lunes, 24 de octubre de 2011

Parte de la religión


La autodenominada izquierda, al menos en la Argentina, poco tiene que ver con el profundo significado de ese término si se lo entiende como subversión de las normas, espíritu revolucionario, análisis riguroso de los hechos para poder modificarlos. A cambio de eso se ha convertido en un grupo amorfo de ideólogos que hablan en nombre de la "clase obrera" siendo que casi todos ellos son estudiantes de clase media y alta que pasan sus horas en Starbucks escribiendo comunicados altisonantes. No eran así Marx, Engels, Lenin o Trotsky. Los clásicos analizaban situaciones concretas y sacaban de ahí conclusiones también concretas. Un pensamiento justo llevado a sus últimas consecuencias deja de ser un pensamiento para convertirse en una religión, o, peor aún, en una ilusión. Y el porvenir de una ilusión, como advirtió Freud, es el fracaso. La izquierda fundacional fue reflexiva y sólida. La actual llega a ser cómica o patética. La historia se repite dos veces, decía un tal Marx. La primera como tragedia y la segunda como comedia. En eso estamos en tiempos del presunto fin/comienzo de la historia.
L.

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