En su libro Inconformidad Marcelo Percia se pregunta si el amor puede ser visto como un conjuro contra la angustia. Basta pensar un poco en la cuestión para responder negativamente. Al contrario. El amor es un gran productor de angustia. El suicida Pavese escribe en su diario que no nos matamos por el amor de una mujer. Nos matamos porque un amor, cualquier amor, nos revela en nuestra desnudez, miseria, nada. Es posible. Pero también es cierto que el amor, o como quiera que se llame ese vínculo, se potencia justamente cuando falta. La ausencia resulta un motor imbatible para los enamorados. La presencia cotidiana y la posesión permanente -en cambio- se vuelve a veces un trago difícil o incluso un enemigo. Nadie puede negar su encanto. Pero el amor no salva.
L.
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