jueves, 13 de octubre de 2011
Ropa interior
A diferencia de la sexualidad animal el erotismo compone una experiencia absolutamente interior. Decirlo no implica una crítica a los animales. Al contrario. Envidiamos en ellos la naturalidad de vivir un eterno presente sin recuerdos, sin angustia, sin remordimientos. Quien fuera caballo, pez, libélula, perro o cangrejo. Pero no es posible ya. No a partir de estar dotados de lenguaje, conciencia del tiempo, noción de muerte y tantas otras desgracias y felicidades. Un hombre no elige a una mujer por instinto sino por evocaciones complejas que en general remiten a la infancia. Lo mismo pasa cuando las mujeres eligen pareja. No buscan al ejemplar más vistoso de la manada. Tampoco al líder más poderoso. En ese acto como en los que siguen se pone en juego todo lo que somos y seremos. Si el erotismo es la actividad sexual del hombre lo es en la medida en que se aleja de lo animal. Debe admitirse, sin embargo, que en ciertos casos humanos esa actividad se vuelve rudimentaria, brutal, animalizada y no necesariamente erótica. Pero sólo en ciertos casos. En el resto ni siquiera la desnudez total es posible. Porque aún invisible y oculta la ropa interior, el alma, está siempre alerta.
L.
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