martes, 31 de agosto de 2010

¿A quién amamos realmente?


¿Amamos a una persona real o a la idea que nos hacemos de ella? Pessoa, el poeta portugués, ha respondido esa pregunta de manera frontal e irreductible. Nunca amamos a nadie, dijo en uno de sus clásicos manifiestos. Es a un discurso nuestro. Es a nosotros mismos a quien amamos. Esto es verdad en toda la escala del amor. En el vínculo sexual buscamos un placer propio obtenido por intermedio de cuerpos extraños. En el amor diferente del sexual buscamos placer y lo recibimos a través de una idea también nuestra. ¿Tendrá razón Pessoa? ¿Sólo nos enamoramos de versiones ajenas de nuestro ser?
L.

Todas las cosas dicen algo


Un tenedor en la mesa, un pez, una piedra, un vaso a medio llenar. Todas las cosas dicen algo. No podemos mirar sin evocar otra cosa y otra y otra. Imposibilidad de ver lo común. Lo de siempre es único. Ningún objeto es lo que parece. Una cama es más que una cama. Una foto es una bomba que pronto va a estallar. Hay una transfiguración poética del mundo. No hay ni siquiera mundo. Sólo palabras y sueños y recuerdos. Lo que llamamos realidad no es más que una apariencia. Hay siempre un más allá en lo más cercano. Cada objeto tiembla en la memoria como una luna en el agua.
L.

Pertenencias


Cuatro o cinco marcadores gruesos, dos borradores, una bicicleta con la rueda de atrás desinflada, cientos de libros, un gato llamado grusswillis, siete peces tropicales, una mesa de madera, cajas llenas de fotos que prefiero no abrir, montañas de poemas y recortes meados por el gato, una computadora, centenares de cedés de los cuales escucho siempre uno o dos, dos estufas que no funcionan, dos abrochadoras número 64, cuatro sillas de plástico, un cuento inédito, original, manuscrito y desconocido de Cortázar, una terraza, una caja de fósforos mojados, un desierto inundado en la cabeza.
L.

Los miedos


Miedo al día y la noche. Miedo al mensaje no recibido ni enviado, al llamado inminente, al silencio sin huecos. Miedo al ruido que ahoga. Miedo a no poder amar. Miedo a hablar demasiado. Miedo a no dejar de ver el mar ilimitado y frío de la infancia. Miedo al sol. A no recordar la playa donde una desconocida tapó mis ojos una vez como si me abrazara por la espalda. Miedo a no sentir sus manos tibias en los ojos. Miedo a que desaparezca para siempre. Miedo a la verdad.
L.

lunes, 30 de agosto de 2010

Forma y contenido


Mis alumnos de escritura se quejan de las correcciones. Dicen que me detengo demasiado en la forma sin tener en cuenta el contenido, es decir, lo que se está contando en los textos. Eso y no otra cosa sería lo que importa. El qué y no el cómo. En esos casos no tengo fundamentos de peso. Nada que aportar. Pienso apenas en algunas películas, digamos, Los puentes de Madison. Un amor fugaz e intenso entre un fotógrafo y un ama de casa. Todo es forma en ese film. Encuadre, guión, silencios. Pienso, también, en algunas novelas, digamos, El silenciero. Es la historia de un hombre a quien le molesta el ruido. Solamente con eso el escritor mendocino Antonio Di Benedetto compuso una novela excepcional. La lista podría seguir hasta el infinito. Nubes, manzanas, mujeres. Todo es forma. Y esa forma, como la corriente de un río, arrastra al contenido. Lo crea.
L.

Elogio de la diferencia


Todo en la vida es único, raro, excepcional. No hay generalización posible. O sí. Todos los hombres son (somos) mortales. Y punto. Pero nada más. Fuera de eso cada huella digital resulta inimitable. Cada gesto. Nadie besa de la misma forma. Ni siquiera las caras de asco o de placer son comparables. Vivimos en un mundo poblado no ya de arquetipos sino de singularidades. ¿Por qué tanto esfuerzo en borrar las diferencias? ¿Por qué igualar todo? ¿Por qué no admitir que cada persona es un mundo definitivamente impenetrable y lejano?
L.

domingo, 29 de agosto de 2010

Amor en fuga


El amor es un viajero inconstante. De tanto en tanto visita a personas afortunadas y desgraciadas a la vez. Entra en sus vidas. En sus camas. Enciende sueños y palabras. Pero la estadía resulta breve. Luego sigue su camino y elige nuevas víctimas. Al retirarse deja un tendal de ilusiones rotas. Amor en fuga. Amor traidor.
L.

La incultura como adorno


Están los que se jactan de su ignorancia. La vida es simple, dicen. No debemos complicarnos. Para qué leer, estudiar, pensar, dudar. Un buen asado resuelve todo. O una noche entera de sexo y tevé. Cuestionarse, hacer terapia, leer a Sartre, a Heidegger, a Lacan o a Borges, tratar de entender la teoría de las cuerdas, leer una vez más el poema veinte de Neruda. Todo es una reverenda tontería. Mejor video y pizza, msn a full, cerveza helada, twitter, mensajes de texto, radio, rumba y carnaval. Sentido práctico por encima de todo. Son los que hacen de la negación una bandera. Y de la incultura el orgullo más preciado. Pero, qué pena, la vida no es simple ni es fácil ni es clara para nadie. ¿Por qué vivir como ciego en la neblina? Y si esa fuera la opción, ¿por qué vanagloriarse tanto de la estupidez?
L.

La cultura como adorno


Están los que se rodean de cultura y decoran la casa y hasta sus prosaicos genitales con bellas teorías literarias, historiografías lustrosas, sofías y geografías que dan brillo a los pisos y a las reuniones solemnes. Son los que se la pasan en el Malba o en el centro Borges. Los que no pierden las presentaciones de libros en la Biblioteca Nacional. Los que se llenan la boca de citas y autores y referencias de altísima categoría. No son cultos sino culturosos o, cuando mucho, eruditos con buena memoria. Los cultos de verdad no se jactan de lo que saben. Simplemente lo saben. Los cultos de verdad rechazan la cultura como hoja de parra, maquillaje o muñequito sobre la torta. La ven apenas como herramienta. La ven como un camino sin fin ni principio. La ven como algo necesario para pensar, relacionar y entender alguna cosa de esta vida.
L.

sábado, 28 de agosto de 2010

Infidelidad


La infidelidad no es un acto gratuito. No digo que esté bien o esté mal. No hablo de culpas dado que se trata de un hecho de la vida o, mejor, de un problema sin solución. Pero no es gratuito. Y no lo es aún considerando que, en ocasiones, se trata de un hecho inevitable y hasta necesario. En eso pensaba hoy luego de ver Luz silenciosa, la maravillosa película de Carlos Reygadas. El film se despliega como un lento abanico en el seno de una comunidad menonita de Chihuahua. La infidelidad, insisto, no es un acto gratuito. Y Luz silenciosa lo demuestra sin velos y hasta las últimas consecuencias.
L.

¿Encontraría a la Maga?


La dobló y la usó como a una adolescente, la conoció y le exigió las servidumbres de la más triste puta, la magnificó a constelación, la tuvo entre los brazos oliendo a sangre, le hizo beber el semen que corre por la boca como el desafío al Logos, le chupó la sombra del vientre y de la grupa y se la alzó hasta la cara para untarla de sí misma en esa última operación de conocimiento que sólo el hombre puede dar a la mujer, la exasperó con piel y pelo y baba y quejas, la vació hasta lo último de su fuerza magnífica, la tiró contra una almohada y una sábana y la sintió llorar de felicidad contra su cara que un nuevo cigarrillo devolvía a la noche del cuarto y del hotel.

Julio Cortázar/ Fragmento de Rayuela.

Hacer y deshacer


Todo lo que hacemos en la vida es conjugar el verbo hacer. Hacer algo, hacer pis, hacer el bien, hacer tiempo, hacer el amor, hacer la cama, hacer la cola, hacer mandados, hacer deberes, hacer asado, hacer mate, hacer deporte. La necesidad casi enfermiza de hacer cosas se debe a que el mundo está desecho. De algún modo deseamos compensar esa carencia. Pero cuando vemos el resultado del esfuerzo advertimos que nada está hecho. O que lo que hicimos no alcanza. A partir de esa comprobación cambiamos de actitud. Y entonces, como corresponde, conjugamos el verbo deshacer.
L.

viernes, 27 de agosto de 2010

Revolución permanente


Mejor que la revolución total y definitiva es la revolución permanente. Nada alcanzado, nada por alcanzar, estado de cambio incesante, muerte y resurrección continuas. No dar nada por sabido. No dar nada por vivido. No considerarnos hechos porque tenemos un auto, una casa, un trabajo, un título y una pareja. Una vida no se resuelve ni por esa vía ni por ninguna otra. Al contrario. Una vida es un camino incierto, una apuesta, un viaje sin garantías. ¿Y qué cosa es triunfar? ¿Qué significa exactamente fracasar? Mejor que la revolución total y definitiva es la revolución permanente.
L.

jueves, 26 de agosto de 2010

Después de clase


Tres horas seguidas de clase. ¿Pasión aparente o real? Construcción de una trama invisible que enseguida se disuelve. Los alumnos parecen escuchar. El profesor parece conocer el tema. Simulación mutua. Todos hacen como si. Pero secretamente miran la hora en el celular. Suponen que la fiesta está en otra parte. Sueñan despiertos con esa fiesta. Creen en ella. Entenderán todos, tarde o temprano, que no hay fiesta posible. O había una que nadie percibió. Y era la clase misma. La maldita clase que livianamente dejaron pasar.
L.

Un montón de tierra y piedras


No sé por qué me afecta tanto la situación de los 33 mineros de Chile. Me gustaría sumarme a la algarabía general luego de que fueron hallados vivos en un socavón. Pero no puedo hacerlo y tampoco sé por qué. Luis Urzúa, jefe del grupo enterrado, fue claro en su mensaje al mundo. Sáquennos de este infierno, dijo. Necesitamos que no nos abandonen. José Enríquez, uno de los 33, vivió en el pasado accidentes similares o casi. Así lo contó Karen, una de sus hijas. En 1986 Enríquez estaba en un campamento al pie de la mina. Dormía junto a su padre y su hermano. Mineros todos. De pronto un alud se les vino encima. El hombre despertó a sus familiares y juntos salieron del lugar en ropa interior. Muchos mineros amigos de Enríquez murieron por regresar al campamento a buscar sus cosas. El hombre que ahora respira a 700 metros de profundidad se salvó junto a su hermano y su padre gracias a que todos pasaron dos días, semidesnudos, durmiendo a la intemperie. Pero eso es historia pasada. Ahora se va apagando la euforia en el campamento bautizado la Esperanza. Ahora vendrá un período de depresión y abatimiento, admitió ayer el ministro de Salud de Piñera. Familiares de los mineros colgaron un cartel de cinco metros que destila optimismo. Vamos, carajo, un montón de tierra y piedras no podrán con este puñado de atacameños. Ojalá.
L.

Un día un barco


A veces veo al blog como un tren de carga que no puede (no debe) detenerse en ninguna estación. Pase lo que pase, con lectores o sin ellos, con o sin comentarios al pie, seguir escribiendo, pensando, subiendo textos y fotos a este cielo negro y sin estrellas. ¿Y todo para qué? ¿Para quién? Tal vez las cosas deberían hacerse sin para qué ni para quién. Por pura necesidad de alzar castillos de arena que el mar disolverá en segundos. ¿Señal de angustia? ¿Un gesto? ¿Un vicio absurdo? Lo que sea pero que sea. La imagen de un tren que avanza en la noche es perfecta. O la de dos barcos que se cruzan, también de noche, y se saludan apenas con una sirena de cortesía.
L.

La soledad también se aprende

miércoles, 25 de agosto de 2010

Contra las definiciones


Mis alumnos de periodismo están obsesionados con las definiciones. ¿Cómo te definirías?, les encanta preguntar en las entrevistas que encargo. Ella se define. El se define. Nosotros nos definimos. El otro día leía algo que dijo Borges en una de sus famosas conferencias públicas. Le preguntaron, cuándo no, cómo definiría la poesía. Borges detestaba las definiciones de cualquier tipo. Pero aún así aprovechó la oportunidad. La poesía -ensayó- es lo que se siente ante la cercanía del mar o de una mujer. Eso es todo lo que dijo a un auditorio sediento de precisiones. ¿Qué dirían al respecto mis alumnos de periodismo? ¿Qué dirían sobre esa impostura los brillantes académicos de la UBA? Nada. Las principales cosas del mundo (la vida, el amor, la muerte) no pueden definirse de ninguna manera. Todas las otras quizás sí. ¿Pero esas a quién le importan?
L.

Cajas


En el comedor de mi casa hay una caja de cartón llena de cosas donde escribí la palabra saudades. Trato de no abrirla pero a veces lo hago. Hay fotos prohibidas ahí. Hay cartas borrosas que mandó mi padre desde la cárcel. Hay documentos inútiles, ruegos apagados, promesas incumplidas. A todo eso le puse el nombre de saudades. En las últimas semanas observé que Grusswillis, mi gato, se sienta sobre la caja y no se mueve. Cuando presiente que voy a abrirla pega un salto y mira desafiante. Por si acaso muestra las uñas y hasta amenaza morder. Primero me enojé con él. Pero luego lo pensé mejor. Quizás se trate de un gesto bondadoso de su parte. Mi gato me protege del pasado que huye. Cuando los recuerdos empiezan a rondar Grusswillis muestra las uñas. La vida es ahora.
L.

140 caracteres


Los diarios informan que Andrés Calamaro pasó al ataque. Harto ya de estar harto cerró públicamente su cuenta en twitter. Los 140 caracteres pueden metérselos profundo en el medio del ojete, dijo en alusión al espacio que deja escribir cada mensaje en esa red social. No pienso perder un segundo más en el rebaño de boludos con blackberry o, lo que es peor, conectados a la nada. Por último el autor de Paloma predicó su total rechazo al carnaval careta, los falsos profetas del vacío mismo, la resaca de la fauna humana irrespetable. Escuchemos bien a Calamaro. Actuemos como él. Erradicación ya de twitter y facebook. Todo el poder a los blogs.
L.

Libertad de prensa


Cualquier periodista sabe que la libertad de prensa es libertad de empresa. La idea es enseñada desde siempre en las buenas escuelas de periodismo. Los podridos poderes, sin embargo, quieren convencernos de lo contrario. Todo ataque a los monopolios informativos y al control mafioso del papel es mostrado como atentado a la libertad. Los intentos de democratizar el flujo periodístico desesperan a las clases dominantes. Lula, en Brasil, acaba de lanzar un canal sindical para hacerle sombra a O globo. Lo mismo está pasando en varios países de América latina. Ya es tiempo de poner fin a los presuntos dueños de la verdad. Que florezcan mil flores en los medios y que se acaben de una vez los dinosaurios de la información. También ellos desaparecerán un día.
L.

Instrucciones para soñar


Para soñar hay que cerrar los ojos. En caso contrario debemos hacerlo con los ojos abiertos. La actividad suele ser mal vista por el ministerio de control social. Cuando despertamos de un sueño se aconseja tomar nota en una libretita. En caso contrario lo soñado se perderá para siempre. Soñar despiertos o dormidos es un deber cívico. En caso contrario nos volveríamos locos, asesinos o perversos. Se permite a los hombres y mujeres en pareja soñar con otras personas aún en situaciones inquietantes. No hay motivo de alarma. El residuo onírico favorecerá, únicamente, a la pareja real.
L.

martes, 24 de agosto de 2010

¿Los hombres son como los autos?


Peligrosa cosificación de la humanidad. Una alumna dice que los hombres son como los autos. Cada tres años, calcula, hay que cambiarlos. Le pregunté si podía decirse lo mismo de las mujeres, es decir, si también ellas son intercambiables a plazo fijo. Mi alumna dudó, sonrió con malicia y finalmente dijo que lo importante, para la mujer, es saber cuidar la carrocería. Usó esa palabra. Carrocería. Era tarde para discutir y preferí dejar las cosas así. Mientras regresaba a casa pensé en el riesgo de evaluar a las personas con el mismo criterio que rige el consumo de autos, lavarropas y cortes vacunos. Peligrosa cosificación de la humanidad.
L.

Felicidad total


Todos aspiramos a una vida sin problemas, sin conflictos, sin dramas. Todo alegría, todo fiesta, todo lindo. Soñamos con un estado de felicidad permanente, brutal e inoxidable. Y si no la encontramos la inventamos, alucinamos y hasta nos acostamos con ella. Pero sabemos en el fondo (atrás y adelante) que eso no existe. Que la vida no sería tal sin la maldita contradicción que nos empuja hacia adelante y que nos mata y nos da vida al mismo tiempo.
L.

El árbol de Ana


El viento, o no se sabe qué, derribó ayer el castaño que Ana Frank, autora del célebre diario y víctima del nazismo, contemplaba desde su escondite en Ámsterdam. Atacado por los hongos y las tormentas del tiempo, el árbol de 150 años cayó al piso y, apenas una hora después, ya se ofrecían a la venta por Internet pedazos del tronco y varias ramas. El 23 de febrero de 1944 aparece en el diario de Ana una primera referencia. Miro el cielo azul y el castaño desnudo en el que brillan gotas de agua. También las gaviotas y otros pájaros que parecen de plata. El 18 de abril del mismo año alaba un mes ni muy caluroso ni demasiado frío. Y reaparece nuevamente el castaño de los sueños. Nuestro árbol, con algunas castañas aquí y allá. La última cita corresponde al 13 de mayo de 1944. Unos días después Ana Frank y su familia fueron descubiertos por la Gestapo y llevados a campos de concentración para ser ultimados. Nuestro castaño está en flor, lleno de hojas y mucho más hermoso que el año pasado.
L.

lunes, 23 de agosto de 2010

El vestido


Los animales van desnudos por la vida y nadie los critica. Si un hombre o una mujer hacen lo mismo en una calle de Buenos Aires, Lima o Bogotá van presos. ¿Por qué tanto miedo al cuerpo? ¿Sobre qué base teórica o moral se asocia la desnudez a la idea cristiana del pecado? Usar un vestido carece totalmente de lógica -me dice una amiga-. Salvo el de inspirar en los hombres las ganas de sacártelo.
L.

El pozo I


La sonrisa de Piñera en la foto del papelito oculta la verdadera historia de la mina chilena San José. Ahora se conoce la irresponsabilidad de los dueños de esa explotación en lo ocurrido. Un obrero veterano informó a El país que había fallos en el sitio. La mina tenía una sola entrada y no había salidas de emergencia. El cerro crujía todo el tiempo y había derrumbes. Una semana antes del accidente que enterró vivos a 33 mineros un trabajador boliviano (Carlos Mamaní Solís) perdió una pierna en el mismo lugar. Ninguno de los dueños dio la cara. Ningún medio informó sobre la tragedia. La empresa no aportó un peso para la amputación y tratamiento posterior de Mamaní Solís. Los mineros de San José reciben por todo alimento, durante turnos y sobreturnos ilegales, sólo agua y dos galletas. ¿De qué se ríe entonces el presidente Piñera?
L.

El pozo II


Las primeras imágenes de un minero chileno y atrapado a setecientos metros de profundidad (en un socavón próximo a la ciudad de Copiapó, al norte del país trasandino) ofrecen más de una lectura. Por un lado la alegría de saber que los 33 mineros están vivos resulta indudablemente alentadora. Por otro la visión del pozo interminable es una perfecta metáfora de la situación actual de los trabajadores en el mundo entero. Nunca tan explotados. Nunca tan abajo. Nunca tan ignorados. Nunca tan al borde de desaparecer. Los expertos advierten que el rescate demorará tres meses como mínimo. En ese lapso los mineros recibirán suero, alimentos y remedios a través de una sonda. ¿Sobrevivirán? ¿Sobreviviremos?
L.
La imagen fue cedida por el fotógrafo Lucio Boschi.

domingo, 22 de agosto de 2010

El día del eclipse


El viento lunar barre las manchas de luz que flotan en el agua. La tierra se oscurece. La tarde y la noche se confunden. Esa mujer sigue barriendo la vereda. Suspira un viejo. Se duerme. No entiendo lo que pasa. ¿En qué me afecta la luna esta mañana? El tren ha parado. Chocan los planetas en raro contacto. Una lluvia de estrellas cae sobre el mar. Y yo vuelvo al pasado invadido de malezas.
Y el eclipse desnuda a la noche en pleno día.
L.

La pintura pertenece a Soledad Agüero. Sus cuadros pueden verse en El camarín de las musas, Mario Bravo 960.

Amor sin curvas


Me dice Max, un amigo, que le gusta una chica del barrio. La conoció en un centro cultural y social de Castro Barros. La chica se llama Ludmila y es lindísima. Pero (dice Max) tiene un defecto. ¿Cuál?, pregunto simulando interés. No tiene tetas, me dice. Algo debe tener, le digo. Algo sí (admite) pero no lo suficiente. Le dije a mi amigo que si la chica le gusta lo de las tetas es lo de menos. A pocos centrímetros todas las mujeres son iguales. Pero cada amor (con curvas o sin ellas) es único. Conviene cuidarlo. Y hacerlo crecer.
L.

Amor sin química


Una tal Helen Fisher (antropóloga estadounidense de 66 años que se ha hecho célebre como doctora amor) dice haber descubierto por qué nos atrae una persona y no otra. Lo dice en un libro que ya vendió millones de ejemplares y que se titula A quién amamos. Con la premisa todo es química en la mente, Fisher menciona hormonas diversas como la serotonina, el estrógeno y la testosterona a la vez que investiga si los contrarios se atraen y los iguales se rechazan. Sus conclusiones coinciden con lo que piensa todo el mundo sobre la cuestión. Cuando “hay química” hay amor. Cuando eso falla la pasión fracasa. Muchos años antes de que Helen Fisher naciera hubo un tal Sigmund Freud cuyos descubrimientos en este terreno debieron interesar a la antropóloga al menos como punto de partida . Freud negaba con razón los valores de la química romántica. Observó, en cambio, que amamos a una persona que secretamente evoca rasgos de otra que conocimos en la infancia o aún posteriormente. Esbozó una idea que no está de moda según la cual todo amor es un reconocimiento más que un conocimiento. La teoría está bien ilustrada por una canción de Silvio Rodríguez (Te conozco) y por la teoría del mito del escritor italiano Cesare Pavese según la cual las cosas se conocen, y se aman, por segunda vez.
L.

Te conozco

sábado, 21 de agosto de 2010

Un paseo por el parque


De lejos la gente parece feliz. En eso pensaba hoy, recién, caminando sin planes por el Parque Centenario. Vi muchas madres solas y jóvenes con dos o tres chicos a la vez. Una de ellas, con los brazos llenos de tatuajes, intentaba jugar a la pelota con su hijo. Cansada de insistir (el niño estaba en otra cosa) prendió un cigarrillo y buscó nerviosa el celular. Más allá tres chicas hacían como que estudiaban un grueso pilón de fotocopias. Una (pude comprobarlo) no usaba corpiño. Cerca de ellas sonaban guitarras y tambores. Junto al lago, lleno de peces chinos, un hombre fotografiaba patos con su digital. Los artesanos estaban en asamblea y no sé para qué sigo enumerando circunstancias tan banales. Lo que vi hoy, recién, en el Parque Centenario no debe ser muy distinto a lo que puede observarse en cualquier parque del mundo. De lejos la gente parece feliz. ¿Y de cerca? De cerca, dice el poeta, nadie es normal.
L.

Encuentros y despedidas


Un blog es un tren que deja atrás a todas las estaciones. Cuando para en un andén los pasajeros suben para bajar en la próxima. Alcanzamos a decir chau con la mano a esos viajeros y seguimos la marcha oscura e incierta. Todo es un cruce de vías inesperadas. Encuentros y despedidas. Algunos contactos duran meses o incluso años. Las despedidas, en cambio, duran toda la vida.
L.

Llegar y partir

viernes, 20 de agosto de 2010

Observadores


En el mundo hay muchos observadores y pocos actores. Pantallas, televisiones, vecinos, revistas, ventanas, blogs. Casi todo es objeto de murmullo e investigación. Noticias del día, asaltos, fútbol, carreras, motos, modelos, bombas. Casi todos critican, apoyan, se apartan, suman, restan y adoran. En el mundo hay demasiadas caras y muy pocos rostros. Mucho parloteo y ninguna voz. No es difícil observar a los demás. Ser -en cambio- nos cuesta la vida.
L.

Un mundo ajeno


Entender que lo que me salva no salva a los otros. Esos versos de Pizarnik leídos anoche poco significan para el señor de portafolios y la recepcionista de la tarde. Esa lúgubre manía de vivir/ esta recóndita humorada de vivir/ te arrastra/ no lo niegues. Un poema, una canción, la mujer del circo. Entender que hay alguien del otro lado. Y que el mundo es raro y ajeno. Seguir leyendo el poema de Pizarnik (esa lúgubre manía de vivir), evocar una canción lejana, soñar una vez más, de nuevo y siempre, con la mujer del circo.
L.

jueves, 19 de agosto de 2010

La danse

No debo perderme en el bosque


Hace calor en Bogotá y tengo muchas ganas de mojarme el pelo totalmente. Lo hice una vez cuando tenía cinco años. En ese entonces estudiaba en un colegio de monjas y cualquier acto voluntario era mal visto. El impulso superó toda advertencia. Me metí al baño, abrí la canilla y sumergí la cabeza en el lavamanos. Recuerdo que entró la monja y me vio así. Habrá pensado que mi gesto era cosa del demonio. Me dio varios golpes con la regla de madera y me dejó con los brazos abiertos, como un cristo fallido, durante el resto de la tarde. Meses después tuve que disfrazarme de virgen maría para una presentación. Me cambié y luego salí a recoger flores de manzanilla al jardín. Buscando babosas y dientes de león me perdí en el bosque de eucaliptos de la escuela. Nunca llegué a la presentación y fui castigada esta vez con la tarea de escribir (quinientas veces) no debo perderme en el bosque.
Andrea

El campo idealizado


La hermana de Vero (compañera de trabajo) dice que no aguanta más vivir en la ciudad. Dice que quiere ir al campo. Dice que entre árboles y caballos será feliz. No es la primera vez que escucho algo así. Muchas madres aseguran que tierra adentro sus hijos se criarán más sanos. Y todo el mundo asiente y de algún modo adhiere a esta suerte de idealización rural. Pero, ¿qué sabemos del campo los que hablamos del campo? ¿Estamos dispuestos realmente a ordeñar vacas? ¿Tenemos un proyecto concreto a desarrollar? ¿Sabemos cómo se planta la soja o el trigo? ¿Y si hay heladas? ¿Y los ladrones de caballos? ¿Los conocemos? ¿Vamos a despertar todos los días a las tres de la mañana? ¿Y los bichos? ¿Y la bosta? Leo en una revista que en 2050 el 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades. Quizás en ese momento pasar del otro lado de la tranquera se convierta en la utopía más acariciada. Mientras esperamos tal vez convenga seguir soñando (y alucinando) con las mañanas campestres.
L.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Nicole


Dame más, pide Nicole, desafiando al hombre con los ojos. El hombre no se mueve y la mira con dureza. Su figura apenas se dibuja contra un fondo de niebla. Repentinamente la envuelve en un abrazo de lana y acero. La atrae, la somete, la oprime. Pero esta vez la noche tiene espinas. Nicole se deshace del abrazo con fastidio. Ahora no quiero que me toques. El se asombra, se irrita, quiere irse. Pero algo lo detiene. Los dos bailan envueltos por la nada. La mujer por fin cede, cae, se levanta, corre hacia el hombre en un impulso. Una ola se rompe contra el muro y lo cubre de espuma. Los cuerpos se refriegan, se funden, se anulan. Nicole se enrosca al varón por debajo de la cintura. Muerde, aúlla, olfatea con animal desesperación. Y ruega. Y ordena. Dame más.
L.

Beso


Estaba en la cola del 132 y delante mío una pareja se besaba de una manera incesante y saludablemente procaz. Las bocas se separaban por brevísimos instantes. Ellos reían, decían una o dos palabras y volvían a la tarea con un fervor casi político. Era un entusiasmo obsceno y provocador que rechazaba la ley del mundo. Cuando llegó el colectivo los dos se despidieron como si fuese para siempre. El hombre se fue apurado y sin darse vuelta. La chica subió y se ubicó bien al fondo. Yo la observé con alguna atención casi colgado de una manija oscilante. Aún desde lejos alcancé a ver que su boca, de labios pintados con un rojo que tiraba a morado, no era lo mismo en pasividad. Todo en ella me pareció de pronto vacío y vulgar. Hacía unos segundos había estado iluminada por un beso irrepetible. Ahora se había convertido en una figura más, fría y solitaria, como sumergida en lo más hondo de la noche deshabitada y voraz.
L.

Páginas


Para decir que no tiene nada que decir un hombre escribe diez páginas. El mecanismo se repite en otros campos. Buscamos amor para demostrar que el amor, como absoluto, es imposible. Explicamos a otros lo que no entendemos. Viajamos hasta el fin del mundo para confirmar que ningún lugar es tan bueno como el propio. ¿Deberíamos entonces renunciar a la acción en todas sus formas? Al contrario. El deseo se sostiene siempre en su insatisfacción. Para decir que no tiene nada que decir un hombre escribe diez páginas.
L.

Mil y una entradas


Con este post Suspendelviaje completa mil entradas y una. No nos vamos a poner sentimentales porque no es nuestro estilo. Tampoco nos jactaremos de nada. Los aniversarios, las cifras redondas, los cumpleaños y esas cosas forman parte del mundo convencional y rutinario que nos rodea. Aún así recordamos el inicio balbuceante de este blog. Nuestras dudas al decidir si hablábamos nosotros (con nuestra voz) o reproducíamos textos de otros, el lanzamiento del primer concurso literario (atención que pronto viene el segundo), las vacilaciones sobre los temas a desarrollar, las fotos que acompañarían a las palabras (la duda mayor fue con los desnudos) y todo así. Hoy el espacio virtual es casi real. Se convirtió en un refugio antinuclear adonde vienen a parar los que perdieron la fe, pero, aún así, esperan enormes cambios en el último minuto.
A. y L.

El nombre de las cosas


El nombre de las cosas nada tiene que ver con las cosas. La palabra perro no muerde. La palabra agua no moja. La palabra fuego no quema. Por eso tantas confusiones en la vida cotidiana. Por eso no hay diálogo y sí un monólogo doble o triple. Por eso los mails que enviamos generan confusión e incomprensiones constantes. ¿Cómo solucionar el desajuste entre lo real y el lenguaje creado para designarlo? ¿Con el silencio? ¿Pero quién se aguanta pasar el día entero sin decir algo como te amo, tengo sed o suspende el viaje?
L.

Las cosas por su nombre


Un libro que omita la experiencia sexual cuando eso resulta necesario desde cualquier punto de vista falla en su origen. Igualmente molesto es leer un texto exclusivamente limitado a la descripción de un coito. En el primer caso terminan imponiéndose las segundas palabras, las alusiones equívocas, las imágenes borrosas. En el segundo todo es tan evidente como inaguantable. Tampoco se trata de mostrar por mostrar o nombrar por nombrar. El cuento más erótico de Cortázar (La señorita Cora) no nombra ni muestra nada. El libro más explícito que se ha publicado (La vida sexual de Catherine M.) no excitaría a nadie jamás. ¿Cuál es el patrón de medida para determinar cuándo y cómo el sexo participa adecuadamente de un cuento o una novela? Calidad, profundidad, sensibilidad pueden ser, quizás, muy buenos puntos de partida.
L.

martes, 17 de agosto de 2010

Viaje de un largo día hacia la noche


Lo que más cuesta es vivir, afrontar el día, llegar hasta la noche sin dejar de ser, deslizar palabras con oculto desgano y elocuente fervor, entrar al baño, salir del baño, poner café en la máquina, saludar a desconocidos, temblar, secretamente, muy adentro, mientras comento las noticias y veo el reloj o la pantalla, subir y bajar de los taxis, de los colectivos en viaje hacia el lugar donde, cuando se apaguen los gritos y las citas, empiece a sonar la música, la única voz que hoy y siempre, nunca y mañana, quiero escuchar.
L.

Vida y arte


La vida tiene más imaginación que nosotros. Quienes deseen entenderla deben ser capaces de delirar como ella. Lo real es más rico y productivo que cualquier intento de representación. En vez de copiar a la naturaleza los artistas de verdad trabajan como ella.
L.

lunes, 16 de agosto de 2010

Viento del norte


Para llegar adonde debes llegar elige las calles por donde no sople el helado viento del norte. Pero sólo las calles que conducen a ese lugar están barridas por el helado viento del norte.

Julio Ramón Ribeyro (1929/1994).

Divorcios productivos


Leo una entrevista a Tim Robbins donde dice que gracias a su divorcio de la actriz Susan Sarandon (tras 23 años de matrimonio) compuso 16 canciones extraordinarias. El dato permite apreciar el lado positivo de las separaciones de pareja. Cuando Nicole Kidman dejó a Tom Cruise ganó un oscar y participó en películas buenísimas. Las mejores canciones de Calamaro se debieron a una ruptura sentimental. Algo parecido le pasó a Páez, a Spinetta y, en el pasado, a los tangueros más renombrados. No quedan dudas entonces. En caso de sequía creativa lo mejor es separarse y trabajar activamente en beneficio del arte y la felicidad general.
L.

Cárceles


Una posible candidata a primera dama de este país ha propuesto dejar de construir caminos y llenar de cárceles el territorio nacional. Dice que los delincuentes necesitan un lugar de contención. La mano dura es utilizada por los políticos para arrancarle aplausos a la tribuna. Los expertos en seguridad saben que la mano dura es una vía muerta. Ya fue probada sin éxito en casi todos los países del mundo. Hubo más cárceles, más torturas, más represión. Y nada cambió. Los países nórdicos (con políticas de inclusión social) ostentan el menor número de policías por habitante. Y casi no hay cárceles. Pero este dato es traicioneramente ocultado. A cambio se propone la ley de la selva, la sangrienta venganza, la multiplicación de guillotinas. Al parecer es la única fórmula para conseguir votos en el barrio. Y más sangre. Y más delincuencia. Y más dolor.
L.

La prueba del tiempo


Solemos decir de algunos clásicos del cine, el teatro o la literatura que habría que ver si resistieron el paso del tiempo. Podríamos pensar lo mismo de muchas cosas. Incluso de nosotros mismos. ¿Logramos resistir la prueba del tiempo? ¿Lo que somos ahora tiene algo que ver con lo que soñábamos? ¿Nos convertimos en personas o somos una versión apenas corregida de lo que más detestamos? Si las respuestas no son favorables todavía es posible retomar antiguos rumbos, probar con otros, barajar y dar de nuevo. Hoy lunes es un día ideal para iniciar la necesaria rectificación de nuestras vidas.
L.

domingo, 15 de agosto de 2010

Cómo escribir una novela erótica


Leo en un supuesto manual de escritura literaria un método infalible para escribir una novela erótica. Uno de los puntos consiste en incluir personajes siempre dispuestos a realizar el acto sexual con quien sea y en cualquier circunstancia. Otra idea es implantar en una parte del relato alguna prohibición a fin de que sea transgredida en otro lugar de la narración. Se supone que esto excitará especialmente a los lectores. La extensión ideal de la novela -advierte el libro en un tono pretendidamente irónico- es de 69 poses y 151 páginas. Por último se aconseja incluir en el texto un pasaje fuerte y descriptivo a fin de que la imaginación descanse. Qué absurdo. Los autores del manual no escucharon a tiempo una advertencia de Cortázar sobre el tema. Ahí el autor de La señorita Cora propone a los cultores del género desplegar sobre todo el lado más lúdico del sexo considerado en cualquiera de sus formas. Y que el erotismo, además, surja naturalmente y jamás por intención.
L.

Sin respuestas


¿Murió en vano el fusilado? ¿Quedó algo de aquella mujer? ¿Ayudó a alguien la revolución de los claveles? ¿Qué resultado tuvo ese crepúsculo fugaz? ¿Y el beso bajo un árbol de Martínez? ¿Importa que Van Gogh no haya vendido un solo cuadro? ¿Tuvo consecuencias la clase del jueves? ? ¿Y la del lunes? ¿Transformaron al mundo los estudiantes del Mayo Francés? ¿Despertó la conciencia planetaria el derrame de BP en el Golfo de México? ¿Quedan recuerdos del último orgasmo? ¿Fue inútil el sacrificio de Jesús? ¿Y el de Ernesto Guevara?
L.