lunes, 19 de julio de 2010

Ludmila


Conocí a Ludmila seis o siete años atrás. Era un día lluvioso como éste o quizás brillaba el sol y ahora supongo que llovía. La memoria cambia los hechos hasta aniquilarlos. Pero mi intención era hablar de Ludmila. Todo empezó en una escuela de arte donde yo daba clases de estética. Ludmila tenía entonces pelo corto y usaba unas polleras demasiado cortas. Una noche la clase se extendió más de lo debido y fue en la parada del 127 (o en el subte) donde empezamos a hablar sobre arte renacentista y el redescubrimiento del cuerpo luego del pozo medieval. Hacía frío y Ludmila se envolvió el cuello con una bufanda gruesa que sacó de la mochila. La conversación (ahora que lo pienso) fue una excusa para hablar de otro tema. Pero de ser así el otro tema no apareció nunca. Y si apareció ni Ludmila ni yo lo supimos entonces. Y como sea que haya sido importa poco. Antes de bajar le dije que tenía una sonrisa triste y muda como la Gioconda. Yo quería seducirla y seguramente pensé que así (con poesía de baja calidad) iba a lograrlo. Pero las cosas no ocurrieron de ese modo. Lo que pasó luego no es una historia digna de Suspendelviaje. Apenas quería recordar hoy su nombre soviético, una lluvia real o ficticia y unas pocas circunstancias que no vienen al caso. Me pregunto qué estará haciendo Ludmila en este mismo instante. Si su pelo habrá crecido y si con este frío seguirá usando esas polleras tan cortas que hace seis o siete años me cambiaron la vida para siempre.
L.

1 comentario:

  1. Debe estar con la Maga, nadando por el Sena.

    "(..) acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas"

    ResponderEliminar