miércoles, 27 de agosto de 2014
Para qué sirve recordar
Las cosas no son como las vemos sino como las recordamos. A tal punto es así que no es posible olvidar aquello que no ha sido recordado, esto es, elaborado, digerido, pensado con cierto grado de compromiso personal. Las consecuencias de semejante "distracción" son nefastas. El recuerdo no elaborado se repite como acto, no como idea, de una manera casi infinita y por lo general nociva. El riesgo de repetir en acto es evidente. Bien lo saben tantos hombres y mujeres que vuelven sin querer al lugar del crimen. Bien lo saben los que reiteran una y otra vez un procedimiento que siempre hace daño. Y siendo así las cosas, ¿por qué lo repiten? Tal vez por miedo. O por el conocido rechazo a tomar conciencia del dolor. O por esa cosa de no querer "revolver" en el pasado. Y si recordar es tan molesto, ¿cuál sería el sentido de hacerlo? La sola pregunta es potente y encierra el inicio de la cura. ¿Para qué? Justamente. Para dejar de repetir.
L.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario