Los amantes levantan un castillo. Nadie los ve mientras lo hacen. Nadie los verá. Pero ahora están seguros y trabajan. La construcción se compone de raras esquinas, besos reales o inventados, noches blancas en el cielo y una risa vertical bajo la sábana. Cuidan cada moldura, cada escalón, cada ventana. Es tarde pero los amantes no descansan. En torno al palacio cavan una zanja circular y por si acaso no colocan puentes. Al contrario. Cierran los portones con llaves de bronce y deciden ponerle nombre a la obra ya finalizada.
Se llamará recuerdo, dice ella. Se llamará recuerdo, dice él.
L.
Todo acto de amor es silencioso. Los amantes no quieren que nada externo los perturbe. Son enemigos de los gritos y las proclamas. Hermoso texto.
ResponderEliminarH.
Así se llamará, Luis. Gracias por el post
ResponderEliminarjm
El hoy deviene pasado rápidamente. ¡Qué sabios los amantes que construyen moradas a tiempo para albergar sus risas, sus besos , sus noches!
ResponderEliminarEl recuerdo salva lo efímero del olvido pero hay que estar alerta como los amantes para no dejarlo pasar.
Graciela B
Disfruté mucho del texto. Abrazo. Yo por si acaso tampoco colocaría un puente.
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