En el mundo llamado o considerado moderno, actual, sólo se acepta como saber válido aquel que puede ser medido y contado y pesado. Cualquier experiencia pasa a ser entonces un experimento vinculado a cantidades y no a valores. ¿Cuánto mide un beso? ¿Cuántas veces por año hacemos la cama o el amor? Un síntoma del arrasamiento de la experiencia podría ser una pareja que viaja a Cataratas y en vez de sentir, oler, tocar y dejarse tomar por la selva misionera se saca una foto y... continúa el tour. La alternativa a esta forma capitalista y hueca de vivir, ser y sentir las cosas sería no apresurar el paso, no medir ni contar nada y, por qué no, convertir el obstáculo en camino. Soportar lo que no se alcanza y dejarse afectar por todo.
L.
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