Los ritos de amor van pasando de una pareja a otra. Lo hacen imperceptiblemente. Nos dejamos llevar por el primer beso (que en realidad es el número diez mil), la primera ducha juntos (hubo tantas), los mensajes dejados en un papel escrito a mano. Tenemos una caja llena de esos lindos papeles pero hace años que no la abrimos. Un misterioso rótulo pegado en la caja dice la palabra saudades. Te amo siempre. Nos vemos a la noche. Estoy feliz con vos. Sos lo más importante que me pasó en la vida. Los rituales de amor se reproducen como abejas y llenan de miel todos los panales. En general nos hacemos los distraidos. Suponemos que todo ocurre por primera vez. Primera cita, primer sexo, primera cena, primera vez que nos vemos desnudos, primer viaje al sur. El tiempo pasa. Caen las lluvias del verano y el invierno y, claro, el amor también cae y se convierte en un papel más para la caja saudades. Se acaba el amor pero no los rituales. Y los actores ya están listos para protagonizar, con más o menos éxito, la nueva obra en cartel.
L.
No he tenido más pareja que mi marido desde hace 25 años por lo que mis experiencias están más limitadas. Conservo sin embargo cartas de historias que pudieron ser y allí quedaron tal vez para encaminar el encuentro con quien aún hoy vamos de la mano. No vi otros rituales reflejados en mi historia por que no hubieron verdaderos encuentros apenas atisbos de lo que podía ser. De todos modos creo que la hondura de la relación es la que determina rituales irrepetibles como irrepetibles son quienes los generan.
ResponderEliminarGraciela B