miércoles, 26 de octubre de 2011
La sentencia
No volverán los muertos ni los hijos robados, torturados o asesinados. No volverán ex compañeros como el negrito Avellaneda o Eleonora del Nacional Vicente López. Ellos fueron aplastados, drogados y arrojados al agua. Una mujer fue violada siete veces por un uniformado que en una audiencia se dijo amante de la familia y se mostró católico practicante y fervoroso. La marea no traerá de vuelta a las víctimas. Pero aún así. Para los culpables llegó la hora de pagar. Esa ley, la del precio, ya fue anticipada por Anaximandro seis siglos antes de Cristo. Hay una justicia que rige la mecánica universal. Tarde o temprano se hace notar. Llega la hora para todos. No se salva nadie. Que lo vayan sabiendo los genocidas del mundo entero. La sentencia tarda, desarma y cansa. Pero llega.
L.
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