Todo está listo para que la asamblea de gotas se desplome calmosa, intensa, entre leve y por momentos torrencial, como una sábana que de pronto envolviera la piel obscena del mundo, ojos que no ven y sienten la pura vida impura, los labios semiabiertos, tensos, dados a beber y olvidar océanos espesos, la lluvia, mujer soñada y amada en el viejo hotel de pasajeros, la que golpeaba la puerta hasta recién, sí, parece que va a llover. Y cuando eso ocurra, como el dolor, como el silencio, se abrirán al fin las grandes alamedas, el beso robado, el hombre libre, la asamblea de puntas cayendo todas hacia abajo o de manera tangencial, adentro y más adentro de las almas cansadas de esperar lo que esperaban, lluvia, cataclismo del cielo, un dios húmedo y desnudo dispuesto al riesgo y la aventura.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario