miércoles, 27 de agosto de 2014

Malas palabras


Los sentimientos calificados como profundos e importantes deberían expresarse con palabras habituales o incluso triviales. Esta opción no suele gozar de adherentes entre los eruditos. Al contrario. Casi todo el mundo culto está convencido de que en tales casos deben utilizarse palabras solemnes, abstractas, incomprensibles. Por alguna razón se idealiza la literatura y se supone que la mejor de todas está compuesta de grandes y aleccionadoras frases. Parecería ser que decir cosas sencillas y concretas como te amo, estoy desesperado, tengo miedo, tengo hambre o te quiero coger (perdón) es algo propio de gente vulgar e inculta. Por lo menos se nos pide que no falte una cita de Borges, Shakespeare o Platón. Y si el agua de mar golpea un arrecife hay que decir, no que lo golpea o lo asalta, sino que lo horada, un verbo que no siempre se entiende pero suena bien. El uso de términos prestigiosos no garantiza un alto nivel literario. A veces los mejores poemas y cuadros están escritos y pintados con marcador en los muros o en la puerta de los baños públicos.
L.

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