domingo, 31 de agosto de 2014
Abandono
Un poco antes de ducharse, pero ya desnuda, Paula me anunció el inesperado plan de tomarse una temporada de tres meses en Sierra Leona, su país de origen. ¿Sierra Leona?, me sorprendí. ¿Justo en un país tomado por el ébola y con más de veinte mil afectados? Paula entró y salió de la ducha. Yo no sabía qué hacer ni qué decir. ¿Y nosotros?, pregunté. ¿Qué será de nosotros como pareja? Paula me pidió que no dramatizara, que una temporada para ella significaba apenas tres o cuatro meses, que su viaje no afectaría a la relación. ¿Y qué harás en Sierra Leona?, insistí mientras me vestía para irme. La respuesta llegó veloz. Viviré con mi familia, ayudaré a los enfermos en los hospitales, me encontraré con mis amigas de la facultad. Enmudecido y serio abrí un cuaderno y comencé a armar un acróstico asociando las palabras que acaba de escuchar y que encolumné ordenadamente usando lápices de colores. La palabra que quedó escrita en el margen izquierdo de la hoja fue, sí, abandono.
L.
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