martes, 18 de octubre de 2011
Elogio de la militancia
En los 70 el que no militaba era un boludo. Imposible levantarse a una chica si uno no era montonero, comunista o algo así. Ahora no. Lo que está de moda es ir a un Starbucks con una lapto. Se está generando, sin embargo, una nueva militancia juvenil. No es como la de los 70. Es distinta. El fenómeno abarca a los chicos de la Cámpora, de la JP Evita, a los grupos que salen a misionar, a los que arman casas en Un techo para mi país, etcétera. También están los militantes de derechos humanos, los ecologistas, los que defienden las causas de los pueblos originarios, los militantes obreros, los indignados. Eso no les gusta a los amargados del partido militar, disfrazados ahora de demócratas, que hablan mal de los jóvenes que hacen algo por los otros. Dicen que son guerrilleros, locos, marxistas, o, peor, remedos de las juventudes hitlerianas. Los amargados sueñan con jóvenes apáticos, obedientes, mudos y castrados. Pero no. Ya lo dice la canción. Todavía hay mucha gente que está viva. ¿Militar por algo es un bajón? En absoluto. No pensar que hay que estar triste para ser un militante, decía Foucault. Se puede estar alegre aunque lo que se combata sea abominable.
L.
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