Ayer pensé que mi gato había muerto. Mi gato se llama grusswillis a causa de una broma ya olvidada. Ayer no lo encontré por ningún lado. Su comida estaba intacta. No temblaba el agua en el plato de barro. La pequeña alfombra donde suele dormirse estaba sola y sin arrugas. Había muerto. Eso creí. A media mañana reapareció como lo hiciera hace diez años. El pelo revuelto y húmedo. La asombrosa figura de gladiador cansado. Las uñas que gastó en perdidas batallas de amor. Cuando empujó la puerta de mi cuarto (muy lentamente) pensé que resucitó. O que había quemado en la noche fría su vida número seis. Pensarlo así no me desanimó. Al contrario. Sé perfectamente que entre el seis y el siete se aloja la eternidad.
L.
Pensarlo eterno a este gladiador cansado es verdad que anima sobre todo si uno piensa que ha librado batallas por amor y ha sido fiel a sus ideales. Sin embargo prefiero pensarlo acurrucado sobre algún ejemplar viejo del Barcelona recibiendo un rayito de sol energizante.Es bueno darle la libertad de seguir sus instintos pero es más lindo sentir su calorcito en las tardes de invierno. Su figura en este dibujo refleja un cansancio paciente que se acerca a la espera previa para una nueva acción. Bienvenido Grusswillis. Te extrañaba.
ResponderEliminarGraciela B
Há um belo fiilme baseado no livro de Marcel Pagnol, A mulher do padeiro. Um homem fala em nome de seu gato, à gata que reaparece após ter sumido pelos telhados, seguindo o caminho que a natureza impõe a cada um de nós.. Mas essa fala dirige-se na verdade a sua própria mulher, que ele ama profundamente, e que também acaba de voltar, após tê-lo traído. E a quem, de tanto amar, ele não ousa fazer recriminações. Juliana do Brasil
ResponderEliminarEs duro Grusswillis!Qué suerte que no murió,o si?
ResponderEliminarDe todas formas coincido con Graciela.Se lo extrañaba,en blanco y negro.
Maria Rosa
No creo que exista...
ResponderEliminarLHG