. El riesgo de repetir en acto es evidente. Bien lo saben tantos hombres y mujeres que vuelven sin querer al lugar del crimen. Bien lo saben los que reiteran una y otra vez un procedimiento que siempre hace daño. Y siendo así las cosas, ¿por qué lo repiten? Tal vez por miedo. O por el conocido rechazo a tomar conciencia del dolor. O por esa cosa de no querer "revolver" en el pasado. Y si recordar es tan molesto, ¿cuál sería el sentido de hacerlo? La sola pregunta es potente y encierra el inicio de la cura. ¿Para qué? Justamente. Para dejar de repetir. 
L.

En catalán

Malas palabras


Los sentimientos calificados como profundos e importantes deberían expresarse con palabras habituales o incluso triviales. Esta opción no suele gozar de adherentes entre los eruditos. Al contrario. Casi todo el mundo culto está convencido de que en tales casos deben utilizarse palabras solemnes, abstractas, incomprensibles. Por alguna razón se idealiza la literatura y se supone que la mejor de todas está compuesta de grandes y aleccionadoras frases. Parecería ser que decir cosas sencillas y concretas como te amo, estoy desesperado, tengo miedo, tengo hambre o te quiero coger (perdón) es algo propio de gente vulgar e inculta. Por lo menos se nos pide que no falte una cita de Borges, Shakespeare o Platón. Y si el agua de mar golpea un arrecife hay que decir, no que lo golpea o lo asalta, sino que lo horada, un verbo que no siempre se entiende pero suena bien. El uso de términos prestigiosos no garantiza un alto nivel literario. A veces los mejores poemas y cuadros están escritos y pintados con marcador en los muros o en la puerta de los baños públicos.
L.

Cielos


Rayuela en Cortázar

Algo debe haber en Rayuela que sigue desatando milagros. Cuando todavía estaba entre nosotros, Cortázar se asombraba de los renovados ejércitos de lectores y lectoras adictos a La Maga y sus desmanes líricos y románticos. La novela convoca hoy a nuevas y entusiastas oleadas de jóvenes y no tan jóvenes. Lo más notable es que el texto no cuenta prácticamente nada. Apenas instaura no una historia sino una promesa. ¿Promesa de qué? Quizás de otra vida posible, de un cielo que está lejos pero en el mismo plano, de un erotismo franco y por eso verdadero, o, también, de un retorno a la pureza de intenciones. No se trata de una pureza de monaguillos envueltos en incienso, tampoco de la pureza de oh maría madre mía con pies limpitos. Pureza en cambio como la del coito entre caimanes, como de techo de pizarra con palomas que naturalmente cagan en la cabeza de las señoras frenéticas de cólera y de manojos de rabanitos, pureza de por favor y no me acuerdo y hasta cuándo y, sobre todo, por qué no, de volver a buscar el cielo en la rayuela.
L.

martes, 26 de agosto de 2014

Sin respuesta


¿Alguien puede explicar lo ocurrido durante los últimos dos meses en Cisjordania y la Franja de Gaza? ¿Por qué Israel destruyó todas las plantas de agua potable en ese territorio convertido en una cárcel a cielo abierto? ¿Por qué devastó las plantas de tratamiento de aguas servidas sabiendo que estas aguas contaminarán los acuíferos y las fuentes hídricas subterráneas generando enfermedades y contaminación por un largo tiempo? ¿Por qué los drones israelíes facilitados por Estados Unidos destruyeron todas las plantas de generación eléctrica además de todas las redes de comunicación e Internet? ¿Por qué los aviones atacaron todos los hospitales y centros asistenciales? ¿Por qué destruyeron edificios de hasta trece pisos llenos de gente, de niños, de ancianos, de mujeres? Hubo más de dos mil civiles muertos y un mínimo de once mil heridos. ¿Por qué esa obsesión por aniquilar familias completas? ¿Por qué asesinaron a seis chicos que jugaban a la pelota en la playa? ¿Por qué mataron a un grupo de pescadores que miraba por televisión un partido del Mundial? ¿Por qué Israel bombardeó 146 escuelas hasta destruirlas por completo al igual que todas las universidades, las granjas, los parques y los centros culturales? ¿Por qué y en nombre de qué o quiénes Israel destruyó recintos arqueológicos milenarios, antiguas mezquitas e Iglesias de la época de los bizantinos? ¿Quién pagará por el asesinato de 471 niños y niñas de Gaza y por los seiscientos infantes eliminados en la ofensiva anterior? ¿Quién pagará por las diez mil viviendas destruidas cuya reconstrucción demorará un mínimo de diez años si es que Israel no decide volver a derrumbarlas a bombazos mañana o pasado mañana? ¿Quién pagará por este genocidio gratuito, inexplicable, inmoral y perverso?
L.

Erotismo en Cortázar


A Julio Cortázar siempre le molestó lo que denominó erotismo ginecológico, es decir, la prosa vulgar, explícita sin necesidad, convencional e inverosímil por sobre todas las cosas. Cuando se le preguntó por la sexualidad casi invisible en sus cuentos hizo una única excepción con La señorita Cora, un cuento de Todos los fuegos el fuego. Es el relato más erótico que escribí en mi vida y ningún crítico se dio cuenta, le advirtió a un asombrado entrevistador. Al lamentar su conocida dificultad para usar palabras directas en el terreno aludido comentó que, en ocasiones, necesitó la palabra concha "más que los cigarrillos". Pero eligió la abstinencia.
L.

Compromiso en Cortázar


En los últimos años de su vida (1914-1984) Julio Cortázar no tenía tiempo para escribir. Se había involucrado mucho entonces con las revoluciones cubana y nicaragüense, se asumió como exiliado de la dictadura militar argentina, defendió el socialismo como futuro digno para la humanidad, se descubrió latinoamericano más que argentino, dio clases en Berkeley y de lo primero que habló ahí es de la literatura concebida como una forma más de participar en los procesos históricos. Pero que esto no lleve a confusiones. El primer compromiso de Cortázar como intelectual consistió en escribir bien. El segundo fue no ser indiferente al destino de las víctimas. En Cuba decidió colocarse junto a un pueblo que en ese momento, 1961, se debatía frente a las peores dificultades, al que le faltaba todo, que se veía preso en un bloqueo despiadado y que sin embargo luchaba por llevar adelante esa autodefinición que se había dado a sí mismo por vía revolucionaria. Cortázar aprendió como tantos a escribir con su amor y su dolor y a poner el cuerpo por encima del preciosismo literario. Debe ser por eso que, hoy y siempre, lo queremos tanto.
L. 

Mundo binario


En el cuerpo y la vida reina un orden binario. Si empezamos por el cuerpo ya se sabe. Dos piernas, dos ovarios, dos brazos, dos testículos, dos tetillas o tetas según el caso, dos ojos, dos orejas, dos nalgas, dos pulmones, dos riñones, dos pies, dos hemisferios cerebrales, dos labios. Las excepciones son pocas e incluyen una sola vagina, un solo pene, una sola nariz, un solo ombligo, una sola boca, un solo corazón, un único estómago. Pero la dualidad se extiende luego al universo espiritual. Y entonces aparecen los opuestos, también, dobles. Tristeza/alegría, amor/odio, dulce/amargo, seco/húmedo, frío/calor, lento/veloz, vida/muerte, padre/madre y muchos más. Pero ni siquiera ahí termina la duplicidad. Es común entre nosotros el doble discurso, los sentimientos dobles, las relaciones paralelas, los dos trabajos, el bazar Dos Mundos, todo por dos pesos y así. En resumen. Nuestra existencia se desenvuelve entre dos posibilidades, dos polos, dos caminos, dos teorías, dos materias. ¿Habrá que elegir entre cualquiera de las dos opciones?
L.     

lunes, 25 de agosto de 2014

Voz propia


La noción de voz propia está en la base de toda escritura que se diga original. La dificultad mayor es vaciarse del discurso ajeno y dar con el de uno. ¿Pero existe acaso una palabra desprovista de toda impureza? ¿Es posible desprenderse por completo de las voces aprendidas en la infancia y consolidadas luego en la adultez? ¿Quién podría asegurar que su voz es única y absolutamente limpia? Fuimos criados en pantanos dulcemente abonados por lugares comunes, chistes familiares, lenguajes macerados en la radio y la televisión. También en la mala literatura y la adocenada prosa de los diarios. ¿Cómo despegarse de ese lastre sin caer a la vez en un lenguaje retorcido y vacuo? ¿Cómo convertirnos por fin en lo que somos? No hay respuesta para ninguna de esas preguntas. El tema, además, excede a la escritura para fundirse a pleno con la arriesgada noción de vida propia. ¿Cómo aprender a ser nosotros mismos y no una versión corregida y aumentada de nuestros padres, amigos y maestros? Y más aún, ¿cuándo y cómo aprenderemos a ser libres?
L.

Amor libre


Los poetas surrealistas no concebían la idea de amor sin la idea de libertad. Breton, Éluard, Desnos, Aragón, Artaud, Queneau, Péret y otros unían en sus poemas, también en su vida y pensamiento, lo físico y lo metafísico. Afirmaban la vida mediante la exaltación del erotismo y el deseo en un sentido amplio. Los poetas surrealistas apostaban a la fusión estrecha entre el sexo visto como la vida inmediata y el amor situado en el orden de lo sublime. No había para ellos oposición entre amor y libertad. Eran términos intercambiables que se condicionan mutuamente. No hay amor sin libertad. No hay libertad sin amor. La exaltación lírica, amorosa y erótica, era para ellos una ardiente protesta contra la chatura de la condición humana.
L. 

Esquimales I

Debe ser, por lejos, el mejor cuento de la literatura contemporánea. Su autor es J.D.Salinger. El nombre del relato es Justo antes de la guerra con los esquimales y pertenece al libro Nine Stories. Es una historia de iniciación adolescente. No. Es la historia de dos amigas que juegan al tenis y pelean por quién paga el taxi de regreso. No. Es una historia de amor entre una tal Ginnie Maddox y un joven inmaduro que poco a poco empieza a entrar en la adultez y a descubrir las bondades de observar atentamente al otro o la otra, la virtud de entregarse y darse. No. No es nada de eso. Es apenas un gran cuento. Su nombre fue anotado y es, como se ha dicho, Justo antes de la guerra con los esquimales. Y es, sí, el mejor de todos.
L.

Esquimales II


Casi todas las especulaciones que se hacen sobre la infidelidad y sus consecuencias se basan en estrictos principios morales. Pero la moral es un factor histórico y esencialmente ambiguo. No es lo mismo la moral imperante en la época victoriana, en el medioevo, en la Argentina del siglo XIX o en el Afganistán de hoy. Leí que para un esquimal es signo de buena educación ofrecer su mujer al viajero para que duerma con ella. Cuando el visitante se niega el anfitrión se siente gravemente ofendido y le pega con un palo. Imaginemos la situación. Afuera hace mucho frío. No hay calefacción en el iglú. La manera más fácil de combatir la helada es el cuerpo humano, cálido, íntimo y próximo. Y la mejor de todas, según la singular filosofía esquimal, parece concentrarse en la cálida piel de las mujeres. Tal vez sería absurdo proponerle al hombre de visita que se acueste con el marido o con una foca. En conclusión. Todo parece indicar que la actitud adoptada por los esquimales es una solución moralmente sana, éticamente generosa y, por encima de todo, principista.
L.

domingo, 24 de agosto de 2014

Sin ella

Deseo y afinidad

Amor es deseo y afinidad. Esos dos elementos componen la clave entre las claves. Ambos alcanzan para sostener el andamiaje. No hace falta explicar el deseo. Está o no está. Fluye por la sangre o no fluye. Y nada ni nadie lo suplanta. Pero si el deseo está desprovisto de afinidad a la larga decae hasta convertirse en flor triste y marchita. La afinidad es gran pilar, eje decisivo, motor inigualable. Deseo y afinidad, nutrientes básicos del amor en todo tiempo y lugar.
L. 

Gotas

Todo está listo para que la asamblea de gotas se desplome calmosa, intensa, entre leve y por momentos torrencial, como una sábana que de pronto envolviera la piel obscena del mundo, ojos que no ven y sienten la pura vida impura, los labios semiabiertos, tensos, dados a beber y olvidar océanos espesos, la lluvia, mujer soñada y amada en el viejo hotel de pasajeros, la que golpeaba la puerta hasta recién, sí, parece que va a llover. Y cuando eso ocurra, como el dolor, como el silencio, se abrirán al fin las grandes alamedas, el beso robado, el hombre libre, la asamblea de puntas cayendo todas hacia abajo o de manera tangencial, adentro y más adentro de las almas cansadas de esperar lo que esperaban, lluvia, cataclismo del cielo, un dios húmedo y desnudo dispuesto al riesgo y la aventura.
L.

sábado, 23 de agosto de 2014

Esto no es

Periodismo y neutralidad

Un engaño gigante y habitual en algunas escuelas de periodismo y facultades de comunicación consiste en la servil adhesión a la mal llamada ecuanimidad. La idea sería más o menos así. Si un bando dice una cosa y el otro dice otra, la supuesta verdad objetiva se ubicaría en un lugar intermedio, equidistante, entre los dos. Pero la ecuanimidad, si existe, no debería ser usada para justificar lo injustificable. Si la neutralidad se vuelve sinónimo de complicidad y castración sería mejor que la comieran toda. Un periodista digno de ese nombre tiene que investigar y considerar cada afirmación con el objetivo de llegar al fondo de cada versión, independientemente de quien la sostiene. Hace tiempo la madeja fue desatada por el periodista británico Robert Fisk a quien corresponde la frase que se anota a continuación. Siempre digo que los periodistas deberían ser neutrales y objetivos en favor de los que sufren.
L.

El amor no salva

En su libro Inconformidad Marcelo Percia se pregunta si el amor puede ser visto como un conjuro contra la angustia. Basta pensar un poco en la cuestión para responder negativamente. Al contrario. El amor es un gran productor de angustia. El suicida Pavese escribe en su diario que no nos matamos por el amor de una mujer. Nos matamos porque un amor, cualquier amor, nos revela en nuestra desnudez, miseria, nada. Es posible. Pero también es cierto que el amor, o como quiera que se llame ese vínculo, se potencia justamente cuando falta. La ausencia resulta un motor imbatible para los enamorados. La presencia cotidiana y la posesión permanente -en cambio- se vuelve a veces un trago difícil o incluso un enemigo. Nadie puede negar su encanto. Pero el amor no salva.
L.

Desde la ventana

viernes, 22 de agosto de 2014

Ocupaciones

Accidentes, eventos, reuniones, bautismos, cumpleaños, enfermedades, conversaciones por celular y por si acaso, salir de shopping, peluquería, turnos médicos, casamientos, viajes, turismo, discusiones de pareja, salida con amigas, revisación de pantalla, técnico, frutería, accidentes, bautismos, limpieza general, gimnasio, yoga, pilates, suciedad general, conferencia cultural, día del santo, cumpleaños de quince, eventos, peluquería, separaciones, reencuentros, salidas, lavar el auto, bautismos, buscar el auto, bañar al perro, pasear al perro, eventos varios, enfermedades, celulares, accidentes, sala de espera. Por suerte hay en qué ocuparse.
L.

Altura y pelos


No se sabe de dónde salen tantos pelos en el cuerpo mudo y desnudo. Alguien, muñeca sin cara, los barre en el salón y se arman montañas de cebras y hebras y tinieblas. Soltura y cielo. Pelos en la oculta axila, mandíbula brillante, pelos en el pubis que ya no tiene lugar para nadie más. Moldura y celos. Pelambre de hombre y de mujer ensombreciendo la sonrisa vertical. Pelos erectos o doblados como luna entre las nalgas y no importa donde saltan pero, claro, la cantidad es inmensa y alguien barre todo en el salón, muñeca ciega, anticipo cotidiano y vano de lo que vendrá. Pelos remotos, ignotos, raros. Extraña envoltura desecha, algo así como arbustos o matas de líneas finas hasta convertirse en pelos que llenan las sábanas de hoy, la almohada, el sueño, el beso profundo y prohibido cubriendo lenguas de pelos encogidos. Alturas del mundo. Última flor que crece después del fin, desecha cima de pelos y rezos, por qué no, de una hora tan peluda y dulce, redonda quizás como una uva recién caída y barrida para siempre en el desierto, lento, húmedo salón.
L.    

Rock inconsciente

Blog inconsciente

En este blog asoma de algún modo el inconsciente de su autor. Es un viaje hacia adentro si es que adentro hay algo. Hay sí cosas que duelen, abruman, desesperan. Hay pasiones también, intereses particulares, asuntos que adoptan forma de palabras solo a los fines de entender algo de algo y organizar un poco las ideas o la falta de ideas. El inconsciente, dijo Lacan, debe ser considerado como un discurso. El blog es un discurso caótico y fragmentario, un amontonamiento de ríos, puentes, hundimientos, pasillos, pozos y renacimientos. Es una suerte de desnudamiento que nunca acaba de ejecutarse. El blog, en suma, no es un paseo muy recomendable.
L.

Recuerdos de Trelew

jueves, 21 de agosto de 2014

Mentiras colectivas


Vivimos gobernados por grandes mentiras colectivas. Son falsedades que nos permiten autoengañarnos al menos por un tiempo. Inventamos una especie de complacencia global que se adapta a todas las situaciones. Negamos en nosotros y en los otros las enfermedades odiosas. Negamos la vejez. Disfrazamos la estupidez propia y ajena. Ocultamos los simples olores humanos. Mostramos al mundo nuestro mejor perfil. Y si del mundo se trata nos hacemos los distraídos ante las masacres, los bombardeos, la triste suerte de los expulsados de la tierra, del mar, del cielo y de la vida. Para soportar la obvia exclusión del otro nos amparamos en falacias de las cuales nos han convencido las imbatibles cadenas de desinformación masiva. Son terroristas, decimos. Hay que matarlos a todos, decimos también. El mundo será hermoso sin negros, sin pobres, sin palestinos, sin feos y sin malos. ¿Será el mundo un gran starbucks a escala mundial? Mentiras colectivas, tristes, impiadosas. 
L. 

Lo principal

Lo principal no es tanto la sabiduría, los títulos de grado, la cultura general. Ni siquiera la supuestamente lograda felicidad es lo más importante. Tampoco formar parte de una linda familia o de una gran empresa. ¿Qué es o sería entonces lo principal? Supongo que la madre del crecimiento y el encanto es la curiosidad. ¿Y curiosidad por qué? Por todo o casi todo lo que sucede a nuestro alrededor, por libros no leídos, por amores no hallados, por países no descubiertos, por conocerse a uno mismo, por los eternos enigmas que plantea la existencia. Vivir despiertos y atentos aprendiendo a observar lo que nos rodea. En ese camino lo mejor es no llenarse sino, por el contrario, vaciarse. Mientras estemos habitados por el vacío habrá lugar para el deseo. Deseo y curiosidad, la pareja perfecta.
L. 

Arte de mariposas

miércoles, 20 de agosto de 2014

Arte de pájaros

Hay un grado necesario de autocensura. No puede hablarse de todo con todos. Sólo con muy pocos. Entonces callar. Entonces cambiar de tema. Entonces abordar eso que llaman el diálogo y la conversación. Gracias por compartir, nos estamos viendo, en cualquier momento hablamos. Hay un grado forzoso de silencio al que debemos obedecer si la idea es sobrevivir. Hay formas de actuación para el drama o la comedia que sin llegar a componer un espectáculo nos salvan a tiempo del dolor. Entonces eludir, callar, simular todo con arte de pájaros veloces. Hay algo que sin embargo nos salva. Debajo de la ropa el cuerpo está desnudo. Debajo del asfalto está la playa.
L.

Náufragos I

Náufragos II

Llegan náufragos del mundo a la costa española. Llegan niños en balsas de verdad o de juguete. Llegan hombres y mujeres sin futuro ni presente pero sí con pasado. Algunos llegan muertos y enterrados en un cajón marino improvisado. Otros llegan en agonía. Europa los llama apenas interceptados. Algunos vienen del Sahara profundo y desembocan en las Canarias y otras playas donde las europeas en tetas miran sin entender. Los náufragos no pueden cerrar los ojos ni para dormir. Si se duermen se ahogan. Si despiertan se mueren. La mayoría va a parar a un centro para extranjeros. Los que sobrevivan serán reenviados a sus países de origen. Igual, ¿a quién le importa? Son la resaca del mundo. El sobrante en sombras de la humanidad. 
L.

Lo inútil


Para la siempre lúcida Hannah Arendt no había cosa en el mundo más importante que el mundo, ese que los hombres construyen mediante tres clases diferentes de cosas: las que tienen un valor de cambio, las que sólo tienen valor de uso y las obras de arte. Estas últimas se caracterizan por ser casi totalmente inútiles. No tienen ni valor de uso ni de cambio. Y sin embargo las obras de arte son las más perdurables de todas las obras. Si por algo lo humano permanece es debido a ellas. Sólo el arte es capaz de convertir el polvo en llamas, o, mejor, el llano en llamas como lo diría Juan Rulfo. La literatura y el arte pertenecen al campo de lo inservible, un lujo casi, la pura nada. Pero pocas cosas son tan viejas e indestructibles como ciertos poemas, ciertos cuadros, ciertas músicas, ciertos libros.
L.

La vecina


La vecina se desnuda puntualmente a las seis. No puedo dejar de verla dado que los hechos ocurren frente al ventanal del living de mi departamento situado en pleno centro de la ciudad costera. La ceremonia es lenta y por más que trato de seguir con mis quehaceres resulta imposible ignorar lo que sucede a escasos metros de mi lugar de vivienda. La mujer se mira atenta al espejo, se quita primero la camisa, luego las medias y el pantalón. Por fin, apenas cubierta por ligeras telas, va y viene por el cuarto como si algo la atormentara. Luego se saca la ropa interior y así, totalmente expuesta, camina primero hacia la cocina y luego al comedor para volver de nuevo al cuarto donde el cuerpo se exhibe para mí en su más íntimo resplandor. La veo de espaldas, de perfil, de frente. La escena reiterada parece decirme algo importante sobre algo. Y no sé qué es.
L.

Todos somos Palestina

El extermino impiadoso y sistemático del pueblo palestino a manos del estado de Israel -con apoyo logístico, político y económico de los Estados Unidos- continuará por lo visto hasta acabar con el último niño palestino, el último árbol palestino, el último caballo palestino, la última vaca palestina y la última brizna de hierba de esa gran civilización. Para cometer este monstruoso operativo de limpieza étnica, Israel cuenta con un respaldo fundamental que ya no es sólo el de las potencias occidentales, que lo tiene, sino el de la aplastante mayoría de la opinión pública mundial. La humanidad, sumida en un asombroso estado de amnesia, está ocupada por lo visto en cosas más importantes. ¿Cómo se ha logrado esto último? No fue difícil. El control hegemónico de los medios de información a nivel global le ha permitido a Israel y sus aliados instalar la idea falaz de que los palestinos son los malos de la película y que por eso, porque son malos, deben ser castigados hasta el fin con la muerte de todos y la destrucción completa de viviendas, mercados, hospitales, granjas, mezquitas y escuelas. El que mata debe morir, ha dicho la filósofa argentina Susana Giménez. Y los buenos de la película aprueban la idea. ¿El grupo Hamas es terrorista? Si lo fuera habría que decir que su terrorismo es por lo menos ridículo, torpe e inexperto. Los cohetes artesanales que disparan suelen caer en zonas despobladas con consecuencias irrelevantes. Israel, en cambio, es la octava potencia mejor armada del mundo. Sus cohetes de alta gama, sus aviones no tripulados y sus tanques acabaron ya con la vida de 2.200 civiles palestinos, cuatrocientos niños y bebés entre ellos. Eso más diez mil heridos y 200 mil desplazados internos. El país convertido en una cárcel a cielo abierto fue devastado en su casi totalidad. Y dado que Palestina carece de fuerzas armadas lo que ahí sucede no puede ser calificado de guerra. Tampoco puede hablarse de hostilidades, enfrentamientos o batallas sino de exterminio liso y llano. Los hechos demuestran que, dotadas de poder, las víctimas del nazismo o de quien sea pueden convertirse en victimarias. Primera conclusión. Si el Holocausto fue posible, si el genocidio en Palestina es posible, tendremos, todos, que estar preparados. Hoy van por ellos y no le importa a nadie. Pero mañana vendrán, sí, por nosotros. Ya lo ha dicho Blas de Otero, el intenso poeta español. Vendrán por ti, por mí, por todos, aquí no se salva ni Dios...Lo asesinaron.
L.

martes, 19 de agosto de 2014

Estado de ausencia


Opone la ausencia a la presencia, el hombre, de tan visible se vuelve invisible para otros, los otros, hace como que está y sonríe, dice buen día, dice buenas tardes, dice todo en orden, todo, sí, perfecto y miente más. Pero no está, el hombre, no está ni acá ni allá ni en ningún lado. Es una huella húmeda en la arena, menos que eso, una sábana doblada en seis, menos que eso, una firma en falso, una secta, algo así. Opone el silencio a los ruidos del mundo y de la noche, el hombre y se esconde, opone rima falsa a las ideas, dice, nada por aquí, nada por allá, y saca palomas de la galera que nunca tuvo ni tendrá. En la casa ha empezado la fiesta, le dicen. Pero él sabe que la fiesta está en otra parte y mira por la ventana buscando a los desconocidos que pasará toda la vida tratando de encontrar.
L. 

Estado de presencia

No hay nada más difícil que estar en el lugar donde uno está. A todos nos cuesta entregarnos en cuerpo y alma al puro instante. Prestamos la cara, hablamos del clima, sonreímos, le decimos gracias a la cajera, miramos, qué horror, el celular. Pero en realidad no estamos en ninguna parte. Pasamos los días en estado de pasiva suspensión. Buscamos algo indefinido en las pantallas, en los sueños, en viejas anotaciones de la agenda o en fotos que ya no sirven ni para recordar. ¿Por qué nos cuesta tanto estar acá? Y si realmente nos fuimos a otro lado, ¿en dónde queda exactamente ese lugar?
L.

Martes

lunes, 18 de agosto de 2014

Incendio

Una cabaña, la vida, se está quemando en un bosque de Moscú. Dan un poco de pena las cortinas, los libros amarillos, la mesa de roble convertida en súbita ceniza. El fuego se lleva los rincones, las flores de campo y la promesa borroneada en un papel. La vida, una cabaña de frágiles troncos, se está quemando en un bosque de Moscú.
L.

Tu casa


En el fondo de toda lejanía se alza tu casa. El vestido blanco, las cortinas, un refugio, el único descanso amable con la puerta siempre abierta, cerrada siempre, las ventanas altas que daban al jardín, los pasillos de atrás donde se dijeron palabras obscenas, necesarias, la torpe edificación entre los árboles, qué agobio, los portazos que no debimos escuchar. Como enfermos caímos ese día, volaron pájaros inesperados, llegó, por fin, la lluvia, aunque nada hizo efecto en las molduras. Porque en el fondo de toda lejanía se alza tu casa.
L.

domingo, 17 de agosto de 2014


Desde el jardín

Resulta difícil evaluar en caliente la importancia de lo que hacemos. Algunos creen que pueden y se lanzan. Suponen que tuvieron éxito en tal o cual empresa. Nunca se sabe. Y en todo caso el mal llamado triunfo...a la larga empobrece. En la cima uno siente que puede deshacerse del material sobrante. Entonces va tirando todo para sentirse más ligero. No percibe el navegante que eso que arroja al mar puede ser quizás lo mejor de sí mismo. Conviene aceptar el vértigo del enigma. Conviene esperar. La poeta estadounidense Emily Dickinson (1830-1886) pasó la mayor parte de sus 56 años en una casa con jardín situada en Amherst, Massachusetts. Raramente se movió de ahí. Los vecinos sentían lástima por ella. Tan sola e inútil. Tan desperdiciada. Tras su muerte la hermana encontró casi dos mil poemas manuscritos en un baúl de la habitación. Excepto cinco textos, tres de ellos publicados sin su firma y uno sin que la autora lo supiera, toda la obra de Emily permaneció inédita. Hoy nadie discute su grandeza y sus libros se agotan. Yo soy nadie -escribió-. ¿Quién eres tú? ¿Eres nadie también? Vestida siempre o casi siempre de blanco vivió sigilosa y murió olvidada. No evaluó en caliente la importancia de lo que hacía. No se tentó.
L.

Utopía sin discurso

La utopía se ha quedado sin discurso, sin manos, sin proyectos. Los hubo en el pasado y muy potentes. Libres o muertos jamás esclavos, socialismo o barbarie, prohibido prohibir, amaos los unos sobre los otros, patria o muerte venceremos. Con la caída del muro de Berlín y la implosión de la ex Unión Soviética y demás países de Europa del Este el sueño de la caída del capitalismo a nivel global y el ulterior nacimiento de un nuevo orden mundial, humano, digno, justo, igualitario, pasó a mejor vida. ¿Qué puede esperarse ahora? Un lindo programa de televisión, un viaje a la isla de Malta, un vaso lleno de Coca-Cola Life, una nueva aplicación en el celular, un asado en familia...no mucho más. Mientras caen las bombas sobre Palestina e Irak, mientras florecen nuevas y más rotundas guerras, la de Ucrania entre ellas, mencionar siquiera la palabra revolución parece el delirio de un loco o de un ingenuo sin cura. Igual suerte corrieron -con dignas excepciones- el pensamiento crítico, la solidaridad, la justicia en todas sus formas. ¿La utopía se ha quedado sin discurso? Quizás haya terminado el tiempo de los discursos. Quizás esté empezando la era de la acción urgente, quizás no sea demasiado tarde aun.
L. 

viernes, 15 de agosto de 2014

Tan triste como ella


Se ha dicho con razón que es la historia de amor y resentimiento más abrumadoramente triste que se ha escrito en nuestro idioma. Tan triste como ella, un cuento, casi una novela breve, una obra maestra del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994). No es un texto para todo público. Su lectura no divierte, no erotiza, no entusiasma. Para colmo en el cuento no sucede nada extraordinario. Daría la impresión de que el autor cuenta algo para un grupo muy reducido y extraño de personas. Daría la impresión de que la historia se sostiene a sí misma sin necesidad de lectores o espectadores. Tan triste como ella es también la narración más sexual que haya producido la literatura contemporánea. Sexual en un sentido profundo y no banal. Sexual en la delicada frontera entre el asco y la gloria. No es para todo público. No es un cuento divertido. No enseña. No erotiza. No entusiasma. Pero se trata sin dudas de una obra superior.
L.

Diversión

Divertido. Es el adjetivo más usado en el siglo XXI y en casi todo el mundo. Si algo es divertido es bueno. No importa qué se diga o se haga. No importa qué se muestre u oculte. No importa nada en realidad. Sólo hay que asegurarse de entretener al gran público presente. Evitar el bostezo, arrancar sonrisas y carcajadas, desatar corrientes alternas de electricidad. Si la idea es difícil aburre. Si el texto es complejo también aburre. Un campo bajo el cielo es aburrido. El mar también. Y la noche sin luces es una especie de tedio sin objeto y sin fin. Seamos honestos. Tanta pero tanta insistencia con la diversión...empieza a aburrir un poco.
L.  

jueves, 14 de agosto de 2014

Enamorados

Los enamorados temen enamorarse demasiado. Piensan que el objeto de amor extremo y quizás alcanzado pueda perderse en algún momento. Por tal motivo los enamorados endiosan al ser amado hasta límites increíbles. Tanto se aferran que lo que debería ser motivo de paz y felicidad plena les genera angustia. Creen que sin él o sin ella se mueren. Que no podrán seguir viviendo. Pasado algún tiempo descubren que sí, que podrán seguir viviendo, y que ningún objeto o cosa de este mundo, o del otro, puede ser alcanzado jamás.
L.

Un mundo feliz

Velos

El lenguaje es usado muchas veces para cubrir y no para descubrir, para ocultar y no para desocultar, para engañar y no para iluminar. Son tramposas las palabras. Son sucias e infieles. Son abejas en celo y mejor no fiarse de ellas. Juntas componen la danza de siete velos. Con frecuencia nos alejan de la desnuda verdad, de la belleza muda y el cuerpo crudo, de la esencia vencida o extraviada. La trama textual convertida en artificio, un oficio de motores volantes, maquillaje azul de pieles arrugadas. Qué horror. Tan hermosos discursos, tantas promesas obesas, tanta nada en la nevera. ¿Será mejor optar al fin por el silencio? ¿O habrá que empezar a hablar de nuevo?
L. 

martes, 12 de agosto de 2014

Contra las ideas generales

Nada peor que las ideas generales, las que se aceptan sin discusión, las que nacen, como casi todo, de las telarañas de la costumbre. Nada peor que el pensamiento común, la sabiduría pesada y venerable, las frases que se repiten hasta el cansancio en las redes sociales o la mesa familiar. El amor es más fuerte, leer hace bien, mente sana en cuerpo sano, valorar las cosas simples de la vida, desechar las complicadas, relacionarnos con gente buena y evitar la gente rara o tóxica. Ideas generales que ni siquiera son ideas. Ideas generales que de tan abarcativas no abarcan nada. Ideas generales que no resuelven ningún problema real y singular. Ideas que nacen, como casi todo, de las arañas y telarañas de la costumbre.
L. 

La isla


Agua rodeada de tierra, juncos, ramas quebradizas. El viento solar es hijo de la luna y hay voces que ensucian el aire. El aire es asombrosamente dulce. La brisa escribe en el agua. Las garzas erizan la piel y los juncos se curvan hasta el atardecer. En la torre abandonada soy vigía de naufragios imposibles. No hay barcos. Apenas un ahogado sin nombre que está bajo la tierra. La tierra es asombrosamente amarga. El cielo es un pozo. Quisiera hundirme en el centro de sus piernas. El humo de la boca no quiebra el sosiego. La isla. Burbuja de silencio en el desierto de los ruidos. Sueño parecido a un pájaro nervioso. La noche copula con la selva y la selva ronca el placer entre las cañas. Las cañas también se doblan/también dicen/ también mueren. Las luces callan. Todo es nube. Hasta la noche tiene cabellos recortados. La isla. El fin del mundo no la incluye. Y ninguna parte de su cuerpo se cansa de existir. La tierra y el agua nos rodean. La isla es un dios que vela por nosotros.
L.

lunes, 11 de agosto de 2014

Instrucciones


Para fabricar un río lo primero que debemos hacer es construir un puente. Habiendo puente sólo falta la parte de abajo que luego podrá ser observada con melancolía desde arriba. El segundo paso es ponerle nombre al río por venir, digamos, Magdalena. Es cierto que el río Magdalena ya existe. Pero no importa. Suena bien. Y si el río suena lo demás llega solo. El tercer paso consiste en cavar un cauce más o menos profundo, regarlo de piedras, plantas, peces y algas y una superficie tensa donde, de vez en cuando, caiga una mosca extraviada. Posteriormente hay que proceder a contratar chicas bonitas dispuestas a bañarse desnudas en las tardes de calor. Una vez generado el escenario hay que ingeniarse para llenar el cauce abierto con agua turbulenta. El detalle es importante y se lo puede resolver con baldes, baldecitos y una amplia red de cañerías. Cuando el río esté listo habrá que dotarlo de orillas (dos), arboledas, botes, veleros, sueños, pájaros, remolinos, cangrejos y mariposas. Es así, en resumen, como debe procederse para fabricar un río.
L.

Una sola escritura

No hay diez mil escrituras posibles, quiero decir, no hay un estilo para redactar mails, otro para comunicados de prensa, uno más para componer novelas y otro para cuentos, fragmentos y poemas. Hay una única escritura que en todos los casos debería ser precisa, singular, auténtica, despojada de amaneramientos, rodeos y palabras de relleno. No niego al decir esto la importancia de aprender a comunicar en cada caso siguiendo un código determinado. No niego que el periodismo apunta en principio a contar algo verdaderamente ocurrido mientras que la literatura se da libertades a la hora de soñar e inventar. Pero que esta diferencia no lleve a pensar que hay escrituras distintas, finas o vulgares según el caso. Hay una única escritura. El problema, porque es un problema, es dar con ella.
L. 

Palestina en todas partes


Es tan fácil matar, tan fácil destruir, tan difícil en cambio construir algo, una pequeña flor, un refugio, un amor, cualquier cosa. En Palestina ya fueron asesinados por Israel cerca de dos mil civiles, entre ellos cuatrocientos niños. Los ataques israelíes provocaron más de diez mil heridos en la población civil y cerca de 200 mil desplazados internos. Matar niños no es difícil. Tienen huesos de viento, cuerpos extraordinariamente livianos, casi invisibles. Una bomba de escaso poder arrojada desde un avión no tripulado puede sin dificultad desintegrar bebés, entre otros objetivos de primer orden militar y estratégico. Y qué fácil es mirar para otro lado, hablar de guerra cuando no hay guerra, justificar el genocidio con palabras amables y hasta heroicas. Y es tan difícil, en cambio, construir algo, una pequeña flor, un refugio, un amor, un sol, cualquier cosa.
L.

viernes, 8 de agosto de 2014

El viaje II


Hacía tiempo que no subíamos juntos a la canoa, la canoa de madera quebrada, la extendida embarcación ligeramente ahuecada en el centro, sí, la canoa que tanto nos uniera en otros tiempos. El río se veía revuelto y vacilante como suele estarlo a veces. Invierno, primavera, verano y nuevamente invierno. Para nosotros viajar en canoa era como firmar un documento sagrado. Juntos para siempre. En canoa o sin ella. Siempre juntos. Nada podía separarnos. En eso pensaba yo esta mañana cuando subimos y nos dejamos llevar hacia donde el río decidiera. A diferencia de otros tiempos hubo esta vez entre los dos un silencio largo y oscuro, pesado casi. Nadie decía nada. Sólo se oía el oleaje y el crujido de la madera en tal o cual giro o remolino. De pronto, porque las cosas buenas y malas ocurren así, Paula apoyó su cabeza en mi hombro. Hacía mucho que no lo hacía. El gesto mínimo y liviano fue suficiente. A mi vez incliné la cabeza sobre la de ella. Y abajo las manos, la mía, la de Paula, volvían juntas al comienzo. Como en la mesa olvidada. Como el primer día.
L.

Sesión acústica

jueves, 7 de agosto de 2014

Cómo se escribe un poema

Escribir un poema es fácil. Se arma primero una frase larga que suene a poesía. Ejemplo. Tienes rostro de piedra tallada y estás hecha de cabellos y miradas. Luego se divide la frase larga en frases cortas que se escriben encolumnadas, una debajo de la otra. Así:
Tienes rostro de piedra tallada
Y estás hecha de cabellos y miradas.
Si el poema pretende ser erótico es importante agregar tal o cual palabra que esté relacionada con la sed de los cuerpos o algo ubicado en esa línea. El procedimiento vuelve a repetirse aunque el contenido cambia en parte. Algo así. Tus nalgas de greda agigantan mi deseo de horadar cada uno de tus húmedos silencios. En este caso, como en el anterior, es importante dividir la frase larga en frases cortas que se escriben encolumnadas, una debajo de la otra. Así.
Tus nalgas de greda
agigantan mi deseo
de horadar cada uno
de tus húmedos
silencios.
Listo. Así es como se escriben poemas.
L.

Cómo escribir un cuento

Nadie sabe cómo escribir cuentos. Ni siquiera quienes los escriben. Muy especialmente estos últimos. Es un problema cuando en los talleres literarios alguien pregunta cómo se arma un relato. Los coordinadores de alumnos de escritura, si son serios, no saben qué decir al respecto. Algunos, al borde de la desesperación, apelan a lo que han dicho al respecto autores de primera línea. Ninguno de ellos (Cortázar, Carver, Yourcenar, Rulfo, Chéjov, Hemingway, García Márquez, Quiroga, Cheever, Murakami) tuvo jamás la menor idea acerca de la cuestión. A lo sumo alguna generalidad del tipo comienzo, nudo y desenlace. En definitiva. La pregunta por la técnica no tiene respuestas. Ni para escribir ni para vivir. Es una lástima que no exista ni un solo manual. Pero así es la cosa. Hay una fórmula que no falla nunca. Se aprende a escribir cuentos escribiéndolos. 
L.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Cómo escribir una novela erótica


Leo en un supuesto manual de escritura literaria un método infalible para escribir una novela erótica. Uno de los puntos básicos consiste en incluir personajes siempre dispuestos a realizar el acto sexual con quien sea y en cualquier circunstancia. Otra idea es implantar en una parte del relato alguna prohibición a fin de que sea transgredida en otro lugar de la narración. Se supone que esto excitará especialmente a los lectores. La extensión ideal de la novela, advierte el libro en un tono pretendidamente irónico, es de 69 poses y 151 páginas. Por último se aconseja incluir en el texto un pasaje fuerte y descriptivo a fin de que la imaginación descanse. Qué absurdo. Los autores del manual no escucharon a tiempo la advertencia de un tal Julio Cortázar sobre el tema. Ahí el autor de Rayuela propone a los cultores del género desplegar sobre todo el lado más lúdico del sexo considerado en cualquiera de sus formas. Y que el erotismo, además, surja naturalmente, es decir, por necesidad y jamás por intención.
L.

Locuras

Suele asociarse la locura con lo creativo, lo distinto, lo que sale del límite. La transgresión. Suele decirse que los artistas son artistas porque son locos. Se habla del loco amor. O se dice que cometer una locura de vez en cuando es no sólo necesario sino curativo. No lo veo así. No lo veo así para nada. Cada vez admiro más a las personas equilibradas, las que escuchan, los hombres y mujeres que son capaces de pensar un poco. Equilibrio, pensamiento, comportamiento razonable. Esto último no suena quizás muy atractivo. No tanto como esas locuras artísticas o existenciales que vemos por ahí. Mi maestro de pintura hablaba a veces de Van Gogh y decía que ese artista no fue lo que fue gracias a su locura sino a pesar de ella. Pienso igual.
L.

6 de agosto

domingo, 3 de agosto de 2014

Libros para pasar el invierno

Haciendo orden en mi biblioteca (ya era hora) decidí poner en un estante especial y bien a la vista los libros que quiero leer o releer cien veces más. Para el que le interese comparto la lista de títulos. Kafka en la orilla, de Murakami, cuenta la historia de un joven de 15 años que se relaciona con la misteriosa señora Saeki y con la vida más en general. La mujer justa, de Sandor Marai, se compone de tres monólogos. En uno de ellos la protagonista descubre que su marido está entregado de cuerpo y alma a un amor secreto que lo consume. Otro caso serio es Todos nosotros, de Raymond Carver, antología bilingüe de poemas escritos por el gran narrador estadounidense. No deben faltar los diarios íntimos de Kafka, John Cheever (relatos completos en dos tomos) y Julio Ramón Ribeyro (Prosas apátridas). Nadie encendía las lámparas (del uruguayo Felisberto Hernández), contiene los cuentos más hermosos que pueden leerse para curarse de todos los males. Por último seleccioné la novela que el italiano Cesare Pavese escribió antes del suicidio. Se titula La luna y las fogatas y voy a leerla, creo, por tercera vez. Si consigo mi objetivo en una semana será una proeza. Para hacerlo tendré que abandonar este blog por un tiempo. Pero valdrá la pena. Y un agregado de último momento que debería presidir esta lista. Se trata de la novela El pozo, la primera que escribió el uruguayo Juan Carlos Onetti. Es decididamente un texto magistral.
L.

Cambia todo en este mundo

Hacer como si

Para poder transcurrir por estos días del mundo es importante aprender a fingir, a hacer como si, a besar sin ganas, a reír tontamente, a fingir sobre todo indiferencia y felicidad. Se trata ahora de actuar como si nada pasara, tomar vino si ofrecen vino, tomar agua si ofrecen agua, hacer planes en los que no creemos, pensar en viajes y turismo aunque nos quedemos clavados como estacas en el desolado patio. Hace tiempo que las cosas dejaron de ser lo que son. Aprendamos entonces a vivir como si fueran.
L.

sábado, 2 de agosto de 2014


Cambiar de tema

Me gustaría cambiar de tema, sí, qué lindo sería poder hablar de otra cosa como en aquel famoso poema, decir por ejemplo la noche está estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos. Escribir sobre angustias interiores, o sobre un amor inesperado por una desconocida, supongamos, una mujer de otro mundo, muchacha de otra parte, con la cual me cruzo en un parque de Madrid, y hablar nada más que de ella, de sus ropas sueltas y coloridas, de su inclinación a desnudarse, cosas así, caminatas por el bosque o la orilla de algún mar, ese tipo de paseos poéticos que tanto gustan, viajar, no existe nada mejor que viajar, y entonces, después, escribir crónicas de viaje y a la noche ir al cine con la muchacha de otra parte, esos son los temas que importan y no éstos que me abruman ahora, asuntos que además no puedo modificar, y mucho menos desde un blog, y para qué, me pregunto, para qué insistir con eso, por qué no cambiar de tema, recordar, sí recordar, la noche está estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos, pero también, ahí va otra vez, pero también tiritan los misiles en la noche palestina.
L.

Colombia vive

Una tarea sencilla

Miraba anoche, por televisión, escenas del incalificable genocidio israelí contra Palestina cometido en directo ante los ojos de todo el mundo y sin la menor señal de pudor. Traté de hacer memoria y llegué a la conclusión de que nunca en mi vida había sido testigo de algo semejante. Sé que hubo matanzas en la historia. Sé lo que hicieron los nazis con los judíos, los negros, los comunistas y los gitanos en los campos de extermino durante la segunda guerra. Me informé de las masacres masivas cometidas en Ruanda o de lo ocurrido con los armenios. Miraba anoche, decía, escenas de la masacre cometida contra los palestinos en la Franja de Gaza, también en Cisjordania, y quedé mudo. Sin nada que decir. Pensé apenas. Qué fácil es matar. Qué cosa tan frágil es un cuerpo humano. Un israelí armado de la cabeza a los pies apunta sin error contra un caserío de Gaza. Mata a trece niños al hilo. Se jacta de ello y por celular le cuenta a su novia, que lo espera en Tel Aviv, que ha matado a trece niños él solo. Manda la foto para que sea publicada en Facebook y la foto es publicada. Qué fácil es instalar un ejército considerado uno de los mejor equipados del mundo y acabar con escuelas, hospitales, refugios, mezquitas, casas, barrios enteros y todo sin resistencia alguna. En Palestina no hay ejército. Los palestinos no tienen armas. Hay un millón y medio de personas encerradas en un ghetto por los propios israelíes que están siendo eliminadas como si fueran moscas o menos que eso. La tarea es tan sencilla que asombra. Se arrojan bombas y misiles desde un avión no tripulado y listo. Si hace falta completar el operativo se envían tanques que disparan y disparan hasta no dejar ni un niño vivo, ni a sus padres, ni a un abuelo, ni a un burro. Nada. Las escenas resultan tan intolerables que obligan a dejar de verlas pasados unos minutos. Pensé. Qué fácil es matar. No importan las razones que se esgriman. Y qué difícil, en cambio, es hacer vida, cuidar la vida, amar la vida.
L.

viernes, 1 de agosto de 2014


¿Es real la vida real?

Lo evidente, lo común, lo de todos los días. ¿Son las únicas fuentes de donde beberemos? Dicen que las películas son buenas si se nutren de historias reales. Un perfil de Facebook atrae si su autor detalla lo que está comiendo y cuenta que hace un rato fue al baño y luego salió. Los realitys muestran la vida en directo: una joven duchándose, un perro, una pareja haciendo el amor ante las cámaras. Las ventajas de una existencia palpable, carnal y periodística resultan imbatibles, al menos en apariencia, frente al opaco mundo de la poesía, la imaginación y las fantasías de cualquier especie. El erotismo no se ve. De ahí el éxito de la pornografía cotidiana. Nadie puede tocar o comer angustias, amores, dudas, fulgores de raro encanto. ¿Está realmente viva la vida real? ¿Deberíamos renunciar al arte y los sueños en nombre de una perfecta hoja de lechuga?
L.

Las mujeres dan miedo


¿Existe algo propio en las mujeres que las vuelva indescifrables? ¿Encierran en sí algún misterio digno de consideración? El enigma femenino desconcierta a los hombres desde siempre. Los griegos vieron a la mujer como a un varón imperfecto. El caballero medieval llegó a demonizarla, a quemarla viva, a pensarla como un ser capaz de pactar con el diablo. La mujer ha sido ídolo, diosa, musa, hechicera, imagen de la fecundidad pero también de la muerte. En casi todas las culturas las diosas de la creación son -al mismo tiempo- deidades de la destrucción. Mitigado el poder de la Inquisición y la Iglesia empezaron a caer viejos mitos y tabúes. Pero aún en la Modernidad sigue pesando el desconcierto y el temor. "Las mujeres tienen la virtud de hacernos recordar que venimos de su vientre –dice el personaje de un cuento de Abelardo Castillo-. Se diría que hasta cuando hacen el amor desearían volver a meternos adentro. No las odio: las adoro. Pero juro que me dan miedo".
L.