La policía empieza en el hogar. Las madres preguntan, los hermanos escuchan, los padres ejecutan. Luego se extiende a la escuela donde los maestros ordenan, castigan, denigran, encarcelan. Las vecinas del barrio están atentas. Miran excitadas por el ojo de la cerradura, oyen a las parejas detrás de las paredes, conspiran en silencio contra la desnudez. La policía está en iglesias, baños, facultades, oficinas. Los compañeros de trabajo delatan, labran actas, denuncian en secreto. El mundo parece organizado para convertirnos en perfectos agentes del orden y la represión. ¿Será el único camino para alcanzar la felicidad? ¿Tendremos que entrar todos a la policía?
L.
Creo que Bertolt Brecht decía que la sociedad no puede obligarnos a ser policías para siempre. Pienso igual. No hacen falta armas ni uniformes para actuar como un agente policial. Cada uno sabrá de qué hablo.
ResponderEliminarS.
La única manera de desactivar el control social es la conciencia crítica (diría Erich Fromm)
ResponderEliminarMe gustó mucho la foto: si sólo tuviera color (verde) la plantita, sería perfecta.
y de esta forma aumenta la violencia urbana.el control por el control mismo genera desorden y desconfianza. es arbitrario e ideológico.
ResponderEliminarTambién,me parece,obedece a un aburrimiento generalizado y una negación de mirarse para dentro.
Maria Rosa