lunes, 30 de abril de 2012

Todos seremos leyenda

A cada instante fabricamos recuerdos. Pero no nos damos cuenta de que lo hacemos. Pensamos que es algo normal, necesario y banal como tomar agua, olvidable como todo lo olvidable. Mantenemos una conversación como si lloviera. Miramos la hora o no miramos nada. Ni se nos ocurre pensar que ese acto es el último. Que no volveremos a vivirlo jamás. No consideramos que ahí se está gestando un recuerdo que alguna vez evocaremos como si se tratara de un mito imborrable. Es raro. Vivimos insensiblemente sin saber que algún día, si es que tal cosa existe, todos seremos leyenda.
L.

Rayos de sol a la hora del sol


Hacerlo no es tan fácil



Los pájaros lo hacen, las abejas lo hacen y hasta los conejos lo hacen, claro, como conejos. Pero ninguno de ellos usa preservativos o pastillas de microgynon en el caso de las hembras. Las parejas se aparean sin uso de velas aromáticas, sin ligerie, sin angustia, sin diálogo, sin demandas institucionales. Ni siquiera podría decirse que entre los animales hay deseo tal como lo entendemos modernamente. Hay, básicamente, un acto funcional. Los humanos llegamos a ser antifuncionales y nuestro nivel de necesidad se articula demasiado cerca de la vasta alquimia del deseo, la sexualidad y, sobre todo, del lenguaje que viene cargado de malentendidos. Todo se complica infinitamente. Pero, a la vez, la nueva dimensión, la humana, abre a veces las siete puertas del mar y de la noche, algo a lo cual las gaviotas, aún siendo tan hermosas, no acceden ni por azar.
L.

Lecturas en pareja



Las lecturas en pareja son peligrosas. Paula está leyendo un libro titulado Lacan para principiantes. Desde que lo lee me dice que está forcluída, que es no-toda, que su hijo es el falo y no sé cuántas cosas más extravagantes. Yo, a mi vez, leo otro libro titulado Lacan y la izquierda. Bajo esa influencia le digo que no hay dioses, le hablo del riesgo de comprender todo, le advierto que es posible poner en acto los hechos simbólicos y que, de lo contrario, la cura por la palabra no surtiría efecto alguno. Paula me dice que la condiciono con una cadena lingüística y yo le respondo que no es posible liberarse de los velos sociales y familiares. Así estamos todo el tiempo. Difícil pensar en cocinar, en el sexo o en mínimos proyectos como salir a caminar o ir al cine. Las lecturas en pareja, en fin, son peligrosas.
L.

Y el concurso va...

Seguimos recibiendo textos con vistas al tercer concurso literario de Suspende. Ya hemos dicho que el disparador elegido esta vez es la casa en la arena. Informamos también que el certamen está auspiciado y alentado por la editorial Capital Intelectual, por el colectivo Oblogo (blogs de blogs en web y papel) y por el prestigioso mensuario de psicología Campo Grupal. Hay premios en libros y publicaciones de los textos ganadores. Pero más allá de eso lo que más interesa de un concurso es la divina excusa que brinda para escribir. Para todo necesitamos excusas. Cualquiera de ellas es válida. La meta, como tantas veces se ha dicho, es el camino. Y el camino, ya que estamos sumergidos en los lugares comunes, se hace camino al nadar, no, al andar, no, al rodar, bueno, lo que sea. El concurso va. Y estamos a la espera de nuevos y viejos participantes. 
L.

domingo, 29 de abril de 2012

Defender la imaginación



Hay otros mundos pero están en éste. No hace falta viajar mucho para entenderlo. Tampoco vivir aventuras extraordinarias. Alcanza abrir un buen libro para aceptar la idea. Entrar, por ejemplo, en una historia imaginaria y aceptarla. Entregarse a ella como si fuese una amante o un sueño amado. Asumir como cierta la ficción es, sin embargo, peligroso. Estamos viviendo los tiempos de la realidad real. No se permite la menor transgresión en este punto. El problema se ve claramente en las redes sociales y aún en este blog cuando imaginamos alguna situación no vivida ni experimentada. Cualquier intento imaginario es considerado cierto. Uno se pregunta si queda ya algún lugar para la literatura de ficción. Los nuevos lectores creen que Silvio Astier era Roberto Arlt porque El juguete rabioso está escrito en primera persona. Otros suponen que Kafka era un orangután porque escribió Informe para una academia, donde el narrador, es notoriamente, un mono. ¿También se pensará que las crónicas marcianas de Bradbury fueron escritas desde el planeta rojo? Defender la imaginación, en ese marco, es un acto revolucionario.
L

Erotizar la vida



El erotismo no es un tema de conversación. Tampoco un deporte o una especie de felicidad obligatoria. Se trata de asunto mucho más amplio y profundo. La vida es erótica o no es nada. Lo sexual no está solamente entre las piernas sino en las frutas, en el aire, en la bocas, en los sueños. En cualquier frase incompleta hay un mensaje indescifrable. Íntimo. También en un cuerpo así esté cubierto por completo. Erotizar la vida es dotarla de un sentido erizado y tenso. Eso es. Permanecer deseante a pesar del frío y la sequía. Sentir la vida y la muerte al mismo tiempo. Tragarse todo. Erotizar la vida.
L. 

No hay diálogo

El diálogo entre hombres y mujeres está sobrevalorado. Es más. No hay tal diálogo. ¿Dos monólogos entonces? Eso está más cerca de la verdad. ¿Y por qué? Ocurre que las palabras generan significados que trascienden la comprensión de quienes las usan. Lo que uno quiere decir y lo que "dicen" las palabras utilizadas no coincide. El lenguaje goza de cierta autonomía. De ahí que en la vida diaria haya tantos malentendidos y tantas veces, demasiadas, haya que disculparse. Yo no quise decir esto o lo otro, le decimos a una mujer. ¿Pero qué quisiste decir cuando dijiste eso?, contraataca la mujer al borde de un ataque de nervios. Eso pasa en todos lo ámbitos. Los diálogos en la cama, en el Senado, la cancha o la verdulería son perfectos simulacros. Ni lo ademanes físicos se entienden del todo. Los hechos, los actos, hablan a veces con más claridad que las palabras.
L.

sábado, 28 de abril de 2012

Perder el tiempo

Me dicen que no pierda tiempo en el blog. Que debo concentrarme en una obra importante. El blog, dicen, es un juego tonto, una dilapidación de esfuerzos. La idea de darle un sentido práctico a la existencia está generalizada. La gente que me rodea está tan ocupada que no tiene tiempo para escribir, tampoco para leer por placer, de coger ni hablar, y mucho menos de salir a caminar. Se salvan los viajes. Eso sí. Viajar, me dicen, sirve para conocer culturas diferentes, divertirse, alojarse en lindos hoteles y rodearse de paisajes increíbles. Viajar es o sería algo tan útil como trabajar, producir, ocuparse de la familia o comprar un auto. La utilidad, una vez más, pasa a ser considerada como una esencia de sentido. No hacer nada, en cambio, hojear un libro o ponerse a jugar con los niños, en cambio, sería una gran estupidez. Se ha impuesto la idea de no perder el tiempo casi como una nueva religión. No pienso así. Considero que perder el tiempo es la única forma de recuperarlo.
L.

Amor subversivo



El amor no ligado a la procreación ha sido visto siempre como una anomalía. A la procreación o a la utilidad práctica. Un amor así no tendría sentido. Si no sirve para construir una pareja duradera, si no ayuda a conseguir un auto o una buena obra social, si un novio o una novia no son serios, es decir, aburridos y bien vistos por los padres, todo eso es una porquería. El amor sin más, es decir, el que no sirve para nada más que amar, es considerado antinatural y, sobre todo, subversivo. Eso de andar de la mano para nada, aparearse solamente para gozar, intercambios de alientos, lenguas y palabras, en fin, una basura completa. Y sin embargo es el amor sin atributos el único que vale la pena vivir, al menos, una sola vez en la vida.
L.

Madre I

Mi madre murió el 11 de noviembre último, a la madrugada, en un geriático modesto pero muy bueno si se lo compara con otros. La información carece por completo de interés. Es un dato inútil como digo en mis cursos de escritura. Pero no importa. Esto empezó así y no tengo ganas de pensar otro comienzo. Mi madre fue comunista. Toda la vida. Caminaba rapidito y su especialidad era la torta de nuez. Mi madre creía que el mundo iba hacia adelante y que si bien ella no podría verlo sus hijos y sus nietos sí. El milagro no ocurrió. El mundo es inmundo. Mi madre se creía dueña de la verdad. También yo. Por algo será. Mi madre viajó a La Habana, a Moscú, a Berlín. Mi madre luchó para salvar a mujeres africanas a punto de ser fusiladas. Mi madre, en nombre de la revolución, dejó otras cosas de lado. Su vida por ejemplo. No la culpo. Hizo lo que debía hacer en una época donde el compromiso abarcaba todos los aspectos. No tengo recuerdos muy certeros de mi madre. No sé si me alimentó de sus pechos, no sé si me pegó, no sé muchas cosas más. Caminaba rapidito. Creía en la revolución. A veces se peleaba con mi padre. Heredé, quizás, lo peor de ella. Pero también lo mejor. Esto no es un homenaje. Esto no es nada. Empezó porque empezó y ahora termina porque termina. Horas después de su muerte pude verla antes de que los de la funeraria se la llevaran. En la pared había una foto del Che y otra de ella y mi padre abrazados en la playa de Necochea. 
L.

Madre II



Madre III

Si las madres gobernaran el mundo ese mundo sería, quizás, un poco mejor. Una madre no pierde tiempo en tonterías. Pone el cuerpo en todo momento. Lo pone para aparearse, lo pone para gestar un nuevo ser en sus entrañas íntimas, lo pone para criarlo. Es cierto que puede haber hombres alrededor. El hombre ayuda pero solamente eso. Y no es posible negar su modesto pero nada desdeñable papel en el coito. Lo demás, sin embargo, queda a cargo de la madre. Ella pone la teta, la leche, el sueño atrasado, la angustia. El esfuerzo no será luego reconocido por el hijo. Pero en ese momento la especie garantiza su continuidad. La madre, finalmente, sabe todo porque no le queda otro camino que saberlo. Vive un mundo difícil pero tiene fuerzas para soportarlo. Se dicen demasiadas cosas triviales sobre la cuestión. El día de la madre especialmente. Todo tipo de formalidades destinadas a quedar bien con la sociedad. Algunos hasta dan el asiento en el bus a las embarazadas. Pero no nos engañemos. La madre está sola de toda soledad. Y si el hijo nace, vive, habla y crece es porque ella, aún sin pensarlo, lo decidió así.
L.

La canilla


viernes, 27 de abril de 2012

Cuatro mil entradas

Con este posteo Suspendelviaje completa la cifra redonda, cuadrada o triangular de cuatro mil entradas. Eso significa cuatro mil textos a los que deben añadirse imágenes y videos musicales, cinematográficos o de danza. Los que creamos este espacio hace alrededor de tres años somos conscientes de que no siempre la cantidad equivale a la calidad. Pero también sabemos que los materiales ofrecidos acá son, en todos y cada uno de los casos, interesantes, provocadores, incómodos en el mejor sentido de la palabra. Este blog acompañó a varias personas durante largos períodos. Muchos de los que subieron al tren lo abandonaron luego para ser reemplazados por nuevos pasajeros. El tren no suspendió el viaje. Fue añadiendo convocatorias a concursos literarios (ya van tres con el que acabamos de lanzar) y cierta profundización temática, ciertas obsesiones que pueden verse en las casi infinitas etiquetas del costado. Los posteos no siempre son comentados pero sí leídos por nuestros seguidores más fieles. No ignoramos que un porcentaje menor de visitantes lo hace buscando fotos de cuerpos desnudos o alusiones sexuales. No podemos evitarlo. Es una de la tantas enfermedades que circulan por la red global. Igual Suspende, como todo emprendimiento cultural y social, no apunta a todos los que vienen sino a algunos. Seguiremos acá sin ilusiones ni desesperación... y esperando enormes cambios en el último minuto.
Andrea y Luis

Ser diferente

Ser diferente no es un pecado grave. Tampoco un atentado contra la moral. No hablo de enfermedades mentales o físicas, tampoco de tamaños distintos de genitales o senos. Ni siquiera de conflictos culturales. Hablo, como diría Stendhal, de la audacia de no ser como todo el mundo. Lacan, el seguidor de Freud, era un poco así. Desconfiaba en general de los ideales, de las utopías, de las leyes de la historia, incluso de la idea instalada del amor. Podría decirse que Lacan estaba en contra de todo lo que está a favor. No era un revolucionario en el sentido moderno de la palabra. Era más bien un subversivo. Sabía que lo que se gana por un lado se pierde por otro. Se oponía a la adaptación y apostaba a la transformación. De algún modo él y su teoría causaron un daño terrible a la idea de tradición. Tuvo la audacia de no ser como todos y encima jactarse de ello. Al hacerlo se ganó muchos enemigos. Pero, también, unos pocos pero fieles amigos. Y esto último, en definitiva, es lo que vale.
L.

Negramano


El extranjero


No es difícil identificarse con Mersault, el protagonista de L'étranger, la novela de Albert Camus. El hombre es apático. No entiende las leyes del mundo. Ama a una mujer, María Cardona, sin comprender si realmente la ama. Pero la desea, acaricia sus pechos, le gusta dormir y nadar en el mar con ella. Mata a un hombre porque sí. No entiende por qué debe ser juzgado y ajusticiado. Tampoco entiende por qué debe llorar cuando muere su madre. La sociedad lo juzga. La sociedad no soporta que Mersault actúe de manera no convencional. El personaje es condenado básicamente por eso. Por no hablar ni pensar como lo hace todo el mundo. Mersault es un verdadero antihéroe. Y, a su manera, es también un rebelde existencial. Al mismo tiempo su casi total desinterés resulta irritante. Uno termina enojándose mucho con él. ¿Pero a este hombre no le pasa nada, no siente nada, todo le da igual? No es muy difícil identificarse con el gran personaje de El extranjero. Pero tampoco es fácil.
L.

Campamento

Leo un libro acerca de la probabilidad. El tema forma parte de una entrevista al historiador inglés Eric J. Hobsbawm. El hombre trata de explicar la actitud científica del historiador, es decir, alguien a quien no le interesan los hechos en sí mismos sino las probabilidades que de ellos se desprenden. Parece complicado pero no lo es. Hobsbawm da un ejemplo. Si 20 mujeres jóvenes y 20 hombres jóvenes van juntos a un campamento de verano durante tres semanas las probabilidades de que se produzcan emparejamientos entre ellos son altas. Amor, carpas, hormonas, deseo, caminatas, fogones nocturnos, etcétera. Es cierto que en tal caso lo que importaría, al menos para los acampantes, es saber quién irá con quién. Para un historiador, en cambio, ese detalle no es de gran interés. Lo único que cuenta para él es la posibilidad de que las parejas se armen o no en las condiciones anotadas. ¿Así se entiende mejor?
L.

La dance


jueves, 26 de abril de 2012


Pasión de multitudes

La ignorancia, o, para decirlo de otro modo, el rechazo al conocimiento en todas sus formas, se ha convertido en pasión de multitudes. Cualquier idea, por simple que resulte, provoca escozor, miedo, fastidio. Lo noto en el vecindario, en las aulas, en los baños públicos. Lo que en cambio entusiasma son las religiones de cualquier tipo, los ángeles, la mística, los signos zodiacales, las ideas falsas, cualquier noticia carente de todo fundamento. Esto se expresa en situaciones diversas y el motivo no es fácil de aclarar. O sí. Acaso siempre fue igual. Durante siglos la humanidad prefirió pensar que nada se movía en el universo. O que la Tierra está sostenida por elefantes. O que ciertas mujeres, a las que se consideraba brujas, debían ser quemadas vivas a la vista de todo el mundo. Porque la ignorancia, pasión de multitudes, tiene su lado cruel. Eliminar al que sabe algo, por mínimo que sea, para que no moleste con ideas incómodas. Mejor me quedo con pensamientos simples, amor simple, felicidad simple. Así paso la vida tranquilo, sin miedo, sin cuestionar nada. Elegir el camino de la ignorancia, sin embargo, no sale gratis y no todos lo saben a tiempo. Divina y triste ignorancia.
L.

Sin peces en el agua




El descreimiento en el psicoanálisis es casi total. Hombres y mujeres dicen que prefieren terapias breves, cereales, autoayuda, iglesias o la oreja de un amigo. Pero el dispositivo psicoanalítico no es una religión. No hay Dios en el diván. Y si hay uno se llama deseo. El analista no da consejos. No alivia casi nada. Autoriza al paciente a mantenerse deseante. Eso sí. No prohíbe el goce pero autoriza a prescindir de él. Trabaja para que el sujeto pueda liberarse de la servidumbre de las cosas, los cuerpos, los placeres del espectáculo y el consumo, es decir, de eso que hoy se llama satisfacción inmediata. Esto cae antipático a los modernos y esotéricos de moda. Ellos suponen que en algún lugar se está desarrollando una fiesta donde todo el mundo la está pasando bomba. Se sienten unos boludos que han sido discriminados y expulsados del baile. ¿El psicoanálisis sería entonces la cura de los idiotas? Puede ser. Solo que el analista no ofrece a nadie la dirección de esa fiesta espectacular. Es más. Ni siquiera sabe dónde se hace. No es que la fiesta esté prohibida o restringida sino que, simplemente, es irrealizable. Qué pena. No hay fiesta. Pero esto último el paciente deberá descubrirlo solito mientras resuelve sus conflictos, sale del sufrimiento repetitivo y descifra con paciencia la clave del síntoma. La terapia no da pescado pero enseña a pescar, incluso, cuando no hay peces en el agua.
L.

Te amo con todo mi corazón

Se armó un lío en plena clase. Yo empecé, como siempre, combatiendo los lugares comunes. Dije por ejemplo que mi más sentido pésame es una expresión carente de sentido. Dije también que frases como te amo vida mía, o te amo con todo mi corazón, resultan igualmente inverosímiles. Bastaría pensar un rato en la cuestión. El corazón es un músculo pequeño pero importante, lleno de venas y arterias, lleno de sangre también, poco relacionado con lo amoroso. Quizás, provoqué, sería más sincero decir cosas como te amo con todo mi pene o algo aún más sucio. Después de todo los genitales se relacionan más con el amor que el corazón, el bazo o el páncreas. Una alumna saltó hecha una furia. Dijo que el amor es un sentimiento y que lo que yo había dicho era una vulgaridad. Acepté esto último pero no la frase que dio como ejemplo. Le recordé a mi alumna que Boca, el equipo de fútbol, también es un sentimiento. No puede parar. Lo cantan las barras bravas en los estadios, es decir, nada que ver con la pasión que nos despierta una persona. Decir que el amor es un sentimiento, además, es un punto de vista teórico que debería ser estudiado y analizado con detenimiento. A esa altura la discusión era imparable. Le dije a mi alumna que el tema era complejo y requería, por lo menos, leer algunos libros. Ella, cada vez más irritada, me dijo que para amar no se necesitan libros. En fin. Así fueron las cosas. Se armó un lío en plena clase.
L.

Sin rodeos



Llamar a las cosas por su nombre, es decir, hablar sin rodeos, es algo generalmente mal visto y estigmatizado. El arte de escribir sin arte suele ser considerado sucio o inmoral. Decir lo que debe decirse, sin embargo, no sólo es bello sino también curativo. Esto vale tanto para temas sexuales como políticos, científicos o académicos. El maquillaje en cualquiera de sus formas resulta finalmente ineficaz y tedioso. Eso, claro, siempre que tengamos en cuenta que nada de lo que se dice viene envasado al vacío. Siempre hay algo afectado, retórico, incluso fingido, aún en la frase más explícita y brutal.
L.

Lo innombrable

No somos capaces de decir toda la verdad sino apenas una parte. Eso se debe a dos razones. Primera. La verdad total no existe. Segunda. Si existiera algo así, tan extraordinario y asombroso, no alcanzarían todas las palabras del mundo para darle un nombre adecuado. La verdad total, además, es totalitaria. Y si no lo fuera es irrepresentable, inalcanzable, irreproducible e innombrable como el placer y el dolor extremos. Habrá que resignarse entonces a decir amor, perro, pez, cielo, tierra, puta. Sabemos que decimos poco y nada con eso. Pero, ya lo dijo el poeta, la red de cazar palabras imposibles está compuesta, apenas, por palabras posibles.
L.

La palabra cielo se hizo en su boca


miércoles, 25 de abril de 2012

Frío

Hace frío en Buenos Aires. O quizás no sea en Buenos Aires sino en mi cuarto. Pero a nadie le importa si hace frío en mi cuarto. Tampoco a mí. Este no es un blog confesional. No contamos intimidades. Y si lo hacemos utilizamos medios literarios, imágenes, dobles, metáforas. De nuestras cosas hablamos con nuestra gente. De todo lo demás hablamos acá. En Buenos Aires hace frío. Habrá que encender un fuego o un amor. Y habrá que hacerlo con urgencia.
L.

No todo es tan claro

Cuesta mucho, al parecer, aceptar que la vida es compleja. O aceptar que cada persona es un mundo. O aceptar que no entendemos nada del mundo. Mucho más simple es manejarse con un par de ideas socialmente aceptadas y darle para adelante. El otro camino lleva al desconcierto, nos llena de inseguridad, nos deja a la intemperie. Pero la intemperie no es tan mala. Hay árboles, viento, playas, cuerpos, amores fugaces o eternos, de todo. Pero dado que la vida es compleja no queda otra que aceptar todas esas cosas sabiendo que son raras y, para peor, efímeras como la vida misma.
L.

No todo es oscuro


Frases deshechas

Las palabras son peligrosas. Detrás de cualquier frase hecha se oculta una visión del mundo. Ideas tan inocentes como decir que la juventud está hecha para divertirse y que la adultez para aburrirse, morirse antes o amargarse hay todo un pensamiento. Un triste pensamiento. Pensar que el romanticismo es una idiotez y que cosas como el amor deben ser consideradas ante todo con sentido práctico, en fin, la misma cosa. Creer que un país anda bien porque su economía ha crecido, mientras la gente, que es lo único que importa, se muere de hambre y tristeza, es otra de esas ideas desgraciadas. Lo mismo se aplica a la educación, a los lugares comunes sobre el tiempo, el sexo o la ensalada. Un primer remedio que se me ocurre para esta grave enfermedad es cambiar las frases hechas por frases deshechas.
L.

martes, 24 de abril de 2012

Blog de puertas abiertas



En este blog no estamos cerrados a nada. O a casi nada. Son siempre bienvenidos los comentarios al pie de los posteos. También celebramos que se sumen seguidores en el lugar respectivo (son ya 373). Estamos recibiendo los primeros textos con vistas al concurso literario (ver detalles al costado). Aceptamos insultos (suaves), elogios (fervorosos o fríos), aportes de cualquier tipo a las ideas y fotos expuestas. También a los videos musicales. Blog de puertas abiertas. Y si se cierra una, como dice el dicho, se abren cien.
L.

La vida extraordinaria


La vida ordinaria

La vida ordinaria no es tan linda como la extraordinaria. Entrar a un templo tiene más encanto que entrar a la casa, nuestra casa, ir al baño no del todo higienizado, limpiar el pis del gato en el patio, cocinar, hacer la cama que quedó sin hacer a la mañana, etcétera. Por eso gustan tanto los viajes. Estando lejos todo parece nuevo, los hoteles son limpitos, los paisajes perfectos, la vida es dos veces vida. La calle del barrio, en cambio, no es más que eso. La calle del barrio. Y encima duerme un mendigo borracho y sucio en la esquina. La gente es fea, los sueños se vienen abajo, en fin, para qué seguir. La vida ordinaria es efectivamente ordinaria. Y a la extraordinaria no hay con qué darle. Pero subsiste algo en lo común, en lo de todos los días, que no tiene comparación con nada. Y es justamente en ese algo cotidiano y chato y feo y mugriento donde Dios, o algo que se le parece demasiado, asoma sigiloso y leve entre las grietas.
L.

Fado tropical



Enseñar

Enseñar es difícil. Es, sobre todo, una escena teatral. Los alumnos hacen como si fueran alumnos y los profesores creemos ser dignos de ese nombre. Pero una vez en situación, con la pizarra atrás y el alumnado adelante, el maestro no sabe qué hacer. Siente, por un lado, la inutilidad de su gesto. Busca entre las caras al menos una que muestre interés. A veces no la encuentra o cree que no la encuentra. Se supone que cualquier cosa es más importante que el show realizado en el aula. Está la idea dominante de que la fiesta está en otra parte. El maestro se esfuerza por negar esta última intuición. No hay fiesta, dice. No hay otra parte, dice también. La vida es ahora o nunca. Suena el timbre y listo. Y el río, donde nadie se baña siquiera una sola vez, sigue su curso largo y misterioso.
L.

León pequeño


lunes, 23 de abril de 2012


Lo necesario

Si sucede conviene. Es una frase hecha pero no está mal. Lo necesario, en general, no es sucio, no es vulgar, no debe objetarse desde la moral. Navegar es necesario, vivir es casi un mandato, el sexo y el amor se vuelven, a veces, imprescindibles. Si suceden convienen. No hay que pensarlo demasiado. Darle agua a los niños, cuidar al gato, ir de compras, cumplir con ciertos horarios. La única duda en esta cuestión se resume en algunas preguntas. ¿Qué cosa es necesaria? ¿Qué cosa no lo es? ¿Lo inútil es realmente inútil?
L.

¿Placer o realidad?



El principio del placer es muy popular. ¿Quién quiere sufrir? El principio de realidad, en cambio, tiene pocos adeptos. Algunos lo eligen sobre todo por la utilidad y la eficacia. Lo útil, lo que sirve, es muy valorizado actualmente. Hay un problema sin embargo. No hay placer absoluto. Y lo que llamamos vulgarmente realidad es, por lo general, una especie de sueño que se desvanece. ¿Qué hacer entonces? ¿Placer o realidad? ¿La playa o la montaña? ¿Amor, viajes o trabajo? El punto, ni siquiera hace falta decirlo, es la mezcla.
L.

España y los inmigrantes

Leo en el diario madrileño El País que a partir de ahora los "inmigrantes irregulares" en España, así los llaman, no tendrán acceso a hospitales y demás centros de salud. Imagino la escena. Una inmigrante angolana, por ejemplo, se acerca a un consultorio totalmente descompuesta. No importa la causa. El médico le dice lo siento. Usted es irregular. Muérase. No voy a atenderla. La medida es parte de los recortes aprobados en España por el Consejo de Ministros de ese país donde vivieron alguna vez Federico García Lorca, Miguel de Cervantes Saavedra y un tal Miguel Hernández. Un niño irregular está por nacer. Que se muera. Una hermosa joven colombiana se desangra. Que se desangre por no tener los documentos en regla. Que se mueran ella y todos los demás. Sólo por eso debería producirse en el mundo, hoy mismo, ya, una revolución mundial, social y política, de alcances imprevisibles.
L.

Diariamente


domingo, 22 de abril de 2012

El llamado del deseo

A toda hora Fernando Pessoa, el poeta portugués, nos tira el alma abajo. Parece decir no quiero, no voy, no puedo a cada instante. Renunciá, no viajes, no desees, no toques, no ames...Pero nunca dejes de sentir. Y para todo tiene argumentos de peso. Cada uno de nosotros es dos -dice-. Y cuando dos personas se encuentran es raro que cuatro puedan estar de acuerdo. El amor quiere la posesión -dice también-. Pero eso es imposible. Si yo no soy ni siquiera dueño de mí mismo,  ¿cómo sería dueño de otra persona? Por momentos dan ganas de confrontar con él. ¿Entonces qué señor Pessoa? ¿Qué hacemos cuando sentimos el inconfundible llamado del deseo?
L.

La ley

Si la ley fuera lo que dice ser tendría que ser la misma para el domingo a la tarde, para la noche del sábado o el lunes, para el miércoles y el martes. Y sin embargo no existe esa ley que se aplique a todas las situaciones. Hay o debería haber cierta movilidad de las leyes que permita adaptarlas a los cambios. No somos igual hoy que ayer. No pensamos lo mismo. Cambian los planes y el movimiento engendra movimiento. Las leyes, si son lo que dicen ser, deberían ser un poco más flexibles y elásticas. Conclusión. Dudar de todo. También de la ley única, eterna, pura e indivisible.
L.

sábado, 21 de abril de 2012


Gente interesante

Ya sea para casarse o para un encuentro pasajero el mundo ofrece mucha gente atractiva e interesante, con buenos cuerpos y mejores sentimientos. La variedad es grande. Se acabó esa idea del amor de mi vida, la belleza única e irreemplazable. Hay gente linda en cantidades industriales. Para el amor, la convivencia o el simple y necesario desahogo físico. Lo dicho no vale tanto para las afinidades. No es tan fácil compartir el silencio, el encanto, la nada. Menos aún la tristeza o las ganas de matarse. En tales casos entramos al campo del amor verdadero. En esas tierras, como se sabe, quedan unos pocos animales esperando no se sabe qué milagro de última hora.
L.

Fantasías sexuales



Las fantasías sexuales no son sexuales. Aluden a algo indefinible y lejano. Es un deseo de totalidad. Lo nuevo. Lo inusual. Leo una nota sobre el tema. Una escritora investigó los gustos eróticos de gente famosa. Tostoi soñaba con que su mujer leyera sus diarios íntimos (los del autor ruso). Marilyn Monroe quería "hacerlo" -así dice la revista- sobre la mesa de una cocina con Sinatra. Modigliani quería poseer a sus modelos. Anais Nin deseaba acostarse con su psicoanalista. Cleopatra soñaba con practicar felaciones a miles de hombres, entre ellos cien romanos. Todo en una sola noche. Scarlett Johansson desea copular en la parte de atrás de un auto y fotografiarse el culo con un celular. Lo mejor que leí es la descripción del coito que hace Stendhal. Al día siguiente se tratan de tú, dice. Las fantasías sexuales, en resumen, no son sexuales.
L.

Nada es fácil

Qué difícil sostener un blog. Pero no sólo un blog. Qué difícil sostener cualquier cosa. Un amor, un trabajo, una carrera, una cena, una conversación, una persona, diez personas. Más fácil, mucho más fácil, sería dejar que se caiga todo y listo. Tomarse un avión directo a la Isla de Pascua y quedarse ahí mirando el mar. Pero nada es fácil. Ni siquiera dejar que todo se caiga. O eso especialmente.
L.

El tren de las 11


viernes, 20 de abril de 2012

Baños públicos

La verdad no está en los museos de arte o en los barrios de lujo. Tampoco en los libros eruditos, en los festivales de cine o en los ambientes de alta cultura. La verdad, si es que existe, nace y muere en los baños públicos. Hoy estuve en uno situado en pleno centro de Buenos Aires. Era y es un asco. Está situado en una estación de servicio adonde van taxistas, policías, ladrones y gente sin fe. Algunos hombres orinan en meaderos casi desbordados por un líquido espeso y dorado. Otros se lavan las manos con un jabón que parece fabricado con grasa vencida. Las puertas de los reservados están llenas de inscripciones que, de algún modo, evocan las pinturas rupestres de Altamira. Hay ahí teléfonos de putas y travestis, también de homosexuales dispuestos a todo por dos billetes, garabatos mal hechos de genitales masculinos y, también, de cuerpos femeninos un tanto deformes. Siempre hay algún teléfono o señal en clave, una frase brutal dicha con las palabras justas, y, más allá de todo, el inconfundible olor de la vida sin adornos. Salí del sitio impregnado de algo oscuro y aceitoso. Pensé en la pureza de los museos de arte y los barrios de lujo. Pensé en las charlas notables e instructivas de la Feria del Libro. Pero no me engaño. La verdad, si es que está en alguna parte, nace y muere en los baños públicos.
L.

Oblogo se suma al concurso

Oblogo, revista mensual gratuita de los blogueros argentinos, acaba de sumarse a la lista de auspiciantes del tercer concurso literario de Suspendelviaje (los interesados pueden visitar a nuestros amigos en www.oblogo.com). Hasta el momento la lista incluye al mensuario de psicología Campo Grupal, que publicará los textos ganadores, y a la prestigiosa editorial Capital Intelectual que donará los libros al ganador y finalistas. El concurso está abierto a todos los visitantes de este espacio. El disparador de los textos es la casa en la arena. El plazo de entrega finaliza el 2 de junio próximo. Un jurado especializado leerá y seleccionará los textos enviados. A escribir que se acaba el mundo. Y si no se acaba mejor. Será una nueva excusa para participar del concurso y, quién sabe, ganar el primer lugar.
L.

Sexo fuera de contexto

Sexo fuera de contexto. Es la consigna que di a mis alumnos de taller literario para el ejercicio de la semana próxima. Las consignas son meras excusas para producir literatura, subjetividad, encadenamiento de palabras intensas. Mi propuesta apunta, en realidad, a combatir los lugares comunes de la escritura erótica y de la escritura en general. Ya se sabe. Sábanas arrugadas, pieles erizadas, poros alterados, cataratas de sudor. Lo sexual, sin embargo, impregna la vida diaria de todos nosotros. Y no hacen falta frases hechas ni escenarios determinados ni obviedades de ningún tipo para que el acto se ponga en juego. Los lectores de Cortázar tienen un ejemplo perfecto en el cuento La señorita Cora, el más erótico del autor de Rayuela según sus propias palabras. Y en ese relato, como se sabe, no se describe ninguna escena sexual y todo transcurre, para colmo, en un ambiente hospitalario. Dicho de otro modo. Sexo fuera de contexto es la vida bien encarada y mejor entendida. O, también, literatura a secas...aunque lo dicho se contradiga en parte con un tema tan húmedo y sensible.
L.

La persiana


jueves, 19 de abril de 2012

Algo más



Lo de hoy, lo común, lo de todos los días, no debe ser apenas eso. Seguro hay algo más. Siempre lo pienso. En el escote profundo de la mujer del 132, sí, la del fondo, debe esconderse un universo raro. Intraducible. Y eso para no hablar del árbol de la esquina, de las cajas donde guardo fotos que saqué en 2003, de la cara sombría de una vieja que pasa por la esquina de mi casa. Algo más debe haber. No hablo de dioses ni milagros. Digo algo por decir algo. No es posible que la vida sea apenas esto, eso y lo de más allá. ¿Qué nos queda de este día moribundo? Insisto. Algo más debe haber.
L.

La oportunidad de mi vida


¿Internet nos vuelve estúpidos?

Nicholas Carr, periodista especializado en nuevas tecnologías, descubrió un día que Internet le impide concentrarse en la lectura. En un artículo titulado ¿Google nos vuelve estúpidos? dice que la lectura profunda que antes le resultaba natural se le ha vuelto, ya, imposible. No puede concentrarse en casi nada. Llegó al punto de irse a vivir a una montaña con su mujer para ver qué pasa. "Ya no leemos -dice Carr-. Saltamos, nos movemos, escaneamos y abrimos innumerables ventanas que nunca terminamos de entender". Un estudio realizado entre chicos y chicas "criados" por Internet indica que ellos ni siquiera leen de arriba hacia abajo sino que escanean la página buscando trozos de información. El medio afecta la forma en que elaboramos el mensaje. No solo somos lo que leemos sino cómo leemos. En conclusión. Todo pareciera indicar que se está perdiendo la capacidad de interpretar los textos para transformar a los lectores en meros decodificadores de mensajes incomprensibles. Ya nadie leerá, insiste Carr, La guerra y la paz, de Tolstoi. Vargas Llosa escribió una larga nota cuyo título dice todo. Más información / menos conocimiento. La memoria deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un buscador cualquiera. La memoria se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse. El autor de La ciudad y los perros concluye que, con Internet, es más lo que se pierde que lo que se gana. ¿Será así?
L.

Los suicidas

Los suicidas erotizan la muerte, la idealizan, la ven como algo extraordinario. Dado que así piensan se acuestan con ella, lamen sus huecos más húmedos, se entregan con ganas a la experiencia final. Un ejemplo recurrrente cada vez que se habla del tema es el de la poeta argentina Alejandra Pizarnik. Ella, enamorada de las lilas y la muerte, no se conformó con los versos. Quería más y se dispuso a vivirlos en carne propia, es decir, la muerte encarnó en ella y, en fin, para qué seguir. Hay otro caso ilustrativo de la íntima relación entre sexo y suicidio. Es el del gran autor italiano Cesare Pavese. El hombre, un desamparado sin casa y sin mujer, padecía, por si fuera poco, de eyaculación precoz. Lo cuenta él mismo en su diario íntimo. No es aventurado pensar que alguien imposibilitado de contener su esperma en la hora clave termine matándose en un hotel de Turín. El hombre no podía ni pudo esperar. No tengo nada contra los suicidas. No los considero réprobos aunque sí asesinos tímidos. Mezclan todo. Arrojan el bebé junto al agua de la bañera. Los suicidas deberían cambiar de técnica y aparerarse con mujeres, o con hombres según el caso, cocinar, producir obras de arte, hacer yoga, etcétera. Las ideas son problemáticas. No habría que idealizar ninguna cosa en realidad. Mejor adoptar el conocido lema de Gramsci. Pesimismo en la idea / Optimismo en la acción. Seríamos todos, también los suicidas de alma, gente medianamente feliz.
L.

Botella sin mensaje



Vivir es una botella sin mensaje. Una botella que puede ser llenada con sangre, semen, orina, poesía, lirismo, desesperación. Lo que no debemos hacer es inundar la botella con mensajes. Frases importantes, indicaciones de autoayuda, flechas que muestran el camino. No hay camino. Nada peor que los poemas cargados de intención. Vivir sin intención. Una botella vacía está abierta, como el silencio, a todos los sonidos. Si, por el contrario, la llenamos de golpes, gritos, comida, palabrerío hueco, planillas y planes, en fin, la botella se hunde. No hay mensaje. La botella vacía es el mensaje.
L.

Amélie en 3D


miércoles, 18 de abril de 2012

Conversaciones



Raramente se habla de lo que importa. Aquí, allá y en todas partes. Y si alguna vez se habla se usan palabras anodinas que nada o casi nada significan. Hay miedo a decir. Las conversaciones son simulacros de diálogo. No hay intercambio ni entrega. Voces blancas que al rato se vuelven negras, como el carbón, y después se desvanecen convertidas en humo seco. Si la gente hablara al menos un instante de lo que importa el mundo se derrumbaría. O renacería bañado en leche de madre o licor de hombre. Nunca se sabe.
L.

Duración del amor

Es difícil medir la duración del amor. Freud se animó a calcularla entre dieciocho meses y tres años. Si la atracción se basa en la sorpresa, razonó, mal puede esperarse que la novedad se estire muy lejos. Nada es para siempre. Por la razón que sea la misma persona que nos generó fuertes emociones en un momento deja de hacerlo en otro. Surge entonces una nueva sensación, el apego, basada en la seguridad y el confort que se observa en parejas duraderas. Los enamorados del amor se desesperan ante lo efímero y buscan dos caminos. Cambiar de pareja asiduamente o mantener la estabilidad afectiva depositando la pasión en otra parte. Pero tampoco el adulterio resuelve la cuestión. Shakespeare pensaba que los únicos amores que duran son los que terminan en su mejor momento. Puede ser. También es cierto que a veces los amantes extraen más placer del propio entusiasmo que del objeto inspirador. Ningún camino es perfecto. En este mundo, decía Wilde, hay solo dos tragedias: una es no obtener lo que se quiere. La otra es obtenerlo.
L.

¿Te perderías esa cola?

¿Te perderías esa cola? Es el eslogan principal de uno de esos tristes papelitos que se pegan en caños y paradas del centro de Buenos Aires. Debe ocurrir algo parecido en otros países. Lo que se ve en el aviso mencionado es un culo enorme de mujer. Un culo sin rostro ni alma. La mujer, en fin, reducida a dos masas musculares y redondas más un hueco invisible pero probable. Unos metros más allá se ven convocatorias similares. Las chicas, o los culos, suelen llamarse Gisel, Carla, Romi. Son, obviamente, noms de guerre y no los verdaderos. Pienso en esas jóvenes pero pienso, sobre todo, en los hombres que acuden al llamado. ¿Qué buscan realmente? ¿Tan poca imaginación tienen para no perderse esa cola mal fotografiada? Todo es muy extraño. El mundo, la vida, el sexo, el amor, los tristes papelitos que invaden el centro sin luz de Buenos Aires.
L. 

martes, 17 de abril de 2012

La casa en la arena


No es la casa de arena. Pudo haber sido pero no. Tampoco está en la playa. Es una casa en la arena y es, también, el disparador del nuevo concurso lanzado por este blog. Buscamos una idea lo suficientemente ambigua como para no dar lugar al lugar común, es decir, buscando que el texto de los concursantes se vea en problemas. ¿Qué cosa es la casa en la arena? ¿Es algo real o apenas un sueño? ¿Vive alguien ahí? ¿Le pasa algo a los posibles habitantes de la casa? ¿Y sólo hay arena en la casa en la arena? Habrá que ir pensando. El tercer concurso literario de Suspendelviaje ya está en marcha. Y tiene casa en la arena. Y eso es todo lo que puede decirse.
L.

Un gato en la oscuridad

Anoche intenté hablar con Grusswillis, mi gato, acerca de los sentidos del lenguaje. Me dijo al respecto que se sentía desorientado por completo. A modo de ejemplo me dijo que la palabra gato, para él, carece de significado. Dado que pese a todo es culto me aclaró que los animales viven aturdidos, que no entienden el mundo, que ni siquiera saben qué quiere decir techo, agua, perro, piedritas. Repliqué de inmediato diciéndole que si podía nombrar esas cosas algo sabría de su contenido. Pero Grusswillis es obstinado en las discusiones. Son palabras sin sentido, dijo mientras lamía una de sus patas. Vivo en medio de la niebla sin entender la palabra niebla. Ni por aproximación. La conversación se tornó imposible. Le pregunté qué sentía cuando copulaba con la siamesa, una gata de los techos que le gusta especialmente. Nada, se apuró a decir. No siento nada. Me faltan las palabras del sentir. Lo hago y ya. Perdí la paciencia. Le dije que no tenía tiempo de seguir hablando con un gato de semejantes tonterías. ¿Qué significa tonterías?, preguntó.
L.

Lo invisible

Nuestra vida depende de cosas invisibles. Los neutrinos, por ejemplo. Son partículas subatómicas que según se sabe desempeñaron un papel esencial en el origen del universo. Nadie los ha visto jamás. Pero se sabe que varios billones de ellos entran en acción en cada respiración humana. Nuestra vida depende de cosas invisibles. Nadie sabe qué es el amor. Y sin embargo mucha gente haría lo imposible por enamorarse así sea unos pocos instantes. Otros dicen que se enamoran dos o tres veces por semana. Difícil creerles. Nuestra vida depende de la materia oscura que ocupa el ochenta por ciento del universo. Nadie sabe de qué está compuesta. Pero la fuerza gravitatoria de dicha "sustancia" es decisiva. Los recuerdos no se ven. El deseo no se ve. El inconsciente no se ve. Tampoco los átomos y la tristeza. Nuestra vida depende, para ser lo que es y no es, de cosas definitivamente invisibles.
L.

Música del silencio


lunes, 16 de abril de 2012

La cultura del ruido



La cultura del ruido ganó en el mundo. No se trata de un triunfo pasajero. Es para siempre. La cultura del ruido no tolera el silencio. Pero tampoco acepta el sonido del viento entre las ramas. Tampoco la música bien compuesta e interpretada. Tampoco los besos de amor que no suelen ser muy sonoros. La cultura del ruido se ve reflejada en las bombas que caen sobre pueblos e individuos inermes. Inocentes. No es adecuada la palabra cultura en este post. Debo erradicarla porque se trata de otra cosa. Los soldados del ruido ganaron la batalla. ¿Qué hacemos quienes estamos del otro lado? Habrá que pensar en irse o resistir hasta donde den las fuerzas.
L.

Y entonces

Y entonces Mara dejó el libro en el pasto y señaló algo en la orilla. Se agachó, se quitó los zapatos y las medias, y así, rubia y con las piernas blancas, alzándose la falda hasta más arriba de las rodillas, se metió al agua. Estaba fría pero siguió avanzando. Parecía sonámbula. Cruzó lentamente el río tanteando el fondo primero con un pie. Después con el otro. Finalmente hundió las manos como queriendo capturar un pez. Disfrutó apenas de la desaparición de las manos en el agua. Luego le gritó a Ludmila, le pidió que no se moviera y levantó unas flores amarillas que flotaban sobre la superficie. Lo recuerdo ahora. Mara tan rubia, tan blancas y desnudas sus piernas, y el río, la noche, el silencio.
L.

Los viejos



Los viejos, algunos viejos, creen que son viejos. Y ahí está el problema. Es verdad que el recipiente que los contiene ya no es deslumbrante. Hay problemas urinarios y la sexualidad pierde potencia. Todo eso es verdad. Pero los viejos, algunos al menos, viven como jóvenes, actúan como jóvenes, vibran como jóvenes y hasta hacen el amor de una manera juvenil, es decir, comprometida, vital y sensible. El aspecto corporal, demasiadas arrugas, confunde un poco. También la pérdida gradual de la llave y la memoria. Pero, como dicen los viejos, para lo que hay que acordarse...
L.

A escribir que se acaba el mundo

El tercer concurso literario de Suspende ya está en marcha. La casa en la arena. Es el detonador. Más abajo figuran los detalles. Hay tiempo aún. El evento cuenta por ahora con dos auspiciantes. Probablemente la cantidad aumente en estos días. Están todos invitados a participar. La casa en la arena. Algo perdurable puede nacer de esa simple imagen. No toda la arena se borra con el viento.
L.

Los jóvenes

Los jóvenes, algunos jóvenes, se creen jóvenes. Y eso es un problema. Suponen que viven como jóvenes, piensan como jóvenes, cogen como jóvenes y hasta ríen como tales. No es más que una suposición. Conozco infinidad de jóvenes que piensan como abuelitos, actúan como internados de un geriátrico y hasta hacen el amor sin el menor encanto. Pensamiento estructurado. Poca imaginación. Casi ninguna audacia. La juventud de un joven no pasa únicamente por la cantidad de erecciones posibles en una hora. Es un buen dato pero no es todo. La juventud pasa por otro lado cuya descripción detallada es demasiado larga como para exponerla en un blog. Pero cada cual, si piensa un poco, puede imaginarla.
L.

domingo, 15 de abril de 2012

Tercer concurso de Suspendelviaje


Tal como habíamos anunciado anteriormente lanzamos en este acto el tercer concurso literario de Suspendelviaje. Esta vez el disparador es La casa en la arena. Los participantes deben escribir un texto libre en prosa a partir de esa idea. No hace falta aclarar que el relato debe ser inédito y que podrá estar firmado inicialmente con seudónimo. La extensión no debe superar los tres mil caracteres con espacios. El plazo de entrega finaliza el 2 de junio próximo. Habrá un ganador y cuatro finalistas. El concurso -auspiciado por la editorial Capital Intelectual y el mensuario de psicología Campo Grupal- está abierto a todas las nacionalidades. Pero el texto debe ser escrito en castellano. El ganador podrá elegir tres libros de la editorial mencionada y los finalistas tendrán opción a un libro. El jurado está compuesto por Marcelo Miceli, Luis Gruss y Andrea Rocha. Los trabajos deberán ser enviados a lgruss@capin.com.ar, pezdelbosque@gmail.com y marcelo.miceli@yahoo.com.ar

No hacer nada



Asombran los perros que miran algo fijamente durante horas. Vi uno recién cerca del Parque Rivadavia. Era un labrador y mientras su dueño se amargaba leyendo Clarín el perro no dejaba de observar quién sabe qué en dirección indefinida. Debe ser, como dijo Andrea, que los perros no tienen el concepto de hacer algo. Simplemente son y están. Todo esto me hizo pensar. ¿Por qué siempre hay que hacer algo? Algo con la vida, con la pareja, con el estudio, con el trabajo, con el pelo, con la ropa. Si un padre ve que su hijo demuestra alguna habilidad futbolística va y lo anota en el mejor club del ramo. Y si la nena baila más o menos bien la inscriben de inmediato en la escuela de danza del Colón. Hay que aprovechar la sabiduría. Hay que hacer algo con la chica de al lado si me mira. Algo con la escritura si escribo. Algo con el sexo si me da por ese lado. No pienso así. Al contrario. No creo que sea necesario hacer nada con nada. La vida fluye, por lo general, en la dirección correcta. Iba a terminar esto diciendo se hace camino al andar pero me pareció demasiado obvio y tampoco hice nada con ese verso de Machado. ¿Está bien?
L.