Maldije la lluvia que azotando mi techo no me dejaba dormir.
Maldije al viento que robaba las flores de mis jardines.
Pero tú llegaste y alabé la lluvia.
Te alabé cuanto te quitaste la túnica empapada.
Pero tú llegaste y alabé al viento.
Lo alabé porque apagó la lámpara.
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