Nos pasamos la vida fantaseando. Los hechos no importan. El sábado ganamos el partido. El domingo nos curamos de todo. El lunes amor nocturno. El martes viaje inesperado a Santa Marta y Cartagena. Si a la cifra del deseo le restáramos la cifra de realidad habría un resultado que, por desfavorable, nadie querría conocer jamás. Veríamos lo que le falta a todas las cosas. Comprenderíamos la diferencia abismal entre una vida alucinatoria y otra más real (posible) aunque no sea perfecta. Esta última versión no nos encanta. Preferimos la primera (la soñada) aunque sepamos que es mentira. Entre deseo y realidad gana la estupidez. Y por goleada.
L.
Preferimos soñar en vez de vivir. Pero no todo en la vida es sueño.
ResponderEliminarLua
Creo que hay una diferencia entre alucinar y soñar. En el primer caso, se trata de negar la evidencia de lo real. En el segundo hay un acto más o menos creativo que con mucho trabajo se puede traducir en una obra (fotografía, escritura, etc.)
ResponderEliminarAsí que brindo por los soñadores... no por los alucinadores.
me jala al blog. hoy prefiero el deseo a la realidad. aunque las cuentas no salgan , aunque sea mentira, falacia, fraude, engaño... sacada de vuelta. lo que me gusta del deseo es que envuelve como una capa ... la realidad me gusta a gotas, en grandes proporciones regularmente se me atraviesa de forma repentina y me estrello con ella. y vienen las ganas de llorar, de ser otra, de agarrar a daniel e irnos corriendo ...y luego luego aparece el deseo , para dar calma. hoy si no fuera por el deseo que me inventé, me hubiera quedado tirada en la cama. el deseo es parte de la realidad luis.. que no? yo creo que no se pueden separar. juntos van un paso adelante de la cruda realidad....afortunadamente. ¿qué traes contra los y las deseosas?
ResponderEliminarVera, desde Jalisco