Me gustaría cambiar de tema, sí, qué lindo sería poder hablar de otra cosa como en aquel famoso poema, decir por ejemplo la noche está estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos. Escribir sobre angustias interiores, o sobre un amor inesperado por una desconocida, supongamos, una mujer de otro mundo, muchacha de otra parte, con la cual me cruzo en un parque de Madrid, y hablar nada más que de ella, de sus ropas sueltas y coloridas, de su inclinación a desnudarse, cosas así, caminatas por el bosque o la orilla de algún mar, ese tipo de paseos poéticos que tanto gustan, viajar, no existe nada mejor que viajar, y entonces, después, escribir crónicas de viaje y a la noche ir al cine con la muchacha de otra parte, esos son los temas que importan y no éstos que me abruman ahora, asuntos que además no puedo modificar, y mucho menos desde un blog, y para qué, me pregunto, para qué insistir con eso, por qué no cambiar de tema, recordar, sí recordar, la noche está estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos, pero también, ahí va otra vez, pero también tiritan los misiles en la noche palestina.
L.
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