Los domingos en Bogotá son un pretexto para renovar los lazos familiares maltrechos. El paso del tiempo desgasta esos lazos infinitamente. Los domingos en Bogotá son aburridos. Así debe ser en todas partes. A veces pienso que el día anterior al fin del mundo debe parecerse a un domingo. Algunos tratarán de reencontrarse con dios y pedirle al menos una noche más. Otros se desnudarán y harán el amor o algo parecido. También yo lo haría si tuviera la oportunidad. No creo que exista un día mejor para hacerlo que el bendito domingo mil veces maldecido por las almas solitarias.
Andrea
tu escritura andrea no engaña. y por eso me gusta. porque no miente. los domingos son así, como decís, en todas partes.
ResponderEliminars.
A lo mejor no debería uno intentar renovar los lazos familiares maltrechos sino rescatar lo que se pueda como para pasar un domingo tranquilo y nada más. Cuando la meta es muy alta y se depende de muchas variables externas podemos quedar defraudados. A mí me ayuda vivirlo como un tiempo de preparación para la semana gloriosa que no dejo de esperar.
ResponderEliminarGraciela B
Los domingos cuando se hace de noche ,me siento como Felipe,entrañable personaje de Quino.Eso me ayuda a pasarla con una sonrisa y me aleja un poco de mi bendita y maldecida alma dominical.y ya.lunes.
ResponderEliminargracias Andrea
Maria Rosa
Durante muchos años trabajé los domingos, y envidiaba insanamente a la gente que se podía juntar ese día con su familia (o con quien le diera la gana). La melancolía dominical me parecía un lujo, una tonta autocompasión pequeñoburguesa. Desde entonces, cada domingo en el que puedo estar en mi casa, sola, ni el sol más tentador me aleja de ese momento soñado que es quedarme así, sola, en casa, en la cama, leyendo, dormitando, mirando tonterías en la tele. Que vivan los domingos con esa libertad de hacer nada!
ResponderEliminarLH