Ya sea para casarse o para un encuentro pasajero el mundo ofrece mucha gente atractiva e interesante, con buenos cuerpos y mejores sentimientos. La variedad es grande. Se acabó esa idea del amor de mi vida, la belleza única e irreemplazable. Hay gente linda en cantidades industriales. Para el amor, la convivencia o el simple y necesario desahogo físico. Lo dicho no vale tanto para las afinidades. No es tan fácil compartir el silencio, el encanto, la nada. Menos aún la tristeza o las ganas de matarse. En tales casos entramos al campo del amor verdadero. En esas tierras, como se sabe, quedan unos pocos animales esperando no se sabe qué milagro de última hora.
L.
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