El diálogo entre hombres y mujeres está sobrevalorado. Es más. No hay tal diálogo. ¿Dos monólogos entonces? Eso está más cerca de la verdad. ¿Y por qué? Ocurre que las palabras generan significados que trascienden la comprensión de quienes las usan. Lo que uno quiere decir y lo que "dicen" las palabras utilizadas no coincide. El lenguaje goza de cierta autonomía. De ahí que en la vida diaria haya tantos malentendidos y tantas veces, demasiadas, haya que disculparse. Yo no quise decir esto o lo otro, le decimos a una mujer. ¿Pero qué quisiste decir cuando dijiste eso?, contraataca la mujer al borde de un ataque de nervios. Eso pasa en todos lo ámbitos. Los diálogos en la cama, en el Senado, la cancha o la verdulería son perfectos simulacros. Ni lo ademanes físicos se entienden del todo. Los hechos, los actos, hablan a veces con más claridad que las palabras.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario