lunes, 16 de abril de 2012

Y entonces

Y entonces Mara dejó el libro en el pasto y señaló algo en la orilla. Se agachó, se quitó los zapatos y las medias, y así, rubia y con las piernas blancas, alzándose la falda hasta más arriba de las rodillas, se metió al agua. Estaba fría pero siguió avanzando. Parecía sonámbula. Cruzó lentamente el río tanteando el fondo primero con un pie. Después con el otro. Finalmente hundió las manos como queriendo capturar un pez. Disfrutó apenas de la desaparición de las manos en el agua. Luego le gritó a Ludmila, le pidió que no se moviera y levantó unas flores amarillas que flotaban sobre la superficie. Lo recuerdo ahora. Mara tan rubia, tan blancas y desnudas sus piernas, y el río, la noche, el silencio.
L.

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