domingo, 29 de abril de 2012

Defender la imaginación



Hay otros mundos pero están en éste. No hace falta viajar mucho para entenderlo. Tampoco vivir aventuras extraordinarias. Alcanza abrir un buen libro para aceptar la idea. Entrar, por ejemplo, en una historia imaginaria y aceptarla. Entregarse a ella como si fuese una amante o un sueño amado. Asumir como cierta la ficción es, sin embargo, peligroso. Estamos viviendo los tiempos de la realidad real. No se permite la menor transgresión en este punto. El problema se ve claramente en las redes sociales y aún en este blog cuando imaginamos alguna situación no vivida ni experimentada. Cualquier intento imaginario es considerado cierto. Uno se pregunta si queda ya algún lugar para la literatura de ficción. Los nuevos lectores creen que Silvio Astier era Roberto Arlt porque El juguete rabioso está escrito en primera persona. Otros suponen que Kafka era un orangután porque escribió Informe para una academia, donde el narrador, es notoriamente, un mono. ¿También se pensará que las crónicas marcianas de Bradbury fueron escritas desde el planeta rojo? Defender la imaginación, en ese marco, es un acto revolucionario.
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