martes, 7 de junio de 2011

Sin decisiones no hay destino


El otro cielo, uno de los relatos más intensos y perturbadores de Julio Cortázar, alude al asunto planteado más abajo (encuesta). ¿Podemos amar a varias personas al mismo tiempo? ¿Se puede estar en muchos lugares a la vez? El protagonista del cuento mencionado padece las consecuencias de esa duda existencial y legítima. Su pasión se instala en el cuerpo y el alma de una prostituta, Josiane, que vive en otro tiempo y lugar. Su pareja estable es Irma, una novia formal, previsible, casi institucional. Irma vive en este tiempo y en este lugar. Con Irma no se puede hablar de lo que importa. Con ella se casa el hombre finalmente y Josiane desaparece de la escena. El conflicto parece no tener solución. Mujer soñada versus mujer real. Más en general estaríamos frente a una polaridad de amplio espectro. Una persona real difícilmente alcanzará el plano de los sueños. ¿Qué hacer entonces? Algunos resuelven el dilema a través de la poligamia sistemática. Pero la técnica impide conocer al menos a alguien en esta vida tan breve y efímera. Somos miles de millones pero, seamos honestos, conocemos a muy poca gente en profundidad. ¿Hasta qué punto puede sostenerse la existencia sobre la base de la dispersión y la multiplicación infinitas? No es fácil responder. Pero hay algo ineludible. En algún tramo de la encrucijada hay que elegir un camino y jugarse por él hasta el fin. Las consecuencias de la ambigüedad son demasiado conocidas. Hay que elegir.
Sin decisiones no hay destino.
L.

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