miércoles, 14 de julio de 2010

Tren de la melancolía


Nadie sabe adónde va ni cómo se llaman las estaciones. El tren avanza a velocidad pareja y en silencio. Los pasajeros no se conocen pero se entienden a la distancia. Ninguno está especialmente triste o alegre. Es importante que el viaje no termine. En eso están todos de acuerdo. A veces -en el último vagón- nacen amores en una curva o al pasar bajo los túneles. Son pasiones desesperadas y sin futuro como las flores de alta montaña. Nadie pide boletos y no se escuchan silbatos. A lo lejos parece que las vías van a cruzarse en un punto. Pero eso no pasa en el tren de la melancolía. Las vías marchan paralelas (siempre juntas) pero no se tocan jamás.
L.

1 comentario:

  1. Es hermoso este téxto. A veces -casi siempre-quisiera que la vida fuera como un viaje; que el movimiento se gestara por una voluntad ajena a la mía y que en el vagón concedido se produjeran los amores y desamores necesarios para mantenerme tristemente viva. Quizás sea así.

    Gabriela Cárdenas

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