lunes, 17 de octubre de 2011
Orgasmo
Nada mejor que el orgasmo para sintetizar lo intenso y la fugacidad al mismo tiempo. Hasta parece un acto concebido para que entendamos esa doble condición de la existencia de una vez y para siempre. Con viento a favor el placer tan añorado llega pero tan pronto como estalla se desvanece. La ola de mar se le parece bastante. Un montículo de agua avanza lentamente hacia la costa y se va elevando y engrosando con alta espuma en la cresta. Por momentos da miedo porque parece que eso que empezó como una olita arrasará con todo. Pero no. Finalmente cae y la masa de agua gigantesca se convierte en menos que nada. ¿Pero acaso la caída que sigue al orgasmo niega su potencia? Claro que no. Lo efímero duplica el placer obtenido en un único instante. Y, claro, pide más.
L.
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