domingo, 25 de julio de 2010

Malditos libros


No es fácil dormir rodeado de libros. Las paredes de mi cuarto están forradas de bibliotecas. Nunca me puse a contar cuántos ejemplares hay en los estantes. Pero supongo que serán miles. A veces (por ejemplo ahora) siento sobre mí la mirada burlona de Yourcenar, Pavese, Kafka, Pessoa, Rulfo, Duras, Flaubert, Sontag y Kawabata. Escucho claramente sus carcajadas mientras me ven escribir unas pocas líneas mediocres para el blog. Murieron hace tiempo. No sé de qué se ríen. Pero ahí están sus palabras como pájaros más fuertes que todas las jaulas. Ellos aprendieron a soñar mejor que yo. Y en la conquista del cielo o el infierno ya ganaron. Una de estas noches les prendo fuego a todos para hacerlos callar. Malditos muertos. Me quedaría la opción de trabajar como ellos hasta las cuatro o cinco de la madrugada. Hoy, mañana y todos los putos días que me quedan. Escribir y hacerlo bien es la única manera de sentir la vida para siempre. No hay fósforo que los queme ni estante que los obligue a dormirse en paz. Pero, por favor, que me digan cuándo y cómo.
L.

2 comentarios:

  1. Muy buen texto!
    Genial.
    De todas maneras te pediría que antes de quemarlos, me regales alguno. Me encantan los libros, tengo algunos muy viejos, repetidos, ediciones baratas, antologías...otros que también quemaría, pero me da miedo que esas voces que describís como pájaros queden dolientes en el aire grabadas a fuego.
    Si están muertos tienen la intención que vos les des. ¿O los muertos sienten?
    Igual, no te preocupes todos escribieron mejor después de muertos por eso también esta bueno tener hijos para que puedan cobrar las regalías.
    Hablas de literatura y muertos y pienso en Quiroga, Storni, Pizarnik, creo que se extiende a casi todas la ramas del arte - quiero decir, la música, la pintura- hay una búsqueda desequilibrada del artista que muchas veces termina prematuramente con su vida.
    Y en definitiva ¿Cuándo es un buen momento para morir?
    Tengo una amiga que murió en diciembre después de años de haberlo deseado; ella quería encontrarse con su mamá. Cuándo le dieron el diagnóstico, seis meses antes, decidió encarar un tratamiento, aún sabiendo muy en el fondo que era al pedo.
    Fue un alivio verla defender la vida hasta el final y estar con ella como siempre. Después descubrí todo el amor que nos teníamos, un amor que trascendió la línea temporal de la vida y por eso también está bueno tener hijos y vivir por siempre en su corazón.
    Escribiendo esto me doy cuenta de que mi obra de arte son mis hijas.
    Igual casi son las cuatro y el sueño escapó por la ventana (perdón por la “frase hecha”).
    e

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  2. ya que van leer antes de publicar, les pido un favor: no me editen, chiste
    e

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