Los periodistas y los antropólogos viven de los otros, comen de los otros y celosamente vigilan (estudian) a los otros. Se parecen a las viejas que espían a sus vecinos o a los adolescentes que miran a las chicas mientras se bañan. Nos jactamos con frecuencia de saber todo sobre todos. Pero nada o casi nada, qué pena, sobre nosotros.
L.
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