Lo importante de un cuento, una novela o un poema no radica en su significado. Una buena historia mal contada carece de toda relevancia. Si alguien se propone salvar a las ballenas o a los glaciares mediante un poema está frito. Si alguien quiere hacer una revolución social debería tratar de hacerla pero no escribir una novela con ese divino objetivo. Los mensajes edificantes no componen buenos libros. El arte es forma. En última instancia es un juego astuto de luces y sombras. Pero si la forma no está cuidada, labrada y pulida con esmero no habrá arte. Habrá otra cosa. Lo dicho no significa renunciar a los contenidos o a las interpretaciones de cualquier tipo. Escribir es asumir un durísimo trabajo con el lenguaje dirigido, básicamente, hacia la conquista de lo inútil.
L.
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