viernes, 14 de octubre de 2011
Entre el sí y el no
Valentina -25 años, bonita, rubia, compañera de trabajo- me dice que no puede decir que no. En realidad no podía porque algo aprendió en los últimos meses. Ante la demanda de los otros cedía siempre o casi. Eso, me explicó, le pasaba en varios ámbitos. Por ejemplo con amigas que le pedían que las acompañara a algún lado, a un recital, a un bar, a comprar ropa, etcétera. También con los hombres que le pedían otro tipo de cosas. También con temas cotidianos que no vienen al caso. No podía poner límites. Los padres de Valentina son psicólogos y naturalmente influyen en sus análisis. La cosa es que con el tiempo Valentina fue valiente y aprendió a decir no. Además se dio cuenta de una cosa importante. No sabía ni sabe bien aún lo que quiere, es decir, cuál es su deseo verdadero. Una persona en esas condiciones puede ser un lindo juguete para cualquiera. Ahora mi compañera está más encaminada. Encaró algunas cuestiones y habló del tema con su analista. Este último se alegró por el cambio. Ahora -le dijo- se trata de construir el sí, es decir, determinar con alguna precisión cuál es tu deseo verdadero.
L.
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