Mejor que intercambiar parejas es el intercambio de sueños de una única pareja al despertar. El primero que se levanta medita sobre lo que ha soñado. Pudo ser una pesadilla o incluso una escena erótica o policial. Da igual. Un viaje en tren muestra a dos chicas jóvenes que padecen una grave dolencia. Una de ellas habla alemán. Su espalda está llena de marcas. La otra pide, me pide, que le cante una canción. La situación es rara. Elijo un tema de Fito Páez cuya letra recuerdo mal. La segunda mujer me abraza. La otra se queda con Andrea y le muestra fotos de un álbum mojado. Andrea despierta y cuenta, a su vez, un sueño. Su amiga le ha pedido que dibuje helechos sobre una piedra. Las plantas están junto a una iglesia donde Andrea encuentra a su familia confesándose de espaldas al cura de la parroquia. Los helechos parecen salir de la boca de las jóvenes del tren y el sacerdote canta de pronto una canción de Fito Páez cuya letra recuerda mal. Los sueños también hacen el amor. Y del acto nacen las aves que tarde o temprano llenarán el mundo.
L.
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