Nada peor que participar de reuniones sociales no deseadas. Obligación de tener que hablar de temas que no interesan, sonreír sin ganas, festejar un chiste malo, decir qué rica la comida, qué bien te veo. El mundo es un teatro inmenso donde los protagonistas no paran de reír. ¿Cuál es el límite de la divina actuación? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a mentirnos y mentir? El uso continuo de máscaras puede ser demasiado oneroso. La gente de por aquí (dice el poeta) se ha convertido en la gente que finge ser.
L.
El límite lo pone uno mismo. Depende de la necesidad de sentirse parte de algo, o de no sentirse solo.
ResponderEliminaruff! si totalmente pero a mi me da como cosita, a veces de tanto fingir ser terminar perdiendose de ser.
ResponderEliminarLuis, soy Ariel, editor del blog Klamahama. Quería contarte de un artículo que publicamos recién que seguro te traerá lindos y tajeros recuerdos.
ResponderEliminarSigo disfrutando de tus textos...
Saludos.
http://klamahama.blogspot.com
Hay límite para los personajes que nos habitan y dejamos salir...según el escenario?
ResponderEliminarEl límite puede ser cuando logras decir no, ese papel no es para mi ... cuando te vale madres -por fin- y no vas a nada que no quieras ( y no te preocupa que no vuelvan a invitarte porque en realidad no quieres que te inviten) y te das cuenta de que ya no dices cosas por compromiso, entonces optar por el silencio se vuelve recurrente y disfrutable. entonces retirarse se convierte en un acto lleno de recompensas intangibles. o sea de las que valen. y todo parece coherente.
ResponderEliminarCeleste desde el mero norte mexicano.