Amor es deseo y afinidad. Esos dos elementos componen la clave entre las claves. Ambos alcanzan para sostener el andamiaje. No hace falta explicar el deseo. Está o no está. Fluye por la sangre o no fluye. Y nada ni nadie lo suplanta. Pero si el deseo está desprovisto de afinidad a la larga decae hasta convertirse en flor triste y marchita. La afinidad es gran pilar, eje decisivo, motor inigualable. Deseo y afinidad, nutrientes básicos del amor en todo tiempo y lugar.
L.
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