Entender que lo que me salva no salva a los otros. Esos versos de Pizarnik leídos anoche poco significan para el señor de portafolios y la recepcionista de la tarde. Esa lúgubre manía de vivir/ esta recóndita humorada de vivir/ te arrastra/ no lo niegues. Un poema, una canción, la mujer del circo. Entender que hay alguien del otro lado. Y que el mundo es raro y ajeno. Seguir leyendo el poema de Pizarnik (esa lúgubre manía de vivir), evocar una canción lejana, soñar una vez más, de nuevo y siempre, con la mujer del circo.
L.
L.
Esa tal Alejandra, debo decir, fue una de las primeras voces que conocí en poesía femenina. Hace mucho la conocí. Vi sus frustraciones, la manía vetusta por hacer unos versos decantados con liviandad, sin mucho enfrascamiento de época. Es una emperatriz de sucesos contradictorios, de anacrónicos desenlaces esperados y al mismo tiempo sorprendentes. Esa tal Alejandra es una de las autoras por las cuales aún la piel se me achicharra cuando escucho su nombre...
ResponderEliminarSi hay una obra a la que vuelvo una y otra vez es a la de Alejandra.
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