Poesía y filosofía, ciencia y arte, producciones individuales o colectivas, todo nace del asombro ante la simple confirmación de que hay un mundo, hay hombres, hay mujeres, hay peces, mares, niños y mareas, hay barcos, hay pensamiento, hay sexo, hay, también, muerte. Todas esas cosas, bien miradas, son absolutamente excepcionales. Uno puede hacerse el tonto, suponer que se trata de elementos que siempre estuvieron dados y que nada hay en ellos de singular o especial. Pero la actitud rutinaria es inútil. El solo hecho de que exista algo en lugar de nada alcanza para el asombro. Y hasta para quedarse la noche entera sin dormir.
L.
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