Andrea me cuenta cómo fue el largo discurso de Alfredo Astiz, el ángel rubio, en su alegato producido hace pocas horas en el Tribunal Oral Federal Número 5. Andrea participó en la audiencia. Astiz, como se sabe, fue acusado de participar en el secuestro y desaparición de mi amiga Azucena Villaflor, de las monjas francesas (cuyos cadáveres aparecieron en la costa de Santa Teresita) y de Dagmar Hagelin. El ex marino torturó, mató, traicionó, se rindió cobardemente en Malvinas y asistió al juicio que se sigue a su grupo de tareas de la Escuela de Mecánica con un libro titulado Volver a matar. Eso es lo que quieren Astiz y sus amigos. Volver a secuestrar, asesinar y torturar. No soportan la vida tediosa y sin emoción a la que están condenados en estos días. Habrá que permanecer atentos. No hay pasado pisado. O peor aún. No hay pasado. Y sin medidas de fondo lo que fue puede volver a ser. La casa del ángel sigue abierta.
L.
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